Anivel estatal y en el campo aficionado, el motociclismo vasco siempre ha estado peleando por entrar en los primeros puestos. Pero todo cambia cuando se da el salto a lo más alto, a la lucha por el Campeonato del Mundo. Una puerta que ha estado cerrada a cal y canto durante demasiados años. Herri Torrontegi, primero, y Efrén Vázquez, durante estos años, han sido los primeros en abrirla un poco. Los pioneros en intentar derribarla y hacer que se empiece a hablar de motos. Pero esta puerta ha sido tirada con violencia gracias a Jaime Busto, el primer campeón del mundo vasco. Para que estas cosas ocurran, la Federación Vasca de Motociclismo trata de acercar este deporte y de abaratar sus costes en la medida de lo posible. Además, luchan día a día por intentar acercar la modalidad a los pueblos. Una iniciativa que poco a poco está creciendo y teniendo más éxitos.

“Somos una federación pequeña, una familia de nómadas que nos vamos desplazando por las carreras. Lo que intentamos es buscar calidad, queremos llegar a un equilibrio entre lo caro-bueno y lo barato-malo, que las cosas se hagan bien”, comenta Imanol Taramona, presidente de la entidad. Esta apuesta por la calidad ha servido para que los pilotos queden contentos con el servicio y, a pesar de la crisis y el coste alto de las fichas, no ha habido muchas bajas, todo lo contrario. “Nuestras licencias son bastante altas, tenemos cerca de 500, aunque no es elevado comparado con Barcelona, que tiene 3.000. Nosotros tenemos mucha actividad y muchas inscripciones en las pruebas que organizamos”, explica Taramona.

Pero no todo son buenas noticias dentro de la Federación Vasca de Motociclismo. A los problemas económicos y las dificultades para encontrar patrocinadores, se le une la falta de un circuito para velocidad y una estructura adecuada para que los jóvenes que aspiran a ser profesionales puedan dar el salto definitivo. “Si tenemos un piloto que va a progresar, no le queda más remedio que emigrar, como le ha pasado a Efrén o al propio Jaime Busto, que está viviendo en Barcelona. Aquí es muy difícil porque no hay empresas que te patrocinen, ni hay escuelas. Y aunque nuestro entorno es fenomenal para la moto de monte, no tenemos un circuito en condiciones para velocidad”, declara Taramona.

El principio de algo grande Así, hace una semana, el motociclismo vasco recibió una de sus mejores noticias. Su primer campeón del mundo, Jaime Busto. “Que Jaime haya llegado y arrasado totalmente es algo muy importante porque es el principio de algo grande. Él va a progresar, va a traernos más títulos y hay más pilotos detrás, en otras disciplinas, que también pueden dar el salto a eso. Es un trampolín”, afirma Taramona, que espera encontrar al próximo Busto en las numerosas carreras que se celebran por las localidades de Euskadi y donde cada día el nivel es mayor, siempre sin olvidar la filosofía del motociclismo: mantener el buen ambiente de las carreras.