bilbao. "Hay cosas de Leire que me recuerdan mucho a Joane", dice Ramontxu González Arrieta, fiel gregario de Indurain en la montaña en los años 90, marido de Somarriba y padre de los tres hijos de la mejor ciclista estatal de todos los tiempos (dos Giros, tres Tours, un Mundial de crono...) y, como seleccionador de féminas, lejos ahora de todo eso, de los 90 y de su hogar, en el Mundial danés de Copenhague, donde, sin embargo, cree a veces estar en casa, pegado a Joane en el sofá, escuchándola. Cierra los ojos, "habla Leire -Olaberria, que disputa hoy la crono élite junto a Eneritz Iturriaga- y parece que la escucho a ella".
La similitud tiene algo que ver con la dulzura que envuelve las palabras, pero, sobre todo, con valores tan profundos como la sencillez, la sensatez y la honradez que lució como bandera la sopeloztarra y que ahora encarna la guipuzcoana, una persona tan pura y noble que, por ejemplo y pese a la insistencia de Ramontxu, fue ella misma la que borró su dorsal de la prueba de fondo del Mundial tras un ensayo en Francia a principios de septiembre. Le llamó un día por teléfono y le dijo: "Para la crono estoy bien, pero para la de línea, sinceramente, no me veo con el fondo suficiente".
"Y eso que parece tan simple de reconocer", alaba Ramontxu, "es en realidad una prueba de honradez impresionante en este mundo en el que un puesto en el Mundial es algo tan codiciado".
Otras veces, González Arrieta lee alguna entrevista de la guipuzcoana y cree estar leyendo lo que decía Joane en sus años estelares. Como aquella ocasión tras el bronce de los Juegos de Pekín en la que Leire hablaba de que en Londres 2012 sería más experta, más ciclista, trabajaría más, pero que eso no le aseguraba que todo saliese mejor. "La sencillez, la filosofía del trabajo, la profesionalidad... Todo eso era Joane y todo eso veo en Leire. Como personas son similares", traza Ramontxu.
¿Y como ciclistas? "No, como ciclistas difieren un mundo".
Para empezar, en su origen. "Joane, siempre lo he dicho, nació para andar en bicicleta como otras nacen para jugar al fútbol o al tenis. Siempre fue ciclista. Y siempre buena. Desde las categorías inferiores hasta su retira en el Mundial de Madrid, en 2005". Leire no se subió a una bicicleta hasta que en 2003, con 26 años, se cruzó en su vida el pistard Javier Azkue, su actual pareja. Hasta entonces había sido una notable atleta, pero en la pista, sobre la bici, su proyección fue asombrosa. En solo cinco años llegó hasta el bronce en los Juegos, los de Pekín, acumula quince oros en los estatales, un Campeonato de Europa y el oro en la prueba de la Copa del Mundo de Sydney a finales de 2010. "Pertenece a la élite de la pista, y eso quiere decir que su genética es impecable".
Circuito llano Como la de Joane, pero distinta. "Joane era fondista, excelente contrarrelojista y excelente escaladora". La Indurain del ciclismo femenino. "Leire es pistard y sus cualidades son otras", diferencia Ramontxu, que desde que llegó a la selección estatal ha confiado en la capacidad de la guipuzcoana para adaptarse a la carretera.
No se equivocaba. En 2010 cuajó una Bira impecable y seguido se proclamó doble campeona de España, en crono y en ruta. "Pese a que ella sabe muy bien dónde pisa y tiene muy claro que su vida está en la pista, que es lo que le da de comer, en cuanto vio el recorrido de este Mundial a principio de temporada se mentalizó de que era una gran oportunidad". Hasta marzo, sin embargo, solo pensó en la pista y en amarrar la plaza que le llevara directa a los Juegos de Londres. Conseguido el objetivo, desvió el punto de mira hacia Dinamarca y su Mundial llano, tanto en crono como en línea, que sublima a las ciclistas potentes como ella. Pero no tuvo suerte. Una otitis severa le bajó de la Bira y le apartó de los Estatales. Le desfiguró, también, los planes para el Mundial: hace unas semanas llamó a Ramontxu para borrar su dorsal de la prueba de línea. Le faltaba fondo y le sobraba honradez.
"Y aún así, yo la hubiese llevado", dice Ramontxu, que cuenta para el Mundial con la guipuzcoana desde que al principio de año vio el recorrido, plano como la palma de una mano. Ayer confirmaron ambos esa confianza al inspeccionarlo sobre la bicicleta. "Leire volvió al hotel contenta. El recorrido le va muy bien".
Todo lo contrario que a Eneritz Iturriaga, la vizcaina que tras la retirada de Somarriba en 2005 cargó con la losa de una sucesión tan imposible como la que se le encomendó a Abraham Olano después de la retirada de Indurain. Cuatro Mundiales -no corrió por lesión en 2010- y una larga carrera en el extranjero después, de nuevo en casa -corre en el Lointek sopeloztarra- y tras la reconquista del título estatal de crono -el cuarto en su carrera-, Eneritz aterrizó en Copenhague, repasó uno a uno los 27 kilómetros de la contrarreloj y volvió al hotel con el deseo de ponerle algún repecho rompedor a un circuito que, sin embargo, le va perfecto a Leire, la chica que cada vez que habla refresca el recuerdo de la inolvidable Joane.