Bilbao - A menos de una semana del inicio de la Vuelta al País Vasco, frente a un té, en una cafetería situada a un palmo y medio de la Gran Vía, donde finalizaba la primera etapa de la ronda vasca, y donde Igor Antón fue feliz, inmensamente feliz, hablaba del 9 de septiembre de 2011 cuando ganó aquella etapa a los pies del Sagrado Corazón. Reflexionaba sobre el éxtasis. “El día que más sensaciones he tenido encima de una bicicleta”, decía a este periódico. Su victoria en Bilbao es un recuerdo vivo y maravilloso para Antón. Al vizcaino le encanta hablar de aquello, del sabor a miel. “Me gusta recordarlo”. Desde entonces, el ciclismo de Igor vivía apenado, clavado en la memoria, fuera de su cuerpo, un tanto marchitado. Pero Antón, al que le corretea la palabra ilusión por el discurso, deseaba refundarse después de un año duro en lo personal por el fallecimiento de su madre. Los pliegues de la pena, no le ayudaron en su reajuste en el Movistar. Un año sin ser él le perforó la alegría, pero no le desarmó el optimismo. “Los sueños son la energía que nos mueven, ¿no?”, decía hace un mes.

Soñó en alto Igor Antón para mover la realidad y dedicarle el triunfo, -no había ganado desde septiembre de 2011-, a su madre. “Me gustaría dedicarle una victoria”, lanzaba entonces. Ahora Igor está en paz consigo mismo después de vencer el sábado. Ayer, día de la madre, como si el destino siempre garabateara con esa clase de guiños, certificó el triunfo de etapa de con la victoria final en la Vuelta a Asturias, donde Antón se empeñó en colocarse el dorsal de la esperanza. Exponía Igor que necesitaba ganar, que tenía que recuperar esa sensación única, más si cabe cuando lleva impresa enrollada una dedicatoria tan sentida. “Algo por dentro me decía que tenía que ganar, que tenía levantar los brazos para dedicárselo a mi ama”, indicaba mientras regresaba dichoso de Asturias, donde aligeró equipaje, se quitó lastre aunque la maleta ganó peso por los trofeos. “Más que una liberación, era volver a encontrarme conmigo mismo, volverme a ilusionarme, a situarme”.

Como nuevo

Reubicado, Igor se sintió nuevo en Asturias, de estreno. Renacimiento. Otro círculo cerrado. Como cuando pudo hacer noche en el hotel Los Pasiegos el año que ganó en Bilbao. El equipo tenía previsto pernoctar en el mismo lugar en la etapa en la que Igor Antón se cayó y se despidió de la Vuelta a España que era suya en 2010. En 2011, antes de la Gran Vía y aquel festejo irrepetible, el galdakoztarra explicaba que tomó el pulso a la carrera con un sexto puesto en el temible y feroz Angliru, la trituradora asturiana. Esa tierra, presente en su cuaderno de bitácora, volvió a saludar con efusividad a Antón años después. Las señales le dirigían a la tierra prometida. Le esperaba con los brazos abiertos después de un comienzo de curso más esperanzador que el anterior.

Las flores de meta en Pola de Lena y después en Oviedo, punto final de la carrera asturiana, simbolizaban, más que ninguna otra vez, un manojo de ilusión, la espuma del champán, la explosión de la felicidad, un trago de serenidad para seguir pedaleando. “De Asturias, no sé si renacido, pero sí que salgo reforzado”, expone Antón, que con anterioridad se coló en el podio de la Vuelta a Castilla y León tras una Vuelta al País Vasco de pico y pala. La única luz era la del frontal. Minería. En Asturias se iluminó. “Ahora tengo más confianza. Estoy más que satisfecho con lo que hice ayer (por el sábado) y por la general. La carrera me deja muy buenas sensaciones. Estoy súper contento. No podía desaprovechar la oportunidad. Ojalá esto me pueda ayudar para tener un hueco en el equipo que irá al Giro” apunta Antón, a la espera de la decisión final del nueve que acudirá a la corsa rosa. “Cuando las cosas iban bien estaba tranquilo y con los pies en el suelo, y ahora que la situación ha dado un giro inesperado, me lo estoy tomando con la misma filosofía. Ya he tenido unos cuantos golpes en esta vida y sé como afrontar estas situaciones”, analizaba después de que se quedará sin la Vuelta a España de 2010. Optimista por naturaleza, -“la recompensa acaba llegando”, dice el galdakoztarra-, muchas lunas después, Antón reconoce ver las cosas de “otra manera”. Son los efectos que provoca un trago de ilusión.

1. Jesús Herrada (Movistar)4h33:51

2. Amets Txurruka (Caja Rural)m.t.

3. Jon Izagirre (Movistar)m.t.

4. Rubén Fernández (Movistar)m.t.

5. Igor Antón (Movistar)m.t.

1. Igor Antón (Movistar)8h51:56

2. Amets Txurruka (Caja Rural)a 12’’

3. Jesús Herrada (Movistar)a 25’’

4. Marcos García (Louletano)a 1:11

5. Gari Bravo (Murias Taldea)a 1:15