BILBAO. "Hoy -por ayer- no estará muy bien", señala divertido Aritz Altadill sobre Juan Martínez de Irujo. "El lunes le tocó una buena tralla", admite el palista y preparador físico del de Ibero. Fundamenta, así, el buen resultado de su pupilo en su primer encuentro en el Cuatro y Medio. El delantero, el viernes, se revistió en una armadura de kevlar, que acabó con un Patxi Ruiz corajudo, entregado, sufridor, pero que murió ante el lanzado campeón manomanista, quien alzó como principal razón su golpeo de aire. Pero también unos recursos físicos que asustan.

"Hemos cambiado algún aspecto de la preparación física de Irujo", sostiene el técnico iruindarra. La transformación en las sesiones del delantero vienen dadas en el rumbo del de Ibero, quien ha "fortalecido los cambios de dirección", producto del verano agitado del manista. Comenzó Martínez de Irujo la temporada estival repleto de fuerzas, pletórico, en gran medida por la última txapela lograda, que le dio alas para hacerse con el entorchado de la jaula navarra. Sin embargo, el mordiente de los cueros, de las pelotas, acabó con sus manos durante julio y principio de agosto. El iberoarra vio, de esa manera, destrozada su progresión en los meses más prolijos en materia de partidos. El delantero, en gran medida, entronizado por su facilidad en las posturas, su garra en el disparo y sus mimbres de oro a la hora de tejer tantos, pereció antes de recuperar en los Sanantolines de Lekeitio parte de la frescura perdida por la rigurosidad de las lesiones, caprichosas, que envalentonadas claudicaron con el entorchado vizcaino. "Después llegó una carga de partidos tremenda", manifiesta Aritz Altadill. De hecho, según explica el preparador del de Ibero "ha sido uno de los veranos en los que más encuentros ha jugado Juan". Un total de 56 partidos (36 ganados y 20 derrotas). "Antes del Cuatro y Medio, las sensaciones de Irujo eran de tener el cuerpo muy cargado", comenta el preparador. Además, a todo esto, hay que sumar la nueva condición de padre del de Aspe. "El hecho de no poder coger vacaciones por su hija también ha influido en el verano tan movido de Juan, quien, ante la imposibilidad de marcharse a ningún lado, optó por llenar de partidos el verano", declara Altadill.

Acabada la época estival y subido el telón del Cuatro y Medio, mientras se debatían en duelos los segundos espadas de la competición; los primeros, cabezas de serie, como Irujo, aprovechaban para fortalecer las carencias que el rigor de los encuentros estivales habían causado en sus andamiajes. "Con tanto partido se veía cargado de piernas. Nos daba un poco de miedo", esgrime el preparador. No obstante, la presencia del delantero navarro no se exigía hasta mediada la competición, lo que ha ayudado a mejorar sus prestaciones. "Como ha tardado bastante tiempo en entrar, ha tenido tiempo de descansar, ha bajado mucho la carga y el viernes en el partido se vio muy fresco", desgrana el técnico iruindarra, quien apostilla que "la cantidad de partidos veraniegos ha imposibilitado que Juan alcance la carga aeróbica necesaria". La función de dicha carga aeróbica: mejorar los pulmones y la capacidad del delantero. "Esperemos cogerla para los últimos días del Cuatro y Medio. En estas tres semanas", remacha Altadill. La receta: dos días de ejercicio aeróbico suave, regenerativo, y otra jornada de series. A estas sesiones se suma el trabajo específico en el frontón, en el que Martínez de Irujo se desvive para acostumbrar su espinazo, para apagar el cansancio veraniego en su piel.

Monitorizar los datos "Durante otras temporadas hemos observado que Juan empieza el verano que le cuesta coger la forma, pero para el Cuatro y Medio está pletórico", señala el técnico. Por ello, Aritz Altadill monitoriza -programan los contenidos a trabajar durante la semana y las fechas- todos los datos físicos del delantero de Ibero, para alcanzar el punto de máximo rendimiento del navarro, y dependiendo de ellos "prevenir el posible bajón físico y tratar de retrasarlo o evitarlo". En la planificación urdida por el palista iruindarra el punto de máxima explosión de su pupilo está programado para "la final". "Un manista con sus características debe llegar a la final", declara.

Echada la vista hacia atrás, con Patxi Ruiz en el retrovisor, Aritz Altadill evoca el duelo anterior a la liguilla de semifinales como "el más peligroso". No en vano, el manista, en ese duelo, tras varias semanas de carga específica, de trabajo duro, puede ver eliminadas todas sus opciones a la txapela en un abrir y cerrar de ojos. Este hecho, la victoria sobre el de Lizarra, ha supuesto un nuevo acicate para Martínez de Irujo. "En estos momentos viene a entrenar ya sin regañar", sostiene Aritz, con la risa como gesto. Y es que al de Ibero "se le hace muy cuesta arriba entrenar el físico estando a diez semanas de la final".

Por ahora, con la cercanía de las semifinales, -el domingo ante Titín III- las opciones de Aritz Altadill a la hora de tejer un ciclo de sesiones fijas está cercenada, dados los partidos -"una semana puede ser el domingo y la siguiente un viernes"-. "Teníamos miedo de que llegara justo, para ello planificamos menos volumen de entrenamientos", según concluye el preparador, quien tiene a sus órdenes a un caballo descansado y desbocado.