Bilbao. La afición de la Real Sociedad despidió ayer a José Luis Orbegozo, considerado el presidente-milagro del club txuri-urdin, no en vano durante su largo mandato (1967-1983) el equipo donostiarra se consolidó en Primera División, amplió su masa social, pues dejó de ser exclusivo de Donostia para meterse en todos los rincones de Gipuzkoa, y sobre todo alcanzó el zenit deportivo: los dos títulos de Liga (1980-81 y 1981-82) que marcan su historial.

Orbegozo murió el pasado sábado a los 80 años de edad a consecuencia de un infarto cerebral, aunque llevaba tiempo enfermo. La plantilla del primer equipo de la Real, el cuerpo técnico, el actual presidente del club, Jokin Aperribay, y cientos de aficionados acompañaron a la familia del Luis Orbegozo en el funeral oficiado ayer en la donostiarra catedral del Buen Pastor.

También estuvieron presentes en el oficio funeral ex presidentes de la Real, como Iñaki Alkiza e Iñaki Badiola, y muchos jugadores del equipo que ganó las dos Ligas, como Arkonada, Zamora, Gorriz o Santi Idigoras. José Ángel Iribar, presidente de honor del Athletic, asistió al funeral en representación del club bilbaino, donde estuvo acompañado por los ex presidentes rojiblancos Pedro Aurtenetxe y José Julián Lertxundi.

Ingeniero industrial de formación, José Luis Orbegozo, socio de la Real desde la infancia, entró en 1966 en la directiva presidida entonces por Antxon Vega de Seoane y ocupó el cargo de tesorero hasta que en 1967, después del histórico ascenso a Primera, fue nombrado presidente.

Firme defensor de la cantera, lideró junto al Athletic una lucha contra la Federación Española de Fútbol, demasiado permisiva a finales de los años 70 y bajo el mandato de Pablo Porta, con la entrada masiva de los oriundos, jugadores fichados en el mercado suramericano que llegaron a la Liga con papeles de dudosa legalidad.

Tras consolidar a la Real en la máxima categoría, los éxitos deportivos no tardaron en llegar. El primero en la temporada 1973-74, cuando el equipo txuri-urdin logró clasificarse para la Copa de la UEFA, su debut en un torneo internacional. Un lustro después cuajó el equipo que forjó las páginas más bellas del club donostiarra. Bajo la dirección de Alberto Ormaetxea y con jugadores como Arkonada, Kortabarria, Gorriz, Alonso, Zamora, Satrustegi, Santi Idigoras o López Ufarte, la Real estuvo a punto de ganar la Liga en 1980, un campeonato donde sólo perdió un partido, el último y contra el primado Sevilla, que sirvió para que el Real Madrid lograra el título.

Un año después el equipo donostiarra paladeó el sabor de la venganza: mientras Juanito ya celebraba otra título de Liga para el Real Madrid en Valladolid, Zamora anotó en El Molinón al Sporting el gol del empate (2-2) que hizo campeona a la Real.

Orbegozo luchó para mantener la columna vertebral de aquel fabuloso equipo, al amparo del derecho de retención, y sólo permitió la salida de Periko Alonso al Barça.

Tras ganar la Liga al año siguiente, Orbegozo cedió en 1983 la presidencia a Iñaki Alkiza desencantado por la que fue su gran frustración: no poder edificar un nuevo estadio en Zubieta, donde sin embargo se construyeron las instalaciones en las que la Real ha forjado su rica cantera futbolística.