Al Liverpool le toca la lotería en los penaltis
Alza el título en los penaltis tras fallar Anthony Gerrard, primo del jugador 'red'
BILBAO. Steven había fallado el primer lanzamiento en la lotería de los penaltis y el Cardiff, de repente, se situó en el mítico Wembley a escasos centímetros de la gloria. Pero la suerte no quiso acompañar al modesto equipo galés, como sí ocurrió en la prórroga, y, casualmente, Anthony Gerrard, primo del jugador red, fue el encargado de otorgar el título de la Carling Cup al Liverpool al errar el último disparo. Tres fallos, demasiados, condenaron al aspirante en el ingrato modo de repartir el premio que se había ganado a lo largo de 120 minutos en su condición de club de Segunda categoría, en la que milita y es sexto clasificado, peleando por la promoción de ascenso. Para los de Anfield el cetro supone una aspirina para su larga travesía en el desierto de los grandes en Inglaterra, aunque de momento le coloca ya la próxima temporada en la Europa League pese a que no logre el billete en la Liga.
El primer golpe lo dieron los galeses en el minuto 19 merced a la pericia de Joe Mason, que aprovechó un centro de Kenny Miller para batir a Reina. El Liverpool, que se alzó con su octavo entorchado, el primero tras el que consiguió en 2003 y que le erige en la entidad más laureada en la competición de la cerveza, que da nombre al torneo, no pudo equilibrar la balanza hasta que el choque se adentró en la hora de juego, gracias a un remate del hábil eslovaco Martin Skrtel. Para entonces, el Cardiff ya había decidido guarecerse en la cueva a expensas de una contra que le colocara en disposición de hacer saltar la banca, obligando a Heaton a una cascada de apariciones para evitar lo obvio.
Con el encuentro en la prórroga, el holandés Dirk Kuyt, suplente al inicio, saltó al campo en detrimento de Carroll y le bastaron solamente cinco minutos para perforar la red y llevar la sonrisa a la faz de Kenny Dalglish. Todo parecía visto para sentencia para todo el respetable, menos para el Cardiff, que lejos de bajar los brazos definitivamente se lanzó al ataque con una reacción inesperada y, a dos minutos del carpetazo, Ben Turner empató tras un córner y previo aviso en la acción precedente. La tanda de penaltis estaba servida.
Con este éxito, el Liverpool encara la recta final de la campaña con algo potable en el bolsillo y con opciones de reeditar algo semejante en Copa, donde aún compite en cuartos. Para la hinchada red saborear la Carling quizás sepa a mal menor, pero para los responsables del club, y para su entrenador, quizás suponga la transición hacia paraísos más golosos. Al menos, le acompaña la suerte.