Bilbao - Separadas por más de 2.000 kilómetros, el baloncesto ha unido a Serbia y Bizkaia. Bilbao, Amorebieta y Gernika forman el triángulo en el que viven su día a día cinco jugadores provenientes de la república balcánica que quieren seguir contribuyendo a la temporada más exitosa que se recuerda en el baloncesto de elite de Bizkaia. Los cinco aceptaron la invitación de DEIA para juntarse durante un rato y conocerse ya que, aunque cuatro de ellos nacieron en Belgrado, apenas sabían de sus trayectorias respectivas. Danilo Andjusic (23 años), Dejan Todorovic (20 años), Marina Markovic (23 años), Sasa Borovnjak (25 años) y Aleksandr Kalanj (28 años) han encontrado en Bizkaia la posibilidad de competir a un alto nivel ya que sus respectivos equipos pelean por entrar en los play-offs y, sobre todo, algo en lo que todos coinciden: un trato exquisito por parte de sus clubes y de sus aficionados que llenan pabellones grandes como el Bilbao Arena o más pequeños como Larrea o Maloste.
“Acabo de llegar hace un par de semanas. La gente del club es buena, por ahora todo está bien. Amorebieta es un buen sitio para jugar. Es bonito ver que la gente te apoya y las gradas están llenas todos los partidos”, comenta Kalanj, que solo ha jugado un partido, en casa ante el Lucentum, y ya comprobó cómo se las gastan los seguidores verdes. Maloste no se queda atrás. “Es un pabellón pequeño, pero está lleno de gente gritando ¡Gernika, Gernika! Nuestros aficionados son muy buenos y mí me gusta jugar allí”, cuenta Markovic, que llegó en enero a la villa foral y está encantada porque, pese a haber nacido en la capital de Serbia, siempre ha vivido en un pueblo del tamaño de Gernika.
Los otros tres llevan en Bizkaia desde el comienzo de la temporada y han podido disfrutar de todo el recorrido de sus equipos. Borovnjak es pieza clave en el Zornotza lo que, desde el inicio, le ha hecho sentirse cómodo. “La gente me ha tratado muy bien, lo mismo que los entrenadores y el club... Lo estamos haciendo bien este año. Estamos quintos y queremos acabar en la mejor posición posible para el play- off y después queremos ascender a la Adecco Oro”, asegura un jugador que ha encontrado un ambiente similar al que conoció en sus cuatro años en la universidad estadounidense de Penn State. “El ambiente que se crea en nuestro pabellón es una locura. Para ser Adecco Plata, está genial. Se hace muy fácil jugar en una cancha llena”, sostiene.
Danilo Andjusic y Dejan Todorovic han comprobado de primera mano lo que supone el efecto Miribilla y están entusiasmados. “Los aficionados en Bilbao son increíbles. Porque da igual que juguemos contra el Barcelona o contra cualquier equipo menor, el pabellón siempre está lleno. La verdad es que me ha sorprendido porque no es habitual”, señala el primero. El pequeño de los Todorovic, pese a ser el más joven del quinteto, lleva cuatro años en clubes de la Liga Endesa y “nunca había visto un pabellón como el nuestro. Cada partido hay siete mil u ocho mil personas apoyándonos. Queremos darles las gracias y espero que les guste lo que estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo”. Confirma esa idea Marko Todorovic, montenegrino, que asiste como oyente a la charla y bromea con compañeros a los que, ahora que son de nacionalidades distintas, le unen más cosas que las que les separan.
Copa y descanso
El baloncesto está en el mes de las Copas. El Gernika Bizkaia y el Zornotza se quedaron cerca y unas esta semana y los otros la pasada han aprovechado sus parones para recargar pilas, pulir detalles tácticos y en el caso de Kalanj, acelerar su adaptación a un equipo que tendrá este próximo domingo otra novedad en el sueco Andreas Schreiber. “He trabajado duro estos días, mucha información...”, confiesa el serbio. Para el Bilbao Basket, la cita de la semana próxima en Las Palmas de Gran Canaria será la recompensa a su gran trabajo de la temporada. “La Copa es muy importante para nosotros. Hay mucha gente apoyándonos porque estamos jugando muy bien. Estamos satisfechos y queremos seguir manteniendo estos resultados para dedicarlos a la afición”, apunta Andjusic. “Hemos logrado con mucho esfuerzo y siguiendo las normas que nos dicta el entrenador, pero no queremos parar aquí. Queremos más. Como han dicho mis compatriotas, vamos a intentar mejorar posiciones en la clasificación, incluso ser primeros”, añade Todorovic, que no puede contener su ambición.
Los buenos resultados deportivos ayudan a la integración tanto como el buen ambiente que existe en los vestuarios de los tres equipos vizcainos, pese a que en ellos coinciden deportistas de procedencia muy diversa. “Mis compañeras son muy buenas, tenemos una británica, dos americanas y una rumana. Es agradable y divertido. Y luego están las vascas. Las vascas...”, recalca Markovic para subrayar el sentido de pertenencia que se respira en Gernika. “El año pasado jugué en Lyon, en una ciudad muy grande, y para ser honesta me siento mejor en Gernika por su gente y porque somos como una familia. El entrenador ejerce casi de padre”, comenta. Los largos viajes en competiciones como la Liga Femenina o la Adecco Plata se sobrellevan mejor si las relaciones son buenas. “En el Zornotza los jugadores de casa nos ayudan en todo lo que pueden”, agradece Borovnjak, que jugó el año pasado en Atenas y en el Gran Canaria de la ACB y no ha sufrido con el cambio a un nivel inferior. La única pega, como para los otros cuatro, es el clima ya que ellos están habituados al frío, pero no a la lluvia. Incluso el Bilbao Basket tiene que afrontar este año largos desplazamientos en autobús, aunque Dejan Todorovic recuerda sus peripecias con el Clínicas Rincón: “Cada quince días había viajes hacia el norte: Burgos, Logroño, Galicia... Hasta trece horas ahí metidos”. En Bilbao, esa unión también existe y “me sorprenden los veteranos, que a veces parecen más jóvenes que los jóvenes”.
Cuando sus compromisos se lo han permitido, Markovic, Borovnjak y Kalanj ya han podido disfrutar de los partidos en Miribilla y los dos serbios del Bilbao Basket han acudido también a algún encuentro en San Mamés. Son detalles que alegran la estancia lejos del hogar, por más que los jugadores balcánicos, en general, están acostumbrados a dejar su hogar desde muy jóvenes y abrazar un espíritu nómada. Dejan Todorovic, que se lanzó a la aventura del baloncesto fuera de su Mrkonjic Grad natal con solo 14 años, deja una reflexión adecuada a estos tiempos y llena de madurez y sentido de la responsabilidad: “Hay muchísimos jugadores fuera de Serbia porque con el trabajo que nosotros hacemos y el dinero que se puede ganar, es casi imposible vivir allí. Todos sabemos que dejar a tu familia es muy difícil, pero si con el baloncesto puedes ayudarles es algo casi obligatorio. De todas formas, a nosotros nos gusta nuestro trabajo y somos unos privilegiados porque podemos hacer el trabajo que nos gusta y esto poca gente puede decirlo a día de hoy. Así que estás dificultades se hacen más pequeñas”.
Un futuro mejor
Marina Markovic, que ha sido internacional absoluta con Serbia, incide en que estas dificultades “son aún mayores en el baloncesto femenino”, lo que obliga también a exportar jugadoras a otras ligas continentales. También ha sido internacional Danilo Andjusic, que conoció la cara dura del deporte el año pasado en Valladolid. Esos problemas económicos son comunes en muchos clubes europeos, también en Serbia como muestra los apuros que está pasando el Partizan, donde se formó el alero del Bilbao Basket. La última medalla de plata en la Copa del Mundo puede abrir una puerta a la esperanza porque “el baloncesto ha subido su popularidad”. “Tal vez, los niños puedan jugar al baloncesto en buenas condiciones, pero la situación económica de los clubes es complicada y hay mucho trabajo que hacer”, comenta.
Como desde muchos años el talento tiene que buscarse la vida. Borovnjak y Kalanj, que vive su primera experiencia fuera del entorno de los Balcanes, están en una vía más modesta con la intención de que sea duradera. “No me importaría, desde luego. Me gusta el estilo de vida de aquí”, proclama el primero. A los cinco, Bilbao y Bizkaia los han acogidos con los brazos abiertos, gente dispuesta a ayudar y equipos competitivos. Por eso no queda otra que gritar: “Svidja mi se kosarka, svidja mi se Bizkaia”. “Me gusta el baloncesto, me gusta Bizkaia”.