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Camina o revienta

Titín y Merino II, quien fue el mejor del partido, se llevan lafinal del Parejas ante unos Xala y Laskurain poco resolutivos

XALA-LASKURAIN 15-22 TITÍN III - MERINO II

Agrandó su estatus y su sombra, ya de por sí espigada, el menor de los hermanos Merino, aguantando los envites de una filosofía de juego errónea planteada por Yves y Lasku. Las opciones del lapurtarra y el de Soraluze desfilaron en una declaración de intenciones clarísima: tirar hacia atrás a Merino y reventarle hasta que cayera sin ninguna posibilidad de levantarse. Pero ni tanta carga de trabajo le tumbó ni enfrentarse a un Aritz imperial, con golpes de clase -como un cuero que mandó al rebote colocando en el luminoso el 13-19-, le achantó. Mientras, Titín remataba al txoko toda pelota que se aceraba zumbando por sus dominios, porque a Yves le costaba entrar en el debate cerca del frontis y Augusto aprovechaba esta circunstancia para volcar su colmillo en el rincón. Pero lo de Merino fue impecable. Dirimiendo medio partido entre David y Aritz, porque fueron los mejores y, sin duda y exceptuando a Aimar Olaizola, los grandes protagonistas del campeonato, se mataron el uno al otro a base de cañonazos. Si bien Merino hacía daño con la zurda, el brillo de las manos de un Laskurain con el cuchillo entre los dientes significaba reptar entre trincheras y enfrascarse en una guerra abierta por la hegemonía en los cuadros largos. No obstante, aunque Xala no exhibió esa forma de crear que asusta, su manera de extender la pelota y alargar los tantos hasta las últimas losas fue intachable, obligando a David a exprimirse y al delantero de Tricio a esperar al remate más de lo habitual. Pero ni Xala es tan Xala cuando juega sin la escuadra y el cartabón, ni arrear atrás era el camino para abatir a los riojanos, un acorazado potente, unido y sin fisuras.

La virtud de los colorados a la hora de exprimir a sus contrincantes físicamente tuvo sus frutos al tirar por tierra los gemelos de David, de los que ya sufrió en Gasteiz hace un mes. Tiritándole las piernas y con el corazón parado, se retiró a vestuarios con el 10-17 en el marcador. Antes, a base de esfuerzo, habían abierto una brecha enorme a partir del 6-9, con tantos geniales como el que significó el 7-14, en el que Yves falló un golpe que buscaba atrasar mucho la pelota mientras Titín se defendía con cuatro voleas desde el siete. Así las cosas, avisó Merino II que se iba fuera. Cariacontecido y abrochado a la duda se fue. Pero volvió y siguió, alargando una agonía bestial y espectacular. El de Tricio, se colocó en compás de espera, quitándole el aire a su compañero, para que no se le exigiera tanto.

último tramo sufrido Después, con la fisura que tenían los azules vigente, porque no inquietaban sus rivales -poco resolutivos y que sufrieron con las pelotas presentadas por los riojanos-, se hicieron fuertes, pero el fuelle que gozaban fue muriendo minuto a minuto. Laskurain, tras todo el envite de despliegue físico increíble, empezó a notar síntomas de cansancio y los cuádriceps le subyugaron. En el súmmum del esfuerzo, del éxtasis espídico del resuello y el sufrimiento, con el 14-21 y tras abonarse a su pelota el zurdo de Lekuine y Aritz, los colorados buscaron las cosquillas de sus rivales cargando sobre un Merino sufriente e inmiscuido en una pasión sin límites. David aguantó lo que le aguantaron sus vigas, sus piernas. Y tirado en el suelo, con Xala maltratándole, resistió y resistió, con ayuda de Titín, hasta terminar en el txoko, sentado, incapaz de levantarse y las piernas crepitándole de dolor. El de Lekuine, en un tanto enormemente duro, se preguntaba en mitad del tanto qué podía hacer para acabar con los irreductibles riojanos, duros como rocas e infranqueables como un muro. En esa letanía de golpes y desesperación -en el que Yves fue injustamente silbado por algunos sectores de la afición- sacrificaron los colorados sus balas y sus cuerpos con el 14-21. Hasta acabar los tres pelotaris tirados en el suelo de vestuarios mientras Augusto esperaba pacientemente en la cancha en una escena terrible.

El blues de gritos mudos y silencios atronadores bailaba en el graderío, casi por completo riojano, y en las sillas. Pero, los tres volvieron de la incertidumbre. Y se reincorporaron a la batalla, sobre todo Merino, quien ante la amenaza de morir en la orilla sacó ímpetu del alma y el corazón. Entonces, Laskurain tiró la pelota al colchón de arriba en un ejercicio honesto de buscar tumbar a David, como durante toda la final, y llegó el delirio: Reventó el frontón, Titín encontró descanso y Merino II caminó hasta la txapela.