Bilbao - Mañana hay plan en Miribilla. El Dominion Bilbao Basket no quiso pasar desapercibido en este fin de semana frenético y ayer se sacó una victoria monumental en la Fonteta que devuelve la eliminatoria de cuartos de final al Bilbao Arena. Con una derrota ya en su debe, con once puntos de desventaja al final de la primera parte, los hombres de negro decidieron que no iban a rendirse, que como dijo su entrenador, “si tenemos que perder será porque nos maten”.

Para eso habrá que esperar, al menos, hasta mañana cuando el efecto Miribilla tendrá otra oportunidad de manifestarse en su máxima expresión. Todo parecía en contra, pero el partido no había llegado al minuto 40 y el Bilbao Basket encontró el camino a la victoria después de caminar sobre el alambre durante muchos minutos. Con porcentajes de tiro rondando el 30%, sujetarse en el partido era como hacer funambulismo. Los tiros libres eran la pértiga que permitía mantener el equilibrio, pero a cada paso, a cada minuto, avanzar se hacía más complicado. El Valencia Basket se atuvo al guion del primer partido, que es el que le convenía. No le importó conceder tiros libres si eso suponía elevar el nivel físico del duelo. El Bilbao Basket no rehuyó la pelea, le puso intensidad, cogió rebotes de ataque, pero falló a la hora de anotar.

Un parcial de 13-1 en cuatro minutos, a caballo del final del primer cuarto y el inicio del segundo, dio la delantera a los taronjas, aunque los de Sito Alonso lograron una reacción inmediata que les colocó de nuevo casi a la par (24-22). Pero, enemistado con el aro como estaba -9 de 29 canastas en el primer tiempo-, era cuestión de tiempo caerse. Sumando de tres de tres, el Valencia Basket, con Rafa Martínez y Lucic muy inspirados, se escapó mientras los visitantes lamentaban algunos errores defensivos que les habían costado muy caros.

Quizás los valencianos pensaron que aquello se había acabado, pero no saben que el Dominion Bilbao Basket no saca banderas blancas. Un parcial de 0-6, con el capitán Mumbrú al mando de las operaciones, metió el miedo en el cuerpo del equipo de Carles Durán, que ya no encontró ninguna madera a la que agarrarse. Los hombres de negro miraron a la cara a su enemigo y le vieron asustado, tembloroso, ante la posibilidad de acumular otro fracaso en su tambaleante temporada. Axel Hervelle vio la señal, puso en su cara pinturas de guerra y se alistó el primero a una guerra en la que todos brillaron.

El porcentaje de tiro empezó a mejorar, pero sobre todo la defensa creció a un nivel extraordinario, cuando en teoría las fuerzas empezaban a escasear. Solo algunos despistes en el rebote defensivo, cuando un triple de Mumbrú puso al Dominion Bilbao Basket de nuevo por delante muchos minutos después (57-58), el partido se convirtió en una mera cuestión de supervivencia, de carácter, de orgullo, de todo eso que al equipo bilbaino le sobra.

pura taquicardia Con el mano mucho rato en manos de Quino Colom, que alternaba acciones brillantes y once asistencias con errores en la toma de decisiones, el corazón del choque empezó a latir a mil pulsaciones. Casi cuatro minutos tardó el Valencia Basket en sumar su primera canasta de campo en el último cuarto, pero la igualdad no se rompía porque el Bilbao Basket había cinco triples y dos tiros libres. Los taronjas estaban grogis y cuando Hervelle sumó un triple a cuatro minutos del final, el Valencia Basket empezó su caída al precipicio. Los hombres de negro perdieron por cinco faltas a su alma belga por una disputa con Lucic, luego a Bertans, pero aquello ya no estaba para paladares finos, ni para pedir sutilezas.

El Dominion Bilbao Basket había llegado al final del alambre, sostenido por un espíritu indomable, emocionante y admirable. Mumbrú, que también se había perdido muchos minutos tras cometer la cuarta falta, anotó a 1.08 del final la canasta de un líder (73-76) y entonces ya solo había que morir en defensa porque toda la presión estaba en los hombros de los jugadores taronjas que no esperaban encontrarse en esa situación y fallaron sus últimos tiros. Todos los rebotes cayeron en manos de los hombres de negro que se ganaron a pulso otra oportunidad, la definitiva. Pese a que Bertans falló sus siete intentos triples, que Colom solo metió dos de sus doce lanzamientos de campo y que Mumbrú sólo jugó 23 minutos, la eliminatoria sigue viva para gozo de una afición y un equipo al que el baloncesto les está devolviendo con creces aquello que les arrebató la pasada temporada.

Nunca, nunca, nunca, se puede subestimar el corazón del Bilbao Basket, que pegó un golpe en medio del tablero de la Liga Endesa al play-off, salvó el jaque mate y reclamó su sitio en el deporte de Bizkaia. La eliminatoria de cuartos de final aún está viva. Mumbrú y sus compañeros no hablaron por hablar aseguraban, con la derrota del jueves aún caliente, que querían volver a Miribilla, que si tienen que despedir un curso espectacular tiene que ser delante de los suyos. Lo que el baloncesto te quita el baloncesto te lo devuelve. Fue un monumento a la competitividad.