Una joya de Jesé adorna el pase del Real Madrid a semifinales
MADRID. Fue casi la única buena noticia de un choque en el que Carlo Ancelotti revolucionó el once para dar descanso a muchos de sus jugadores. Era una buena ocasión, la eliminatoria estaba casi sentenciada con el choque de ida (0-1 en Cornellá-El Prat) y por eso el técnico italiano sentó en el banquillo a Pepe, Marcelo, Benzema y Carvajal. A Luka Modric ni siquiera le permitió lucir su figura con los suplentes. Se quedó en la grada.
El croata acumulaba muchos kilómetros en sus piernas. Pese a que estaba siendo uno de los mejores en los últimos encuentros y su presencia se antojaba fundamental (ya casi lo es casi siempre), necesitaba un respiro. Un jugador de sus características, un auténtico corredor de fondo oculto, merecía un reposo. Y más cuando aún queda por disputarse la etapa más importante del curso.
Asier Illarramendi ocupó su hueco y se colocó junto a Xabi Alonso en las labores de creación. Maestro y alumno codo con codo desde el inicio, algo difícil de ver este año. Con los dos, el Madrid funcionó a medias, sobre todo tras el tempranero gol de Jesé Rodríguez, que calmó los ánimos con casi todo ya listo para que el cuadro blanco lograra el pase a semifinales.
Eso sí, el gol del canterano madridista fue de los buenos. Jesé está aprovechando casi todas las oportunidades de las que dispone. No son muchas, pero aparece casi siempre. Hoy jugó donde lo hace Gareth Bale, en la banda derecha, para ver el triunfo la lógica.
El galés parece perdido jugando en ese puesto que muchos denominan "a pierna cambiada". Es un error. Un zurzo cerrado pierde muchas opciones para dar buenas asistencias a la primera, sin tener que cambiarse el balón de pie. Eso sí, su posición para disparar es buena, pero en eso el galés no anda fino.
Ancelotti a lo mejor meditó todas esas observaciones. Sobre todo cuando Jesé controló con una calidad extrema un pase monumental de Xabi Alonso, que desde 40 metros sirvió a su compañero más de medio gol. Sólo tuvo que apuntar al hueco que dejó Casilla para abrir el marcador en el minuto siete.
El resto del primer acto mostró una consistencia en todas las líneas por las que suspira Ancelotti. En eso estará contento el italiano. No hay fisuras ni en la zona de arriba ni en la de abajo. Y eso lo agradece Iker Casillas, que batió un récord de imbatibilidad tras superar los 658 minutos que aguantó Paco Buyo hace años.
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