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El 'experimento' dublinés

Seis manistas viajan con Euskadi para jugar el Mundial de 'handwall' en Irlanda

El 'experimento' dublinésFOTOS: EPF

CADA esquina de Dublín tiene una pincelada folclore. Cada pub es una fiesta. Cada puente, una cascada de turistas, que encuentran su culmen entre la cárcel de Kilmainham, el Ha'Penny Bridge, la fábrica de Guinness y el Trinity College. Alrededor de 2.000 pelotaris recorren desde el jueves cada una de esas aristas de la capital irlandesa, que se haya inmersa en mitad de la celebración del Mundial de handwall, en la que entran en liza dos modalidades: el four wall, en el que se utilizan las cuatro paredes, e incluso el techo; y el one wall, parecido a la plaza libre, donde solamente hay un frontis y no hay chapa. Y Euskadi competirá como selección, a partir de mañana en la segunda modalidad. Seis manistas parten hoy a Dublín, vía Madrid, para tratar de hondear la ikurriña en lo más alto del podio.

"Esta será la tercera vez que Euskadi compite en el Mundial", analiza Kepa Arroitajauregi, técnico de la Federación vasca de pelota que parte con los seis participantes para la capital irlandesa. "En 2003 se nos abrió la puerta del one wall y fuimos a participar en el Mundial, también en Dublín. Era un experimento", evoca Kepa, quien apostilla que "para preparar la iniciativa y poner a nuestros manistas al nivel necesario trajimos a Paul Bray, uno de los pelotaris más famosos de Irlanda, hasta Durango durante una semana para que preparara a nuestros pelotaris". Relata el técnico que la experiencia fue satisfactoria en one wall, no así en el four wall, "una disciplina mucho más compleja para nosotros en la que andas como una marioneta y se necesita muchísima preparación" y en esa cita los vascos se llevaron dos títulos. Etxebarria triunfó en Individual y González-Martín, por parejas. "Pero fue en segundo nivel. Nosotros nos fajamos en categoría A; mientras que los americanos, portorriqueños y demás lo hacen en Open, la máxima categoría de la especialidad", sostiene Arroitajauregi, quien analiza claramente el por qué del nivel de los estadounidenses en la modalidad: "Están todo el día en la calle jugando. No podemos competir con eso".

No se perdió el contacto tras el Mundial y se siguieron organizando cosas junto al Irish Handball Council hasta que la tricolor volvió a la competición en Edmonton en 2006. También fue un éxito. "En el nivel A llevamos a cuatro pelotaris al Individual y quedaron los cuatro primeros", desgrana Arroitajauregi. Egoitz Amantegi dobló triunfos, consiguiendo el título por parejas con Erroizenea y en Individual, completando el podio en el mano a mano los hermanos Erauzkin.

ausencia en portland Manifiesta Kepa Arroitajauregi que "en 2009 el Mundial fue en Portland, pero no pudimos ir. Así que llevamos casi seis años sin competir". Aun así, la Federación de Euskadi ha tenido presente el one wall y ha organizado a nivel vasco campeonatos en los que siempre la participación ha sido importante y "a todos los que han probado la disciplina les ha encantado".

Así, el equipo de Euskadi estará compuesto por seis manistas, divididos en tres categorías: chicas, sub'20 y senior. Itsaso Pradera y Amaia Araistegi, las dos de Mallabia, competirán en féminas y desvela Kepa que "pueden hacer un buen papel. Itsaso es fija y Amaia, aunque solamente tiene 15 años, tiene mucha soltura". Ekhi Ziarrusta y Mikel Larrañaga se medirán en sub'20 y, según afirma el técnico, "son aún una incógnita, pero confiamos en ellos". Entre los mayores, Iker Gordon y Aitor Erauzkin buscarán suceder al gran Egoitz Amantegi, quien no puede acudir al evento. "Iker es un poco la figura emergente de la especialidad. Es un pelotari que se desenvuelve bien en cualquier modalidad: trinkete, one wall, frontón... Y es el primer vasco que ha ganado a un americano, a Joe Priola. Además, Aitor aportará mucha experiencia al conjunto y ejercerá también labores de técnico", relata Kepa, quien apostilla que "nos hará falta suerte en los emparejamientos, pero vamos con muchas ganas e ilusión". Todo para que ondee la ikurriña en lo más alto del podio de aquel experimento dublinés.