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El ballet Xala

Yves accede a las semifinales tras batir a Patxi Ruiz, que se la jugará con Retegi Bi

El ballet XalaFoto: Gorka Estrada

Duración 36 minutos; 7 de juego real.

Saques Cinco de Xala por ninguno de Patxi Ruiz.

Pelotazos Se cruzaron un total de 163 pelotazos a buena.

Tantos en juego 5 de Patxi Ruiz por 14 de Xala.

Errores 3 de Patxi Ruiz por 1 de Xala.

Marcador 0-1, 0-10, 1-10, 3-10, 3-11, 3-14, 4-14, 4-21, 6-21 y 6-22.

Incidencias Floja entrada en el Astelena de Eibar. El dinero salió 100 a 60 por Xala.

Botilleros Jesús Ruiz, padre de Patxi, con su hijo y Aitor Zubieta con Xala.

Eibar. "Viendo cómo está jugando, veo a Xala campeón". Fue cuanto pudo decir Patxi Ruiz, reducido a escombros, astillado el ánimo, ensangrentada la rodilla derecha, después del hermosísimo ballet de Xala, mayestático en su despliegue, armonioso de punta a punta, elegante como un crooner al micrófono en un ejercicio hipnótico que le situó antes que nadie en las semifinales del Manomanista. No le alcanzó al de Lizarra -que deberá jugársela a quemarropa con Retegi Bi en un par de semanas en busca de las semifinales- para más en el Astelena de Eibar ante el fabuloso Yves, que jugó sobre patines, con los movimientos propios de un bailarín del Bolshoi, acompasado cada gesto, leve el aleteo, sobre un juego de piernas que descansa en las puntillas, pero demoledora su pegada. Se desplaza el lekuindarra en susurros, en silencio, pero su impacto es atronador. Alejado Yves del metro patrón del manista moderno: un atleta de musculatura exuberante que juega a pelota, el lekuindarra fundamenta sus actuaciones en los resortes del juego.

Desde esa perspectiva tan bella y burbujeante como eficiente y nítida Xala descabalgó al de Lizarra, incapaz de arañar la frágil carrocería de Yves, veloz en los desplazamientos, firme en el peloteo, atento a cada detalle y pluscuamperfecto en el remate. No pudo Patxi Ruiz, impotente, contraponer absolutamente nada, salvo esfuerzo y gallardía, ante semejante monólogo de Yves, que cargó con el convencimiento y la confianza del que no contempla otro paisaje que el del éxito. Confiadísimo en su fondo de armario, en su manual de estilo, en su amplio catálogo de variedades, Xala le pintó la cara a Patxi Ruiz en un pestañeo: "Es que no he podido ni entrar en el partido. Ni me ha dado tiempo", argumentaba el zaguero navarro tratando de hallar las claves de la derrota.

un 10-0 de salida El castigo de Patxi Ruiz, destemplado, lo activó Xala desde una jerarquía incontestable por su ascendente sobre el juego, puro talento. Agujereó las ilusiones del zaguero de Lizarra con un parcial de 0-10 en el que combinó un saque con mandíbula, frescura en el pelotazo, clarividencia en la finalización y una muñeca prodigiosa tanto para estirar el vuelo de la pelota como para hacer cumbre con el gancho y las aperturas de zurda. Ruiz únicamente pudo asomarse al debate con un voleón que le dio dos palmos de vuelo. Fue lo más que se acercó Patxi a Yves. A partir de entonces, la entronización del lekuindarra fue un acto de opulencia de los sentidos, una melodía, un baile de salón delicado y delicioso. Era Xala, al que le gusta el formato de un torneo que ayuda a recomponer el físico, un estado de gracia en sí mismo, capaz de mezclar el juego largo con el saque remate, la volea briosa en defensa y ataque con envolventes dejadas hasta situarse a un centímetro de las semifinales a las que accedió grácil, danzando sobre la alfombra roja. El ballet Xala.