La sala de exposiciones Ondare de la Diputación Foral de Bizkaia acoge hasta el 15 de noviembre la exposición de pinturas de Pablo Ochoa de Olza con motivo del 60º aniversario de la creación del grafiti en las calles de Filadelfia. La muestra, titulada Hormaren kontra (Contra la pared), reúne por primera vez más de cuarenta pinturas del artista y autor de grafiti retirado Pablo Ochoa de Olza (Iruñea, 1968).

En la exposición, presentada ayer por la directora general de Cultura Begoña de Ibarra junto al artista, se reflexiona sobre el arte en la calle. Ochoa de Olza va más que una visión personal del fenómeno del grafiti, representa una expresión de perplejidad ante una sociedad que identifica este arte con suciedad. En 1965 tuvo lugar el nacimiento del grafiti en las calles de Filadelfia cuando Darryl McCray, con quince años decidió declararse a la joven Cynthia pintando compulsivamente en las paredes del barrio de la muchacha y ocultando su nombre real (Darryl) tras su alias Cornbread.

La pintura mural no nació entonces, el ser humano siempre ha pintado en las paredes y grabado corazones en los árboles, pero es entonces cuando nació el grafiti actual. El fenómeno nace de un mix de pintura, sentimientos intensos y marginalidad.

Pintura de la calle

La exposición reúne escenas o paisajes de calles de todo el mundo principalmente pintadas sobre soporte transparente, aunque también haya pinturas sobre papel, tablas, lienzos y telas de gran formato. Además, se exponen algunas obras de pintura sin soporte, o sea, solo pintura, representando obras de grafiti de la calle. La técnica para producir estas obras es el pintado con pintura acrílica sobre soportes antiadherentes de los que se arranca la pintura una vez seca. Así se obtiene una especie de “lamina” o “piel” de pintura con la imagen pintada, pero sin soporte: sin lienzo, ni tabla ni nada que sustente a la pintura.

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Según declara el propio artista: “No pretendo cambiar la percepción del grafiti, o conseguir que sea visto más amablemente, solo presento obras que actúan de espejos de nuestras incoherencias y quizás por eso el cristal como soporte. Mis obras hablan de nosotros colectivamente, de una sociedad que persigue una forma concreta de expresión artística”.

Aunque las técnicas que utiliza, a menudo son desarrollos propios, “mis métodos son de primero de artista: traigo el grafiti al interior y lo muestro sin decorar, tal como es con la pretensión de que cualquier espectador pueda percibir su potencial estético, independientemente de su gusto personal. El hecho de representar en mis pinturas las obras de grafiti junto a cubos y bolsas de basura no llama la atención porque en nuestra mente asociamos ambos elementos por lo mismo que usamos la expresión “limpiar el grafiti” y con la misma naturalidad con la que aceptamos que se eliminen obras de las calles”.