bilbao

Cualquier jugador sabe que Txipi estará ahí para lo que necesite. Txipi es Rafael Muñoz, el hombre orquesta del Bizkaia Bilbao Basket que durante todos estos años lo mismo conseguía unos antigripales en la farmacia que ponía en orden el material. Ahora se ocupa, principalmente, de las labores de delegado de campo "y tengo que mantener una compostura que a veces cuesta", pero sigue siendo un hombre muy cercano a la plantilla. "Algunos me llaman el abuelo, otros dicen que soy como un padre...", comenta la persona que más interioridades conoce del vestuario de los hombres de negro.

La relación de Txipi con el baloncesto empezó hace ya varias décadas. "Yo estudié en Escolapios y el Águilas nació allí. Te hacían socio desde que tenías diez años. Era el tiempo de Emiliano. Luego, entré en el Cajabilbao por amistades. Fui socio de los dos, como también del KAS cuando vinieron de Gasteiz. El baloncesto siempre me ha tirado, aunque también soy muy futbolero", relata. Con el Caja ejerció de delegado en una época de memorables torneos de mus en el txoko con los jugadores del Athletic y los del Cajabilbao.

Todo sirve, o servía, con tal de integrar, de favorecer el buen rollo en el vestuario. Txipi es como el manual de instrucciones de bilbainismo para los muchos jugadores de fuera que han recalado en la ciudad. Sin darse importancia, "es algo natural porque los bilbainos somos así, abiertos a la gente que viene. Valoramos mucho la amistad, eso de que la cuadrilla es para toda la vida y tratamos de que el equipo se parezca". "Pero Bilbao es un Botxito y es fácil que el jugador se integre porque tienen de todo, la gente les aprecia y se sienten queridos y a gusto", comenta.

Se precia Txipi del trato que sigue guardando con muchos de ellos: "El otro día tras el partido me llamaron Chinche Lafuente y algún otro...". Lo peor siempre son las despedidas. "Al principio de todo, me costaba aceptar que la gente se marchara por el cariño que les coges. Pero con el paso de los años te das cuenta que el deporte también es un trabajo que dura hasta que dura. Me apenó mucho en su día que se marchara Txus porque somos amigos desde hace muchos años, pero le pudo venir hasta bien y estoy seguro de que volverá algún día", asegura.

En todos estos años, Txipi ha abrazado a muchísimos jugadores, cada uno con sus rarezas y manera de ser que han generado miles de anécdotas, algunas de las cuales conviene guardar por puro pudor. En cuanto a personalidad, uno de los jugadores que sorprende es Martin Rancik: "Fuera de la cancha es educado y cariñoso, pero dentro se transforma, parece otra persona. En eso me recuerda a Txetxu Rojo". También se acuerda de Venson Hamilton, que "era un niño grande, te partías con él. Batió el récord de veces que le llevó el coche la grúa, por ejemplo. Hubo un partido que no quería jugar y no salía del vestuario. Txus me dijo que le sacara como fuera. Ejercí de padre, le convencí, salió sin calentar y jugó uno de sus mejores partidos. Nunca le vi hacer lo que aquel día". Richard Scott, "que me llamaba papichulo", es otro "fenómeno" que ha pasado por Bilbao y que "siempre estaba de broma, algo desesperaba al entrenador". Entre lo malo, otro americano, el efímero Rodney White, "que solo hablaba conmigo. Estaba mal de la cabeza, hacía cosas que no se puede ni contar".

Siempre dispuesto a la chanza, quedó para la historia el día en que Quincy Lewis, que siempre había deseado tener una pistola, recibió como regalo una tan bien tuneada que no parecía de juguete. Tambíen había que explicar a algún jugador que, aunque estuviera en Bilbao, "no tenía que dejar de propina más de lo que le había costado la cena".

El trato cercano y también el convencimiento ponen a Txipi de parte del jugador: "Mucha gente se enfada cuando les ve después de un partido que andan a las tantas por ahí. Tienen que hacer algo, distraerse porque quedarse en casa muchas veces no ayuda a descansar, al contrario. Comerse mucho la cabeza no es bueno porque no rindes". Y es que Txipi cree firmemente que "esto que nos está pasando ahora es por no pensarlo. Así, todos los jugadores han elevado su rendimiento. Es un sueño de esos que piensas que ya no van a llegar. Estamos muy tranquilos porque creo que aún no somos conscientes de lo que se ha conseguido".

Lo dice una persona que se precia de que ese grupo de trabajo imprescindible en cualquier equipo lo forman "gente de aquí. Funcionamos casi sin mirarnos. Son muchos años y muchas horas y nos ayudamos y nos complementamos. Somos como una cuadrilla en la que primero somos amigos y luego compañeros de trabajo". Todos ellos ha recibido el premio de vivir algo histórico en un ambiente indescriptible. "Más que lo del jueves, me llamó la atención lo del martes porque fue ese ambiente todo el partido. Me sorprendió mucho esa reacción del público porque en Bilbao cuesta arrancar. Pero la verdad es que ha salido todo perfecto". Palabra de Txipi, palabra de Bilbao.