Aunque acaba de publicar un disco, Sirio B (Elefant), de corte más pop y electrónico y en colaboración con Guille Milkyway (La Casa Azul), Soleá Morente, hija menor del mítico cantaor Enrique Morente y hermana de Estrella, es la protagonista del ciclo Viernes Flamenco de Barakaldo Antzokia. En el concierto, que arrancará a las 20.00 horas con entradas a 20 y 23 euros, presentará su álbum anterior, Mar en calma (Discos Probéticos. Altafonte), que combina flamenco con copla, estándares de jazz y ritmos afrolatinos. “Me gusta abarcar miradas diferentes, incluso opuestas, y contrastarlas para ver qué sucede. No me lo pongo fácil”, asegura la granadina.
Sus últimos discos ofrecen las dos caras con las que encara la música. Como Jeckyll y Hyde.
(Risas). Es verdad, son caras muy opuestas, pero manifiestan parte de mi personalidad. Esa diferencia ocurre también en mi interior, en mi vida diaria, mis lecturas o mi manera de entender el mundo, no solo en la música. Me gusta abarcar miradas diferentes, incluso opuestas, y contrastarlas para ver qué sucede. Pensaba que formaba parte de mi espíritu adolescente, pero sigue en la madurez, y con bastante determinación.
Eso enriquece como persona y artista ¿no?
Me parece que sí aunque hay que gente que opina que trabajar con polos opuestos continuamente resulta limitador. Es un cuchillo de doble filo, ya que trabajas en territorios arriesgados y menos habitados. Si logro algo en un terreno, me voy a otro sitio diferente, lo que tiene sus consecuencias aunque, en mi caso, me hace crecer y expandirme. No me lo pongo fácil a mí misma, pero es lo que me interesa de la vida y de la música.
Al final, ¿la música y, por tanto, usted, es una?
Pues sí, totalmente. No creo en los compartimentos estancos en música, tampoco en otras artes como la literatura. Las historias se entrelazan y las influencias nos llegan de manantiales diferentes que confluyen al final. Es la búsqueda, la experimentación y el dar rienda suelta a la libertad de expresión.
Esos códigos diferentes de acercarse a la música son fruto de su educación ¿no?
Sí, esa manera de trabajar la vi en casa. Tuve un padre que trabajó mucho el riesgo. Decía que la creación sin él carecía de interés, lo que produjo en mí unas consecuencias y una educación determinada.
¿Recuerda su primera canción o experiencia musical? La imagino ligada al flamenco, a través de su padre. Y luego, esa planta de raíz se irían abriendo y le irían saliendo otras ramas ligadas al pop y al rock.
En ese primer acercamiento a la música tiene mucho que ver lo que grabé en el disco Mar en calma, ya que refleja mis comienzos como cantante solista. Antes había hecho coros con mi padre y Estrella, pero la primera vez que canté una canción entera fue Palabras para Julia. Me marcó para los restos, y la elegí junto a mi padre, a quien le encantaba. Es bellísima, tanto la música de Paco Ibáñez como el texto de Goytisolo. Antes de ella, tenía mucho pudor y timidez.
¿Por eso su padre frenó su estreno como solista?
Él se dio cuenta de lo que necesitaba. Intuyó que necesitaba formarme bien tras esas pequeñas participaciones musicales, y tener clara la línea a seguir y que hubiera determinación. Por eso me animó primero a acabar la Universidad. Ahora recuerdo aquellos principios, que los viví como un abismo, como algo bendito. Si pudiera volver a esas dudas ante aquello que tanto amas… Estaba predestinada, ahora es mi oficio.
En el disco que presentará en Barakaldo, ‘Mar en calma’ hay flamenco, pero también copla, algo de estándares de jazz, ritmos afrolatinos… Pero también se formó con la música pop en su adolescencia.
Claro. En casa escuchábamos de todo, desde Billie Holiday a música clásica y brasileña, mucho flamenco y las tendencias del pop del momento. Era música anglosajona, de The Cure a U2, y también canción italiana, Alejandro Sanz… Iba a sus conciertos con mis amigas, compraba la Superpop y veía Sensación de vivir. En casa vivía un ambiente muy elevado, ya que mi padre era un gran sibarita del conocimiento, pero no desde el punto de vista intelectual burgués, sino desde la raíz y lo popular. Fue un gran investigador en música y poesía. Yo tuve acceso a una gran fuente de conocimiento, pero también era una joven que vivía su momento.
‘Mar en calma’ tardó en gestarse y publicarse.
Lo empecé a trabajar con mi padre antes de que se marchara, hace casi 15 años, y ha visto la luz recientemente. Ha estado congelado muchos años, no veía el momento de acabarlo. Como se dice, todo lo que sucede, conviene, así que tiré por otros derroteros y ahora, desde la calma, la madurez y un lugar del duelo muy diferente, lo retomé y lo publiqué.
¿Qué diría Enrique de este disco?
Bueno… lo pienso mucho, la verdad (risas). Él valoraba mucho comenzar algo y terminarlo, y hacerlo con afición, ilusión y verdad. Y así lo he trabajado, desde esos lugares. Espero que le guste, allá donde esté, porque todo lo hago conectada a él.
¿Con qué formación actuará en Barakaldo?
Conmigo a la voz estarán Rubén Campos y Gonzalo Navarro (guitarras), Borja Évora (piano) y Popo Gabarre (percusión).
Estamos hablando de su penúltimo disco, ya que cuenta con otro más actual, ‘Sirio B’.
Es muy especial porque refleja otra parte de mi perfil sonoro. Es otro proyecto muy enriquecedor al haber trabajado con Guille como productor, alguien a quien admiro, y a su grupo. Era y soy muy fan, de joven cantaba las canciones de La Casa Azul e iba a sus conciertos. Acabamos en el mismo sello discográfico y escribir, componer y coproducir el disco con Guille, codo a codo, me ha aportado mucho. Y he conocido otros músicas y artistas, que es lo que más me apasiona.
Jeckyl y Hyde, que decía antes.
Ahora tengo dos discos que son muy diferentes pero que, al mismo tiempo, pueden convivir en el tiempo y el espacio. Mi voz establece un puente de comunicación entre ambos.
Como era inevitable debido a Guille, en él hay europop, electrónica y rap, pero también rumba, la psicodelia y el rock indie de Los Evangelistas, con los que se inició usted.
En Sirio B están todas mis referencias, tienes razón. Y como novedad, en La soledad del mar rapeo y hay influencias nuevas del drill, el jungle, la electrónica… Y está el indie en Amor mío o Mi Cura, hay cumbia y en el tema que lo abre una referencia a una colombiana de Juanito Valderrama. Es un espacio donde confluyen las cosas que estoy aprendiendo y las que llevaba conmigo.
¿Es el disco que mejor refleja a Soleá hoy?
En estos momentos… sí (risas). Es muy completo, viajamos de una soleá con autotune a influencias literarias como Hamlet o la canción italiana. Con Guille he vuelto a no tener miedo de trabajar en extremos opuestos. Me ha fascinado enseñarnos cosas recíprocamente. Otros productores con los que he trabajado sabían de mis gustos, pero me pedían decantarme por un estilo u otro.
El actual también está ligado a Enrique. No solo su figura, en ‘Mi cura’ se oye su voz.
Siempre aparece, él está ahí como una energía, en mi música e inspiración.
Es un disco onírico y espiritual, desde su propio título.
Sí, está presente el mundo de las estrellas. Su propio título es una de ellas. Otra canción se titula El lenguaje de las estrellas y sin premeditarlo mucho su discurso tira hacia lo místico, lo intangible, lo que no se pero se siente e intuye, hacia esa sensación de creer en lo imposible y luchar por lograrlo.
“Quien mira al firmamento, elige la locura”.
Es verdad, esa frase está en la canción Poemas, de Mar en calma. Es un tema hecho de extractos de poemas de Caballero Bonald y ese verso siempre me llamó mucho la atención. A quien observa un poco más allá se nos tacha de no estar en este planeta (risas). Hay que mirar el firmamento y creer en el lenguaje de las estrellas.
¿Y la gira de presentación ‘Sirio B’ debe esperar? Necesitará otros músicos.
Arrancará el 22 de noviembre en Granada. Seguimos cerrando fechas y tienes razón, los músicos serán diferentes aunque alguno de los actuales seguirá conmigo. Habrá músicos de Rufus T. Firefly, cuyo líder, Víctor Cabezuelo, cantará las partes de Guille de Sirio B. Para ambos discos he montado una buena fiesta, me lo estoy pasando muy bien (risas).