bilbao. No es nuevo, ni mucho menos, el gusto del Bilbao Basket por las emociones fuertes. Lo lleva escrito en su ADN, tatuado a fuego. La efervescencia llevada al límite, la agonía de los últimos segundos, los finales de funambulista sin red de protección en los que sus incondicionales echan de menos un desfibrilador al alcance de la mano. Así ha acontecido muchas veces a lo largo de su historia, con infinidad de situaciones límite en su recopilación de greatest hits. Ocurre que muchas veces el deporte, como la vida, es un estado de ánimo y la mirada del tigre parecía haber abandonado a los hombres de negro en esos finales de infarto. Los lanzamientos de moneda al aire se empeñaban en salir cruz cuando el equipo vivía apagado, sin chispa. Pero los de Rafa Pueyo viven inmersos ahora en un nuevo amanecer, envueltos por un ecosistema mucho más favorable. Su trabajo les ha costado invertir la dinámica, qué duda cabe. Algo cambió en la vida del conjunto vizcaino cuando el Charleroi le devolvió el pulso continental ganando en Oldenburg, pues desde aquel día el Bilbao Basket transita con mucha mayor solidez, negociando los episodios a vida o muerte con mano de hierro.
Mucho de todo tuvo que poner ayer sobre la cancha para sobrevivir a un derbi vasco que fue un auténtico partidazo de principio a fin. Mucho aplomo, esfuerzo, acierto, pizarra, descaro y entrega para tumbar la resistencia de un Laboral Kutxa casi siempre a remolque pero competitivo y peligroso cuando el partido llegó a su fase decisiva. Tanta fue la agonía que el duelo precisó de una prórroga para que se dictara sentencia. La forzó el Baskonia al fallar adrede Hanga un tiro libre y convertir tras rebote ofensivo Hamilton una canasta que establecía un empate a 80 puntos que Raúl López no fue capaz de romper en los dos segundos finales. Pero en el tiempo extra los anfitriones supieron manejar la situación con pulso de cirujano. Lo hicieron a lomos de Dairis Bertans, ese cohete que se ha convertido en todo un tesoro. El letón se echó al equipo a la espalda en los cinco minutos extra y con diez puntos de todos los colores -un triple, una penetración, un dos más uno y dos tiros libres- acabó poniendo el candado a un choque excelente, jugado de poder a poder.
Pero antes de que ese tipo que disfruta tomando cafés en las terrazas bilbainas sin importarle que la temperatura se acerque a los cero grados destapase el tarro de las esencias y diera rienda suelta a sus prodigiosas piernas, el Bilbao Basket tuvo que realizar un magnífico trabajo coral para llevar el partido por los derroteros que le convenían. La pizarra de Pueyo, certera, logró alejar del aro a los interiores baskonistas hasta hacerles perder incidencia en el juego y confeccionó una retaguardia solvente y solidaria, granítica en muchos momentos; Germán Gabriel se puso el frac de las grandes ocasiones para ofrecer un clínic de juego al poste ante un impotente Lamont Hamilton, Axel Hervelle optó por las pinturas de guerra para sumar puntos y rebotes (12 en ambos apartados estadísticos), Raúl López asió con fuerza y temple la batuta... y cuando la temperatura ambiente subió hasta el límite nadie dio un paso atrás sino dos al frente, ya fuera para no dudar desde los tiros libres o capturar el rebote ofensivo que marcara la diferencia. Uno para todos y todos para uno.
Ingresó en cancha el Bilbao Basket con los cinco sentidos alerta y no tardó en controlar el duelo con Germán imponiéndose en ambas zonas El esperanzador 24-18 al final del acto inicial tuvo además continuidad cuando Pueyo activó a toda la segunda unidad. Buenos minutos de Vrkic, Kavaliauskas muy serio ante un Pleiss diluido por sus tres faltas... Fluía el Bilbao Basket y las rentas comenzaron a moverse por encima de los diez puntos. El Baskonia se vio contra las cuerdas, pero la vieja guardia formada por Nocioni y, sobre todo, San Emeterio acudió al rescate y logró que el marcador al descanso no fuera tan dañino (45-38). En la reanudación, los de Scariolo encontraron cobijo en la línea de 6,75 y consiguieron acercarse a tres puntos. Sin embargo, se rehicieron los locales merced a su dureza defensiva y a los puntos de Hervelle para llegar al cuarto acto con 60-51. La efervescencia de Ilimane Diop insufló energía a un Laboral Kutxa que fue recuperando terreno hasta ponerse 73-75 por delante, pero fue el Bilbao Basket el que tuvo el partido en su mano con un 80-77 a ocho segundos del final, pero entre Hanga y Hamilton dibujaron el tiempo extra. En él, Bertans puso en órbita a los locales (92-89), Heurtel se precipitó en una acción vital y Hervelle y Raúl no perdonaron con los tiros libres.
1juego interior El Bilbao Basket ganó gran parte de la batalla en la parcela donde parecía que el rival podía tener ventaja: en el juego interior. Germán Gabriel estuvo magistral tanto defendiendo como atacando ante Hamilton (20 puntos y 9 rebotes) y Hervelle se creció bajo los aros (12 puntos y 12 rebotes). Pleiss no tuvo incidencia en el juego.
2dureza Los de Pueyo no se vinieron abajo cuando dejaron escapar la oportunidad de resolver el duelo en el tiempo reglamentario y llevaron siempre la iniciativa en la prórroga.
3bertans El 'cohete' letón fue el gran referente en las filas locales dentro del tiempo extra. Anotó desde los 6,75, penetro con mucho filo, no se amilanó en los tiros libres y firmó un 'dos más uno' vital a 1:49 del final.