SÍ?", dice Aimar Olaizola, como despistado. "¿Hace ya diez años de eso?", pregunta. "¡Cómo pasa el tiempo!", apostilla el goizuetarra. "Aquel fue el Cuatro y Medio que jugué contra Otaegi y estos", recuerda. El tiempo, inexorable, no olvida cómo aquel curso, el de 2002, hace ahora diez años, fue en el que el menor de los hermanos Olaizola se llevó la txapela del Cuatro y Medio cuando venía desde abajo, en un torneo trufado de buenas sensaciones, de grandes partidos. Fue su primera txapela en Primera -antes ya había ganado el Manomanista de Segunda en 1999 contra Hirigoyen-. "Es buena señal que pase rápido", declara el navarro. "Empecé desde abajo y fue un campeonato duro, en el que tuve que pelear mucho", añade.
Uno a uno se fue deshaciendo de todos sus contrincantes: en primera ronda, tumbó a Fernando Goñi en Balmaseda (5-22); en la segunda, a Richard Tirapu en Iruñea (7-22); en dieciseisavos, a Juantxo Koka en Oiartzun (6-22); en octavos, a Iban Otaegi en Zegama (7-22); y en cuartos, a Rubén Beloki en el Labrit (7-22). Cuando llegó a la liguilla de semifinales junto a Abel Barriola, Mikel Unanue e Iñaki Esain ya era toda una sensación. Después ganó a los tres siendo el encuentro contra el guardaespaldas el más complicado y duro. Barriola también cayó en la final (13-22). "Cuando me preguntan siempre digo que uno de los mejores partidos fue la semifinal que jugué contra Abel en Iruñea. Gané 22-18. Fue un partido duro y siempre han dicho que es uno de los mejores del Cuatro y Medio", recuerda el goizuetarra. "Le dimos cuatrocientos y pico pelotazos -fueron 445-", relata, por su parte, el magnífico zaguero lei-tzarra. "Hay que tener en cuenta que aquel partido se jugó con otro concepto. Los dos planteábamos el partido a bote y jugamos a ritmo muy fuerte. Fue durísimo, un duelo como los de antes. Recuerdo que acabamos los dos vacíos", analiza Abel, que, hasta el envite de semis contra Olaizola, solamente había conocido la derrota ante dos grandes pelotaris, Beloki y Unanue, dentro de la jaula en 25 meses.
"De la final ya ha pasado un montón de tiempo", afirma Barriola, quien agrega que "yo llegaba como vigente campeón y él hizo un gran campeonato, desde abajo hasta arriba. Además, fue el primero en el que se instauró la liguilla de semifinales. Y me ganó más fácil en Gasteiz que en nuestro anterior enfrentamiento, el del Labrit".
Asimismo, explica Barriola que de la final no tuvo buen recuerdo. "Con el material se pasaron, no encontré pelotas de mi gusto en todo el lote y no me quedó un buen sabor. Fue un material muertísimo que me pareció malísimo", concreta el zaguero de Leitza. Por entonces, planteando una final puramente centrada en el juego a bote, el barbilampiño Aimar Olaizola, que tenía apenas 23 años, desarboló a su contrincante. Hasta coronarse como rey en el Ogueta. Apenas unos meses después de la creación de la Liga de Empresas, le llamaron para la gloria las musas pelotazales, por su juventud y su precocidad en vísperas del cambio de año. Diez cursos después, Aimar puede repetir la historia este domingo en el mismo escenario.