bilbao. Se acabó parte del sueño de un modo brutal y descarnado. Mikel Urrutikoetxea, que deseaba la final, se quedó bañado en la realidad de un Aimar Olaizola punzante y correcto, que manejó los tiempos de una semifinal que empezó cuesta arriba, porque Mikel, un martillo, enmudeció al campeón a base de golpes de genio y furia, reventando el frontis y a Aimar. No pudo contener en ese inicio Olaizola II al delantero zaratamoztarra por motivos evidentes y dos razones colgantes a lo ancho de su espalda. A vista de águila comenzó Mikel. Alto. En una atalaya. Pero el campeón ejerció de eso, de campeón, para arrebatar las briznas de dudas

Duración: 53:32 minutos de juego.

Saques: 3 de Olaizola II (tantos 10, 15 y 17) y 2 de Urrutikoetxea (tantos 9 y 11).

Faltas de saque: 1 de Urrutikoetxea.

Pelotazos: 251 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 14 de Olaizola II y 4 de Urrutikoetxea.

Errores: 6 de Olaizola II y 4 de Urrutikoetxea.

Marcador: 1-3, 3-4, 4-5, 6-6, 7-6, 10-7, 11-7, 18-8, 19-12 y 22-12.

Botilleros: Ejercieron de botilleros Asier Olaizola (con su hermano Aimar Olaizola) y Josetxu Areitio (con Mikel Urrutikoetxea).

Apuestas: De salida se cantaron posturas de 100 a 20 favorables a Urrutikoetxea.

Incidencias: Eliminatoria de semifinales del Manomanista de la LEP.M disputada en el frontón Bizkaia de Bilbao. Media entrada. 1.400 espectadores.

de encima. Fue arrollador cuando lo necesitó sin sacar en exceso el colmillo ni el gancho. Demolió a un contrincante correoso y complicado en una tacada en la que Urruti no gozó y su contrincante aprovechó para sacar más oficio que genialidad. No obstante, en la hoja de servicios de Aimar no puede obviarse su buen hacer en los tantos, pero el mayor daño fue con el saque y las cruzadas.

El inicio puso varias cosas sobre la mesa: que Urruti tiene dentro un campeón, que Aimar no dudaba con la derecha y que los intereses del vizcaino pasaban por poner a su contrincante por detrás del cuatro, evitando el radio de acción del gancho de zurda. Fueron momentos de fe y palos. Urrutikoetxea salió desbocado, sin freno. Fresco en el golpe, su arrojo no tenía adversario. Olaizola tenía que apurar el tanto con el freno de mano echado, atrás, entregando, vendido. Varado. Porque la izquierda de Mikel era un ventarrón, pero su derecha una tormenta tropical. Dominó, mandó y pareció haber crecido entre la presión de una semifinales de tales características. Primero, Mikel forzó a Aimar atrás hasta reventarle; después, este erró, y, por último, le asaetó hasta que encontró una dejadita a pie de frontis. Un suspiro. Y a seguir.

Pero Aimar no es cualquiera. Gana batallas aunque no esté, aunque se encuentre perdido en la infinidad de la chispa, que viene y que va, tan caprichosa ella. Y devolvió el golpe. Se abrazó el luminoso hasta en tres ocasiones en las que Olaizola no parecía del todo convencido de cómo estaba. No tenía chispa, en parte por lo obligado que estaba.

la revolución de Aimar Pero Aimar desplegó el pelotari total que es en cuanto tuvo la oportunidad. Sacó buena tajada tras el empate a seis con cuatro tantos seguidos; sin embargo, la estocada vino porque Urrutikoetxea cometió una falta de saque, que se fue demasiado larga, con el 10-7 y la oportunidad de volver a meter la cabeza en el partido. Fue el principio del final. Olaizola II, entonces, con su pelota desplegó su genio y aplastó de un plumazo las opciones de su rival, que además se encontraba en un bache físico que le dejó muy tocado en el marcador.

Ocurre que, en un tramo de dominio goizuetarra, Mikel no supo darle la vuelta al cuerpo y jugó entregado a una causa perdida, rebelde pero moribundo. Y es que, la grandeza del navarro fue la de saber contemporizar, sacar y mantener al de Zaratamo sin oportunidad de mandar. Además, el bajón supuso un problema a la hora de golpear el cuero que acabó con la mejor arma de Urruti.

Fueron siete tantos consecutivos de Aimar secuestrando a su adversario entre la pared y las tablas, moviéndolo de un lado a otro. Un máster en cómo afrontar un partido con cabeza. Desfondó a Mikel y se lanzó en el luminoso hasta el 18-7. Y cuando Olaizola II tiene una renta tan enorme es casi imposible de recortar. Fue un jarro de agua fría para la esperanza vizcaina, que amanecía entonces maniatada por los rigores del tiempo y el marcador. Una brecha insalvable totalmente. No obstante, volvió a aparecer la imagen del Urrutikoetxea más ambicioso y valiente hasta el 18-12. Se lanzó al despliegue con el golpe, avaricioso por un resultado mejor. Porque su sueño es infinito, tan largo como el tiempo y tan ancho como sus esperanzas. Mikel cumplió su parte hasta que se topó de nuevo con el muro goizuetarra. Intentó dominar, peloteó y pegó, pero no hubo suerte. Si bien acabó fresco con el golpe, pero no tuvo el colmillo afilado.

Aimar Olaizola se coronó desmontando a Mikel, que podrá resarcirse ante Oinatz por el tercer y cuarto puesto en el Astelena de Eibar. Aun así, el de Goizueta llega sin grandes alardes a su tercera final del Manomanista consecutiva frente a Juan Martínez de Irujo, reeditando la edición anterior. Quizás el de Ibero aterriza con la vitola de favorito por cómo está jugando, pero cuando está Aimar de por medio...