bilbao. Estaba Kipruto, la estrella emergente, una gacela keniana, joven, ágil y fuerte -actual campeón del mundo junior-, que llegaba invicto a Moscú esta temporada. Estaba el chaval, que promete, que viene no bueno, sino buenísimo, que es el futuro, claro, pero no aún el presente porque los 3.000 obstáculos siguen siendo la sabana de Ezekiel Kemboi, su reino, como lo fueron en la primera mitad de los años 90 de Moses Kiptanui, la leyenda keniana que ganó tres mundiales consecutivos antes de retirarse para descansar en el mausoleo del atletismo. Hasta ese lugar mágico llegó ayer Kemboi saltando sobre los muelles de sus piernas de espiga para conquistar su tercer título mundial consecutivo, como el viejo Moses. Ganó y se puso a bailar. Estrena coreografía cada vez que atrapa un oro. Lleva tres danzas.

Kipruto le vio bailar desde su consuelo de plata. Trece años más joven que Kemboi, de 31, sabe que es el elegido para sucederle en el trono de los 3.000 obstáculos y sabe, también, la importancia de respetar las jerarquías, el orden establecido mientras espera el relevo que llega de forma natural, por la fuerza de la realidad. A Kemboi le pasó lo mismo cuando era joven. Fue tres veces plata en los Mundiales hasta que pudo escalar el último peldaño. De ahí, de momento, no se baja.

Kemboi llegaba a Moscú con la mejor marca del año (7:59.03 en París), pero había caído en ese trayecto dos veces ante Kipruto (en Oslo y en Nairobi), el joven invicto que marcó el ritmo durante el primer kilómetro. El segundo lo cubrió en cabeza Kipsiele Koech con Kemboi, rey de la manada, siempre bien guardado, arropado. Solo salió a 200 metros. Para ganar. Y bailar.

A su estela llegó Kipruto, su sucesor natural, y poco después el francés Mahiedini Mekhissi-Benabbad, actual campeón de Europa, que aguantó el ritmo de los dos kenianos hasta la última ría para caer después, exhausto, en la recta final. Su consuelo, el bronce. Oro en el reino de los kenianos.

Si celebrara de esa manera un título, bailando, Allyson Felix se habría dejado las caderas sobre el tartán. La velocista tiene ocho títulos mundiales y si gana hoy los 200 metros superará a Carl Lewis y Michael Johnson como la atleta más exitosa de la historia de los campeonatos. También tiene opciones de conseguirlo en el 4x100 y en el 4x400. "Estoy muy emocionada", reconoció la estadounidense tras ser la más rápida de su semifinal en los 200. Su gran rival es la campeona mundial de 100 metros, la jamaicana Shelly-Ann Fraser-Pryce, que también ganó ayer sin problemas su serie.

"Sé que he hecho historia", dijo por su parte Caterine Ibargüen, que no sabía hasta ayer lo que era ganar un título mundial. Ni ella ni su país, Colombia. El primer oro colombiano en la historia del atletismo llegó en el triple salto. "Sé que (la medalla de oro) va a ser la primera de muchas porque ésta es la prueba de que sí se puede", celebró Ibargüen, plata olímpica en Londres y bronce en los pasados Mundiales de Daegu "Siempre he ido por la dorada. Me sentí ganadora solo después de mi sexto salto". Ekaterina Koneva se colgó la plata, mientras que Salahuda tuvo que conformarse con el bronce.