bilbao. Una niña rubia con un vestido de rayas en distintos tonos rosas se cuela en el borde de la carretera por donde asoma Virginia Berasategui en sexta posición, extiende su mano y le choca los cinco. La instantánea fue votada como la mejor foto de triatlón del año. Un año después, la misma niña, Lexi, vuelve a colocarse en un lugar privilegiado cerca de la meta y de nuevo, extiende su corto brazo para que la triatleta bilbaina, que esta vez llega en tercer lugar, le repita ese gesto cómplice. "Un día se me acercó en el Lava-hava, el bar donde solemos estar los triatletas, y me empezó a hablar, me cogió cariño y yo a ella también. Desde entonces hemos mantenido el contacto y este año hemos vuelto a quedar", cuenta Virginia. Es la otra parte del Ironman de Hawaii, ese en el que Virginia Berasategui ha hecho historia al subirse al podio.
¿Cómo se ha despertado después de haber logrado un sueño?
Reventada. Con los pies llenos de ampollas, como si me hubieran pasado tres trolle buses por encima. Pero muy contenta. Se lleva bien. Cuando consigues estas cosas, todos los dolores y todos los sufrimientos se llevan mejor, se olvidan rápidamente y te quedas con la alegría de lo conseguido.
¿Duró mucho la celebración?
Bueno... lo que pasa es que aquí son un poco sosos. En Bilbao estaríamos todavía quemando la Gran Vía, pero aquí nada, se van todos a casita pronto (risas).
¿Cómo fue la carrera?
Como siempre, en la natación el principio es una lucha, un sálvese quien pueda por intentar conseguir una buena posición, todos queremos coger la primera boya los primeros y es como nadar en vez de entre agua, entre piernas, brazos, cuerpos y demás. Hasta que ya se va separando el grupo. En la natación estuve normal, igual que el año pasado. Creo que salí la catorce y tampoco estaba tan lejos de las que sabía que iban a ser mis rivales.
Y después, segundo mejor parcial en la bicicleta.
Desde el principio en la bicicleta me encontré como nunca, controlando, pasando a una, pasando a otra y eso me iba dando mucha moral. Con mucha fuerza y poco antes de dar el primer giro ya iba séptima; después fui remontando hasta ponerme tercera a unos 30 kilómetros de llegar a la transición. Sabía que la segunda estaba cerquita y que no corría muy bien y sabía que podía conseguir superarla. Porque Wellington es caso aparte, está ella y luego el resto. Yo me encontraba a gusto aunque hizo un calor horrible. La verdad es que en mitad de la maratón empecé a notar que se me iba a hacer muy largo. Y hubo un momento en el que me dio bastante bajón. Empecé a tener molestias en los pies y ya veía que peligraba mi segundo puesto, que para mí era como ganar. Y al final tercera y muy contenta, con mi mejor marca personal en la prueba más prestigiosa del triatlón.
¿A qué se agarra en esos momentos de dolor?
Piensas que has llegado hasta allí, que no te puedes rendir. Que has pasado momentos malísimos, que llevas todo el año entrenando para ello. Hubo momentos en los que casi me pongo a llorar, pero intentas pisar como puedas, sigues con el dolor pero llega un momento en el que ya no piensas en él. Son gajes del oficio y piensas que estás luchando por el podio y eso puede más que el dolor.
Llegaba a la cita de Hawaii tras un año brillante.
Las sensaciones eran muy buenas. Ha sido un año excelente. Y ésta era la prueba que podía rematarlo. Hasta ahora la temporada había sido increíble, ocho victorias, Campeonato de Europa, España, Wildflower... ¡Qué más puedo pedir! Ha sido la mejor temporada en mis 19 años de carrera a mis 34 años. He conseguido ahora el sueño de mi vida, este podio supone un antes y un después en mi carrera. Éste ha sido el mejor año de mi vida deportivamente y posiblemente también a nivel personal.
¿Cómo se prepara para encarar una cita de estas características?
Como el año pasado terminé sexta ya tenía asegurada mi participación éste. Así que todas las pruebas, todo el calendario y la preparación van encaminados para esta prueba. Está claro que hay otros objetivos como el Campeonato de Europa o de España que quería ganar, pero los ciclos de la temporada van encaminados para que en Hawaii estuviese en mi mejor momento.
¿Y mentalmente?
Te tiene que gustar mucho esto. Una parte importante es saber controlar todos los pequeños detalles, los bajones y los subidones y saber estar con uno mismo. Es una lucha contra ti misma. Yo me preparo disfrutando no sólo del triatlón sino de mis aficiones. Haciendo muchos entrenamientos sola y pasando muchos días en soledad.
Chrissie Wellington realmente es una extraterrestre, ¿no?
Total, es imposible. Es ella y luego el resto. Yo creo que se aburre de competir con nosotras. Sin comentarios. Me ha tenido que tocar a mí la era de la extraterrestre esta (risas). Pero no pasa nada.
¿Piensa en ganar el Ironman o mientras esté ella es imposible?
Siempre que vengo aquí pienso en ello. Y mi preparación es para eso. Espero que algún día. Vamos a seguir luchando y si no podré decir que he estado cerquita.
¿Qué metas le quedan por cumplir?
Ganar esta prueba. Aun así creo que he cumplido muchos sueños. ¡Quién me iba a decir a mí cuando empecé que iba a llegar hasta aquí! Yo lo único que pido es seguir disfrutando. Y todavía me queda mecha. Estoy en mi mejor edad para el Ironman y hasta los 38, 39 y 40 tienes a gente compitiendo. Aunque me encanta esto quiero hacer más cosas. Así que a ver si gano aquí, que esto es muy duro, te quita años de vida (risas).