Síguenos en redes sociales:

Abrazar la crueldad

Bengoetxea VI y Patxi Ruiz se hacen con la feria matea en un duelo espectacular

Abrazar la crueldadFoto: deia

Duración: 75 minutos. 35 de juego real.

Saques: 1 saque de Bengoetxea VI.

Pelotazos: 776 pelotazos en juego.

Tantos en juego: 7 de Irujo, 1 de Pascual, 10 de Oinatz y 3 de Patxi Ruiz.

Errores: 3 de Irujo, 6 de Pascual, 6 de Oinatz y 6 de Patxi Ruiz.

Marcador: 1-0, 1-1, 2-2, 3-3, 4-4, 4-6, 5-6, 5-8, 6-8, 6-9, 7-9, 9-9, 9-12, 10-12, 10-13, 11-13, 11-14, 14-14, 15-15, 16-16, 17-17, 19-19, 19-21, 20-21, 20-22.

Incidencias: Buena entrada en el Adarraga. Los servicios de emergencia tuvieron que evacuar a una mujer que sufrió un ictus en las gradas logroñesas.

bilbao. Tan dulce y tan cruel fue el último tanto, que resumió el partido por completo. De una manera poética, quizá demasiado violenta para Iñigo Pascual, finalizó el duelo. Un cuero salvaje golpeado por Patxi Ruiz acabó con los huesos del de Abartzuza en el rebote, en los últimos metros de un Adarraga ardiente, efervescente, en el que el grito se mezclaba con el aplauso. Fue con un duro disparo como la pelota voló y voló para residir, amarrada a pared, en las inmediaciones de la zona hercúlea de la cancha, donde el músculo es la llave para la victoria, y el zaguero colorado no fue capaz de levantar el cuero.

Fue dulce por la manera de llegar hasta ese punto. Clave en la contienda estuvo el sacrificio de los cuatro pelotaris. Sin embargo, la propuesta azul, sólida y sin ambages, se desplegaba sobre el frontón logroñés para entretejer una red sobre sus contrarios. Sabedores de las dificultades en la zaga del tándem contrario, Oinatz y Patxi idearon una defensa numantina para quemar las naves rivales. Por su parte, Juan Martínez de Irujo, centrado, se fajaba de manera excepcional en los cuadros alegres.

Los cartones costaban. Los tantos estaban caros. Iñigo Pascual, tímido, mostraba despliegue, pero no pegada y fue ese punch, esa falta de goce en el golpeo, lo que lastró sus opciones en los cuadros largos. Aunque el de Abartzuza comenzó azotando al cuero un sopapo que llegó casi al rebote -de nuevo, el devenir haciendo travesuras-, muy similar al que finalizó el choque, pareció poner mimbres de dominio colorado. Pero, en el feudo logroñés, los azules sacaron la garra y, con mucha seriedad, iniciaron el asalto hacia el último trofeo estival.

De este modo, con las armas encima de la mesa, Irujo empezó su guerra particular, alcanzando con su poderoso armazón las virtudes de su juego -aun fallando tantos, su despliegue ofensivo y defensivo fue brutal-; pero el dúo azul, capaces de alternarse en posiciones sin quebrar la espina dorsal de su juego, aprovechó para afilar sus dientes. Ruiz, disfrazado de delantero, no se achantaba en los cuadros alegres y fue capaz de alcanzar tintes épicos al llegar al cuero en situaciones límite. De este modo, la pareja se agrandaba, mientras la impaciencia de los colorados acababa por fundirlos. La brega fue todo un espectáculo. Juan no se olvidó de agasajar al respetable con siete tantos.

Aunque sabroso, el duelo, cuando claudicaba, empezó a desembocar en una crueldad sin límites. Sobre todo con el dúo colorado, que, pese a tener el duelo en bandeja con el 19-19 en un momento fallón de los adversarios, no fue capaz de alcanzar la proeza. En buena medida por la defensa contraria, en la que han basado su juego Oinatz y Patxi durante todo el verano y que tan buenos réditos les ha otorgado -de tres torneos juntos, tres torneos ganados-; también por el desmantelamiento físico de Pascual. El zaguero, quien había comenzado con un golpe de mérito, se desinfló de una manera sustancial. Entonces, llegó el golpe de gracia, el último. Y el abrazo entre los azules.