BILBAO. Si siete días atrás las 10.000 almas que llevaron al Bilbao Arena a su máximo punto de ebullición disfrutaron como nunca de la gloria, del dulce sabor de romper otra barrera histórica a costa del vecino, ayer les tocó agachar la cabeza y pasar de un nuevo éxtasis a la desazón en una fracción de segundo, en el tiempo justo en el que el balón pasó de abandonar la yema de los dedos de Fernando San Emeterio a besar la red para colocar el 79-80 en el mismo momento en el que el bocinazo daba por concluido el derbi vasco. El Gescrap Bizkaia, que había funcionado a impulsos y al que la actuación arbitral había colocado más piedras de las normales en el camino, obligándole a remontar una desventaja de diez puntos en el tercer cuarto, consiguió llegar a los últimos segundos de la contienda en una situación ventajosa, en un panorama en el que habitualmente se desenvuelve a las mil maravillas. Pero esta vez la suerte, fundamental en el deporte, le dio la espalda. Con 78-77 a nueve segundos del final, Vasileiadis, hombre de hielo en estas circunstancias, se dirigió a la línea de tiros libres para poner la puntilla al duelo, pero falló el primer lanzamiento, algo muy poco habitual en él, y dejó un resquicio abierto a la remontada de los de Ivanovic. Katsikaris decidió apostar por defender la última jugada en lugar de cometer falta, pero una ayuda demasiado larga en la última defensa dejó solo a San Emeterio en una esquina. El cántabro, que llevaba un pésimo dos de catorce en tiros de campo, se levantó sin nada que perder y clavó un dardo en el corazón de Miribilla, un triple que aleja aún más el billete copero del horizonte de los Hombres de Negro.
Fue un final dramático para un partido extraño y muy poco académico en el que quedó la sensación de que los locales podrían haber solventado la papeleta sin grandes agobios si hubiesen hecho gala de una mayor regularidad. Pero no fue así. Al Gescrap Bizkaia le faltó temple y continuidad y le sobraron errores y dosis de precipitación, factores que unidos a un criterio arbitral totalmente injusto hicieron que el choque llegara abierto a los segundos finales, donde la fortuna demostró su costumbre de ir por barrios. Esta vez se olvidó de Miribilla.
El arranque de la contienda fue un claro ejemplo del momento por el que han atravesado ambas formaciones en la última semana. El Gescrap Bizkaia compareció dinámico, rebosante de confianza, con la alegría en el juego que da jugar a favor de viento, mientras que el Caja Laboral saltó a cancha sombrío, dubitativo, con sus principales referentes aún rumiando la eliminación continental. Estos dos estados de ánimo tan dispares tuvieron una incidencia clara en el luminoso. Con Blums celestialmente inspirado desde la línea de 6,75 y Jackson ofreciéndole respaldo, los pupilos de Katsikaris no tardaron en amagar con romper el choque por la vía rápida, pero su 16-8 careció de continuidad. Un par de personales evitables permitieron al Baskonia acceder a la línea de personal y además, en un abrir y cerrar de ojos, el orden y concierto de la ofensiva bilbaina saltó también por los aires, insuflando aire en los pulmones alaveses (23-22 al final del acto inicial).
Así las cosas, el duelo se convirtió por momentos en un correcalles sin sentido, en una sucesión de errores por parte de ambos bandos, que durante los cuatro minutos iniciales del segundo cuarto no fueron capaces de mover el marcador. Un triple de Mumbrú interrumpió el calamitoso trance, pero acto seguido Teletovic activó su fina muñeca y, con 11 puntos prácticamente consecutivos, devolvió el control del choque al Caja Laboral, que agradecía que el Gescrap Bizkaia siguiera sin encontrar el ritmo del arranque de la contienda y lograba merced a ello alcanzar el ecuador con un 36-39.
FALTA Y TÉCNICA En la reanudación, los Hombres de Negro siguieron sin lograr la serenidad necesaria para gobernar el duelo y, además, las pérdidas de balón empezaban a pesar como una losa. Para desquiciar todavía más el partido, los árbitros decidieron convertirse en protagonistas de lo que acontecía en cancha en lugar de limitarse a impartir justicia. Con 45-48 no se contentaron con sancionar con falta un soberano tapón de Fischer sobre Prigioni, sino que señalaron una técnica por protestar a Banic, facilitando el despegue baskonista. El 47-57 amagó con romper el duelo, pero el Gescrap Bizkaia no solo no besó la lona, sino que entre el final del tercer cuarto y el arranque del último enlazó un parcial de 16-3 para retomar el control del duelo (63-60).
Los anfitriones parecían recuperar sus señas de identidad, pero Teletovic y Prigioni se multiplicaron para evitar el hundimiento alavés. Dos tiros libres fallados por el bosnio llevaron el jolgorio a la grada, que veía el triunfo al alcance de la mano, sobre todo cuando vio que era Vasileiadis el hombre que se disponía a colocar la guinda desde la línea de personal. Pero Kostas demostró ser humano y dejó abierto una rendija por la que se coló San Emeterio para congelar Miribilla.