mutiloa - Se acoda Julen Retegi (Eratsun, 29-VII-1985) entre las palabras que recorren su vida como una novedad. "Esto es todo nuevo para mí", confiesa. Lo dice el eratsundarra con el convencimiento de que está rumiando algo grande, paladeando el sabor dulce del triunfo y el agrio del compás de espera con la derecha tocada y ciertas dosis de incertidumbre. Heridas de guerra, tras casi mil pelotazos (969) en el Manomanista, que le han hecho arribar en un lugar desconocido: la final. Solo cinco pelotaris además de él se habían desempeñado en la misma en los últimos diez años: Juan Martínez de Irujo, Yves Xala, Aimar Olaizola, Oinatz Bengoetxea y Abel Barriola. Julen es el sexto. El sexto hombre de una lista legendaria. Seis letras para la historia, aunque su apellido ya empapele los libros de la pelota a mano por el rescate para Nafarroa de la txapela por parte de su tío Juan Ignacio y su padre, el genial Julián. "Nunca he tenido ningún problema por apellidarme Retegi, para mí no ha sido un peso. Unas veces me habrá ido mejor y otras, peor. Eso sí, si me dicen que si me cambio de apellido le doy un cuadro más, me pongo el que sea", manifiesta el navarro, quien desvela que "a mí siempre me ha parecido una discusión tonta. Es la historia de siempre y al final paso. Son muchos años con el mismo tema. Los resultados están ahí y estoy muy contento con todo lo que he hecho". Aunque, siendo aita y botillero, los consejos están a la orden del día, pero "todo el mundo te los da. Hasta la novia. Ahora lo que prefieres es hablar menos del partido".

La realidad de Julen está ciertamente lejos del estado de nirvana y nervios que provoca aterrizar en una final. El delantero de Eratsun, un pelotari tildado de clásico por su persistencia en encontrarse con el golpe a bote más que por la explosividad del juego de aire, aunque manifiesta haberse "adaptado", vive en el filo de la navaja empresarial. En Aspe nunca le han dado la oportunidad de entrarcomo titular en el Parejas de Primera o en las ferias veraniegas, a pesar de haber alcanzado cotas interesantes en el Cuatro y Medio y en el Manomanista. Entonces, la vida del pelotari se transforma en una lija que desgasta. Utilizaron la expresión "estar en el mapa" para valorar lo que sentían Julen e Idoate en su semifinal. El Parejas es gran parte del maná al durar cuatro meses y sacar a relucir un escaparate que persiste prácticamente todo un año. Sin ello, las luchas individuales se convierten en una prueba tras otra. Más aún, si el premio por delante es prorrogar el contrato con las operadoras o no y mantener un puesto. Para empezar, ya está en la feria de San Fermín. "Ya se verá si es un impulso", relata con sosiego. "Fíjese en Idoate, que ha llegado a tres semifinales y aún no ha jugado el Parejas. Las empresas son las que mandan y ahora están tirándose por Ezkurdia o Jaunarena, que son el futuro y es normal". Aun así, a pesar de reconocerlo con aplomo el eratsundarra, admite haberse sentido en ocasiones desmotivado: "somos un privilegiados, pero a veces sí que te pasa. Por ejemplo, en el último Parejas: jugué por Juan, ganamos a Ezkurdia-Zabaleta, y en el siguiente partido pusieron a Aritz Lasa. En una semana como que no cuentas. Piensas: ¿Merece la pena tanto entrenamiento? Pero lo que te hace seguir es que te gusta la pelota. Jugaré siempre". No se le derrumban las ideas por el pesimismo a Retegi Bi -cuyo nombre proviene de una broma con Juanpe Azkune cuando Julen giraba por los frontones con el promotor vizcaino-, quien confiesa que "aun así, estamos viviendo de estos y hay que ser profesionales. Tenemos que entrenar y seguir". Cualquier cosa antes que tirar la toalla.

Y los lunes y los martes, tal y como explica Julen, su vida se ata al ordenador. Entra en la página web de Aspe y contempla cómo se desarrolla su vida. Porque, al final, el despliegue deportivo de los pelotaris se cuenta entre partidos. Mira, dice, la cartelera para ver su nombre. Para ver las seis letras de Retegi entre los elegidos de la operadora para el fin de semana, para completar las tardes de gloria, decepciones o batallas, porque ¡qué acertado es el nombre del deporte! Tan redondo como una pelota. La vida es así: redonda. El mundo, también. Todo es un ciclo: hoy arriba, mañana abajo. Puro disparate. Alguien ya escribió que la vida es como una noria. Entonces, se ata a internet Julen para ver su destino. "Todos los pelotaris miramos para ver si jugamos. Nuestra ilusión es jugar y entrenamos día a día para ello". Siete días de trabajo por uno de lucimiento o por una prueba de fuego. Eso, si toca un partido a la semana; si no, currar catorce para probar suerte durante una hora en la cancha. "Ves que cada vez hay menos pelotaris, pero también menos partidos y a veces te hundes un poco y te presionas porque ves que llega el mano a mano, porque es mi campeonato y el único momento en el que puedo estar ahí. Todo influye", revela.

A Retegi le resta contrato profesional -debutó en 2005- con Aspe hasta marzo y explica que "renové el año pasado para uno y las cosas estaban muy mal. Entonces era para estar contento. Desde que yo pasé a Aspe se han ido muchos compañeros y todavía van las cosas mal. Esa es otra de las cosas a las que das vueltas. Imagine que hay una lesión grave de mano o de rodilla. ¿Qué pasa? Es como que no tienes margen". Y se complica al competir con esa presión. "La sientes en el primer partido. Contra Ezkurdia estaba presionado. Si mantenía mi posición, podía ser que me tuvieran que renovar por respeto a ella, aunque eso tampoco tiene nada que ver", espera el eratsundarra, quien siente el paso a la final como un golpe de moral "terrible". "Desde febrero llevas preparando este campeonato porque no entras en el Parejas y son muchas palizas. Son muchos lunes, miércoles y viernes con agujetas, sudando, y ves la recompensa", afina el navarro, quien apostilla que "esto ya va a quedar para la historia. Me veré en el palmarés del Manomanista. Es el premio a muchos años de trabajo. Es un orgullo".

La gloria es la siguiente estación de Julen. "Esto es grandísimo. Llegar a una final no es nada fácil. ¿Lo necesitaba? Esto es un sueño", desvela. No obstante, en la final del próximo domingo ante Juan Martínez de Irujo en el Atano III no caben centímetros de pensamiento relativos al pasado ni a una "pesadilla". "Si pierdo, que me quiten lo bailao. Esto ya va a aparecer en la historia. De aquí a cincuenta años aparecerá o Retegi Bi campeón o subcampeón. Eso queda para siempre", dice. Mordiscos con sabor a papel. "En la wikipedia supongo que saldré", sostiene entre risas. "¡Que me quiten lo bailao!", repite.

vida sin reloj Empadronado en Eratsun, Julen Retegi vive a caballo entre Mutiloa y el pueblo. El delantero navarro, no obstante, prefiere la vida sin reloj. El día a día en el silencio de Eratsun. "Allí descanso mucho mejor. No vives con la necesidad de levantarte a una hora. Da igual que duermas más o menos, descansas más", confiesa. Así que, el plan previsto antes de la final del Manomanista pasa por acercarse unos días. De hecho, este fin de semana previo a un encuentro de tamañas características lo ha pasado allí. Forma parte de cierta rutina en su ADN. Es un desahogo. También Oinatz, su hijo, de apenas diez meses, nacido el pasado 9 de agosto. Recordaba tras superar a Idoate en la semifinal de Iruñea que el hecho de pensar en él y estar con él le había dado otra perspectiva para no comerse tanto la cabeza. "Con él desconectas. Tienes que hacer las labores de padre, ya tiene edad en la que empieza a hacer las típicas tonterías y te ríes mucho con él. Al final, es tu hijo y lo importante es él", manifiesta. Por ejemplo, cuentan que Patxi Eugi -botillero de su rival- fue padre el viernes anterior a la final del Manomanista de 2000 y, puro ímpetu, el de Agoitz eso le calmó el nervio de salida: 10-0 a Beloki. Rompió el partido. Ganó a Rubén 22-13.

Además, Retegi pasa tiempo con Iker Arretxe y juegan a la "Play". "Así desconectamos. Solemos darle al Call of Duty o al FIFA, más que nada por cambiar de aires. A veces ya haces mala hostia, pero pasas buen rato", declara. Lo dice con una sonrisa, porque Julen está feliz. Después de una carrera dedicada a la pelota, ha alcanzado una cota que parecía poco probable al comienzo del campeonato, más que nada por el cruce de Aimar Olaizola en el horizonte. "¿Quién me lo iba a decir?", se pregunta Julen, un tipo sincero: "¿Por qué no serlo? Si dices las cosas con respeto es mejor decirlas que guardarlas. Soy claro. Las cosas hay que decirlas como son y si te sientan mal".

Sonrisa en ristre, no se esconde nunca el manista de Eratsun. Forma parte también del prólogo de su vida, como su apellido, como su estilo. En gran medida, como él mismo. "Todas las noches antes de irte a dormir te aparecen imágenes de lo que puede pasar en el partido, pero yo no soy de llevarlo planificado. Mejor improvisar desde el principio", advierte con dosis de anarquía en sus palabras, aunque la realidad confirma que su vena clasicómana le impregna hasta el tuétano. Contra Irujo saldrá a "disfrutar" y a imprimir seis letras más en la wikipedia.