OLYMPIACOS 88-81 BIZKAIA BB
Bilbao. Hizo lo que quiso, como quiso y cuando quiso. Asumió toda la responsabilidad del Olympiacos en los 10 minutos finales de la contienda, amasó el balón en todas y cada una de las jugadas de su equipo, acaparó la atención de todos los defensores del conjunto rival, anotó 18 de los 28 puntos de su equipo en ese decisivo parcial y la mayor parte de la decena restante nació también de sus manos en forma de asistencias. Todo eso hizo Vassilis Spanoulis (29 puntos, seis asistencias, 34 de valoración) para fundir la resistencia del Gescrap Bizkaia y propiciar que la victoria, fundamental para el futuro del grupo, se quedara en El Pireo. Y donde su colosal e indudable talento no llegó, ahí estuvo Luigi Lamonica, el silbato principal del trío arbitral, para echar una manita y acabar de poner la soga alrededor del cuello de los visitantes.
Decir que el equipo de Fotis Katsikaris salió derrotado del ayer desangelado Palacio de la Paz y la Amistad por la actuación de los colegiados sería exagerado y minusvaloraría tanto el partidazo de Spanoulis como los errores cometidos por los hombres de negro, pero sí que dio la puntilla a los visitantes en los últimos minutos, cuando en su intento de remontada se encontraron con un criterio injusto que supuso la última piedra del camino, la que fue ya imposible de superar. Por todos es conocida la tendencia localista de los arbitrajes en Euroliga, algo que a priori debería beneficiar al club vizcaino en los tres encuentros continentales que debe disputar aún como anfitrión y en los que se jugará su presencia en el Top 16, pero el desequilibrio a la hora de impartir justicia no puede eclipsar que el cuadro visitante volvió a sufrir un nuevo hundimiento en el último cuarto. Y no es la primera vez que le ocurre.
El Gescrap Bizkaia volvió a protagonizar otro de esos extraños partidos a los que tiene acostumbrados a sus parroquianos en los últimos tiempos. Cuando proclamó a los cuatro vientos que su intención era buscar un marcador bajo para maximizar sus opciones, el primer cuarto, desbocado e incontrolable, acabó con un 27-24 que establecía una proyección cercana a los 100 puntos. La primera, en la frente. Los primeros renglones del guión no fueron los previstos. Sí lo fueron, por desgracia, los siguientes. En un encuentro que se movió en rentas exiguas, sin que ninguno de los contendientes consiguiera despegarse en el luminoso, los hombres de negro volvieron a pagar muy caras las 20 pérdidas de balón cometidas, sus problemas a la hora de defender en el uno contra uno a jugadores como Spanoulis (ni Blums ni Fisher pudieron atarle en corto en el último acto), Kyle Hines (pívot de estatura corta pero cuya movilidad fue un auténtico martirio) o Pero Antic (enchufadísimo en el arranque desde la larga distancia), tara bilbaina que desembocó en un importante número de canastas sencillas por parte del conjunto griego, y la ausencia de un referente claro al que dar el balón en los momentos más calientes, una muñeca a buscar por sus compañeros en el momento de la verdad, cuando el diabólico Spanoulis y su compinche preferido Hines ejercieron de verdugos en la canasta contraria.
No funcionaron mal las individualidades del Gescrap Bizkaia, pero lo hicieron en apariciones fugaces, tan explosivas como carentes de regularidad. Álex Mumbrú arrancó asumiendo galones, la eclosión de Kostas Vasileiadis en los últimos minutos del primer acto fue eléctrica, sobre todo su conexión con D'or Fischer finalizada por el pívot estadounidense con dos mates, Janis Blums sacó a relucir su muñeca en el segundo cuarto, Marko Banic regresó hecho un coloso de vestuarios tras el ecuador y anotó siete puntos en un abrir y cerrar de ojos, Aaron Jackson dio continuidad al buen momento del croata con tres penetraciones consecutivas que no se le veían desde el curso pasado, pero entonces, con 55-61 en el marcador -máxima ventaja para los visitantes- y a falta de escasos minutos para la conclusión del tercer parcial, el discurrir de los acontecimientos sufrió una brusca variación.
Ejecutor infalible Hines acercó a los suyos en el marcador, pero un triple de Vasileiadis en la apertura del último cuarto devolvió oxígeno a los pulmones bilbainos. El 60-64 del marcador invitaba al optimismo, pero el aguafiestas Spanoulis no tardó en empezar a hacer de las suyas. Penetraciones en las que o bien dejaba sencillas bandejas o doblaba balones sencillos para Hines, triples de ocho metros... todo tenía cabida en su espectáculo, mientras sus pares y los encargados de ayudarles en tareas defensivas le seguían sin ningún tipo de éxito. Con esta pareja percutiendo sin descanso, el marcador pasó del 67-68 a un 79-70 a cuatro minutos del final. Entonces, con Olympiacos viajando a favor de viento, los colegiados metieron un par de palos en las ruedas bilbainas entorpeciendo el intento de remontada. Un par de claras faltas griegas no pitadas, una personal en ataque a Mumbrú en un momento vital... Pese a todo, el Gescrap Bizkaia se acercó a tres puntos (84-81) a escasos segundos del final, pero Spanoulis no perdonó desde la línea de tiros libres, los visitantes perdieron un balón (otro más) de saque de banda y a la tragedia griega no le quedaron ya más capítulos.