existen tres sexos en el ajedrez: hombres, mujeres y Judit Polgár”. Así de clara y directa, esta cita se extendió tan rápido por el mundo del ajedrez, que se convirtió en creencia. Como cuando una mentira se repite tanto que pasa a ser verdad. De nada le sirvió a la húngara luchar hasta ser la mejor jugadora de todos los tiempos, seguía siendo un sexo sin identificar. Algo desconocido. Y de esta forma, erigida ya como la Gran Dama, toda una reina entre reyes -pero también transformada en una mujer sin género-; Polgár decidió el pasado agosto llevar a cabo su último enroque y alejarse de los tableros. Puso fin a su carrera profesional y lo hizo agradecida, sin remordimientos. Ante ella habían desfilado los grandes nombres de este deporte. Ante ella habían caído Karpov, Kasparov, Carlsen, Anand... todos hincaron la rodilla, ninguno se salvó de su imparable juego de ataque. Pero, a pesar de ello, la húngara siguió siendo “una excepción, no una chica”, tal y como le hizo ver su propio entrenador. Por eso, cansada de las trabas sexistas y con dos hijos que se convirtieron en su prioridad, Polgar decidió dejar la competición.

Fue su padre quien le enseñó a jugar al ajedrez cuando aún era una niña, y fue también su padre quien decidió apuntarla a torneos masculinos. Sus palabras fueron: “Solo se aprende jugando contra hombres”. Escasos años después, su hija irrumpió en la élite de este deporte, un mundo exclusivamente viril. Y los entendidos enseguida hicieron sus cábalas. Todas fatalistas. Polgár nunca llegaría a nada. Tan solo era una anécdota, una figura circense sonriente frente a las cámaras pero nula ante el tablero. El mismo Bobby Fischer lo corroboró en una entrevista: “Las mujeres no deberían jugar al ajedrez, son débiles, estúpidas en comparación con los hombres”. Aunque puede que el gran genio de Brooklyn estuviera dolido porque la húngara, una mujer, se convirtiera en Gran Maestro a los 15 años y cuatro meses, superando el récord establecido hasta entonces por él mismo. Todo un puñetazo a su misoginia.

Incluso Gari Kasparov, reconocido como uno de los mejores ajedrecistas, se atrevió a predecir un futuro nefasto para Polgár porque “las mujeres son incapaces de adelantar una batalla sostenida”. La Gran Dama nunca dijo nada. Habló sobre el tablero. Y cuando el destino les enfrentó, allá por 1994, Kasparov sangró tanto que tan solo una movida ilegal le permitió ganar a Polgár. Ella le restó importancia, pero él no tuvo más remedio que agachar las orejas y rectificar: “Si hay una característica específica de la forma de jugar ajedrez como una niña es una gran ferocidad”.

Calló bocas protagonizando unos éxitos demasiado impresionantes. Lideró el ránking femenino desde 1989 y se coló en el top ten de los mejores ajedrecistas del mundo en enero de 1996. Fue la primera mujer en ganar la medalla del Campeonato de Europa, ganó siete Óscares del ajedrez y puede estar muy orgullosa del octavo puesto mundial que consiguió en enero de 2004. En definitiva, Judit Polgár dijo adiós al ajedrez de competición en todo lo alto. A sus 38 años, después de luchar contra los estereotipos, decidió dar prioridad a sus dos hijos; harta de tantos comentarios.

El futuro es Yifán Hou La Copa de Europa que se está celebrado en Bilbao -desde ayer hasta el próximo sábado- puede presumir de ser el primer torneo continental en acoger diez duelos mixtos. En la modalidad de mujeres, destaca la presencia de la china Yifán Hou, que está llamada, con tan solo 21 años, a ser el relevo natural de Judit Polgár. La joven ajedrecista forma parte del Cercle D’Echecs de Montecarlo, actual campeón de Europa y nuevamente gran favorito del torneo, con el permiso del equipo ruso Ladya Kazan.