Durante el presente julio, debido a la gran difusión mediática que está teniendo el Mundial de la FIFA y el Tour de Francia, muchos aficionados discutirán sobre cual de los dos deportes es el más duro. Los apasionados por los esfuerzos en pendientes exigentes defenderán el ciclismo y los adictos a las habilidades con un balón a gran velocidad, el fútbol.

Existen evidencias científicas que, durante la competición, el fútbol profesional es más duro para el sistema músculo-esquelético que el ciclismo profesional. Esto es debido a que las acciones técnicas del fútbol (frenado, arrancadas, chut, etc?) generan fuerzas que tienen que soportar las estructuras blandas relacionadas con las articulaciones. Estas estructuras deben adaptarse rápidamente a la velocidad de las acciones, además de trabajar en una posición anatómica extrema. Todo ello hace provoca un alto riesgo de lesión.

Por otra parte, las acciones técnicas del ciclismo no somete a las articulaciones, tendones, ligamentos y músculos a unas condiciones tan duras como el fútbol. No obstante, cuando más sufre el sistema músculo-esquelético de los ciclistas profesionales es en las caídas, ya que a la dureza del impacto se suma que los ciclistas profesionales tienen una menor Densidad Mineral Ósea que una persona sedentaria.

Desde el punto de vista fisiológico, las etapas de montaña del Tour, son más duras que los encuentros del Mundial. Los ciclistas necesitan consumir energía para producir potencia mecánica (Watios). Esta energía proviene de la combustión de proteínas, grasas e hidratos de carbono musculares y hepáticos (HC). Los HC permiten a la fibra esquelética producir una mayor potencia mecánica que otros sustratos energéticos. Cuando se sube un puerto a bloque, los HC se convierten en la única fuente energética. No obstante, los HC corporales están limitados, por eso los ciclistas comen y beben productos ricos en HC durante las etapas. Otro sistema fisiológico importante en el ciclismo profesional es la termorregulación. El ciclista profesional continuamente produce calor, que se disipa mediante mecanismos como la evaporación del sudor.

En las etapas exigentes del Tour sufren fallos en alguno de los sistemas fisiológicos mencionados. La suma de fallos en estos mecanismos hace que la sensación de fatiga del corredor sea elevada. El ciclista profesional está acostumbrado a estas señales de alerta y su motivación hace que intente seguir desarrollando la intensidad de esfuerzo necesaria a las exigencias competitivas, hasta la extenuación.

Esta situación fisiológica, también se da cuando un ciclista que tiene que trabajar para su equipo tirando del grupo desarrolla una mayor potencia mecánica para vencer la resistencia del aire, que los ciclistas que van detrás suyo. Esta mayor potencia mecánica aumenta el transporte de oxígeno hacia la musculatura activa, con el fin de aumentar la degradación de sustratos y la producción de energía. Por eso normalmente, después que un gregario acaba su trabajo en un terreno en subida se queda del grupo, sin posibilidad de seguir al pelotón. Otro ejemplo, es el del ciclista que se queda después de haber sido castigado por un equipo que ha tirado en bloque, y justo cuando llega un repecho no puede hacer frente a esa mayor producción de energía, ya que sus depósitos de HC hepático son bajos. También se puede ejemplificar con el escalador que se queda del grupo de favoritos, ya que los niveles de HC hepáticos han disminuido y no puede producir la potencia mecánica necesaria para mantener esa intensidad.

Estas situaciones fisiológicas ocurren de una manera similar pero en una magnitud mucho menor en el fútbol. No obstante, la exigencia del esfuerzo ciclista sobre los diferentes sistemas fisiológicos, especialmente en las etapas de montaña, hace que el Ciclismo Profesional sea mucho más duro que el Fútbol Profesional.

(*) Fisiólogo del equipo Garmin-Transitions