Bilbao- Tiene en su palmarés cinco campeonatos Individuales y siete de Parejas, ¿supo distinto el que consiguió la pasada semana en Mungia junto a Xabier Ibargarai?

-Es especial. Me hizo casi más ilusión por Xabi, porque ha mejorado físicamente mucho, ha subido de juego en los últimos años y en las últimas finales que ha jugado contra mí, y por suerte para mí, se quedó a las puertas. Éramos favoritos, teníamos la presión de ganar y por eso también es especial.

Este año: campeón Individual y de Parejas.

-Doblete. En 2013 lo conseguí también con Koldo. Al final, año a año va pasando el tiempo y siempre tienes un poco la duda de si vas a poder volver a repetir. Empiezas a ver los torneos y te fijas en que será muy complicado volver a ganar y al final las cosas salen. Estoy muy contento no solo por ganar, sino por mantenerme. Eso quiere decir que estoy haciendo bien las cosas.

Hace hincapié en el trabajo.

-Algunos me dicen que no tengo mérito porque parece que juego fácil, pero para que se note que juego fácil hay que trabajar mucho. Yo he corregido muchas cosas, tanto a nivel físico como técnico. Vine con muchos vicios de la goma, del frontón corto y, aunque no lo había notado mucho, sí que he cambiado. No he dejado de tener mi esencia de frontón corto por los golpes de goma, que me han venido bien, pero he tenido que corregir muchas cosas. También he mejorado psicológicamente. Uno tiene que ir siempre con la presión de tener que ganar y jugar las finales bien, y es en algo que hago mucho hincapié, sé que tengo que dar el do de pecho en esas situaciones, gane o pierda.

¿En la combinación de su juego ha estado su mayor virtud?

-Creo que sí. Obviamente ha habido cosas que no he podido mejorar, pero sí corregir. Cuando trabajo con los chicos en el trinkete y ellos me dicen que para qué sirve, les comento que soy yo mismo el claro ejemplo de que te da velocidad, te da golpe de arriba, de defensa, visión de juego y luego tienes que saber adaptarlo. Es el mismo caso de Emiliano Skufca, que siempre ha jugado a goma y tiene un golpe de arriba brutal. Tal y como se juega ahora a pala, que el pelotari clásico está más obsoleto, se parece más a nuestra base.

Continúe.

-Quizás dentro de unos años se juegue de otra manera, pero ahora creo que el juego clásico no es suficiente para ganar.

¿Cómo analiza la final del Parejas de la semana pasada?

-La verdad es que Gaubeka e Ibai jugaron como me temía que iban a hacerlo. Ibai fue un rival muy pesado, como jugó la semifinal, de los que cuesta meter el tanto; mientras que a Gaubeka se le veía suelto. Nosotros, llegamos a la final bien, pero unos días antes, de repente, fallábamos. Tenemos pegada, pero nos costaba alargar el tanto. Ellos pelotearon mucho y tiramos algunas pelotas de más, aunque dimos pelotazos buenos. La gente quedó encantada y hubo mucho ánimo. Yo ya me he acostumbrado a tener al público en contra.

Desde fuera, la sensación fue que ellos consiguieron neutralizar un poco su juego, pero en los momentos clave dio unos pasos hacia atrás para tomar las riendas, ¿qué opina?

-Más que nada, creo que fue en momentos puntuales, a finales del segundo y el cuarto set, en el que íbamos perdiendo 5-7. No daba la sensación de que domináramos el tanto. Con Xabi he readaptado mi juego a su forma de jugar y me he quitado muchas pelotas a las que suelo entrar más. Cuando más entro, más juego. Yo mismo me estaba anulando. Entré, me salió bien y en el último tramo lo hice bien. Tengo la suerte de tener ese plus en las finales. Yo vi que no estaba entrando a todas las que tenía que entrar para sacar mi mejor versión. Necesito muchos pelotazos.

También hubo algunos momentos en los que la suerte les sonrió.

-Siempre pasa. El que está un punto por encima, siempre tiene esa cota de suerte. Nunca es para el pobre. De hecho, el tanto con el que acabamos el partido fue suerte. Le di a punta de chapa a una pelota que me pidió Xabi y que le tenía que haber dejado, Esteban llegó y acabé el tanto. Al final, nunca sabes.

Se lo pusieron más complicado de lo que en principio podía haber parecido al vencer en cuatro mangas, ¿no?

-Ellos mejoraron mucho durante todo el Parejas, tanto como dueto como en el plano individual. En la liguilla les ganamos 3-0 con más facilidad. Nos costó. Por suerte, vimos la semifinal que ganaron a Zubiri e Imanol, que eran campeones, y sabíamos qué nos íbamos a encontrar. Ese partido había quedado atrás. Fuimos con más precaución. Y si nos llegan a ganar el cuarto set...

¿Cómo vio a Ibargarai?

-No vi su mejor versión. Él mismo me dijo al final del primer set que habíamos ganado pero que había fallado doce pelotas. No brilló con la izquierda, que es su punto fuerte, con la que tiene mucha seguridad y pegada, y en la derecha suele tener alguna laguna. Pero con la diestra le dio mejor. Son cosas de la final, cosas que pasan y jugó bien, porque si no, no ganamos. Tuvo alguna laguna y yo también.

Echando la vista atrás, ha ganado siete Parejas y ha jugado otras dos finales en los últimos diez años, ¿su distancia fetiche?

-En los números se refleja lo que me ha costado y mi evolución. En el Ocho y Medio siempre me encontré a gusto, porque se jugaba más cerca del frontis y era lo más cercano a lo que estaba acostumbrado. En cambio, en el Individual, a todo el frontón, yo no tenía ni saque ni el golpe de arriba y me costó años mejorar. En 2008 llegué a la final, subí y en 2009 lo acabé por ganar. Al final, en Parejas, siempre tuve mi posición, estoy más cómodo. Es lógico. Sin embargo, en el Individual tuve que adaptarme. Para mí era chino darle de abajo, sacar y meterla entre el cuatro y el siete.