Aunque sigue manteniendo su domicilio madrileño para los ensayos previos a la gira, Ekain Elorza, el batería vizcaino de Morgan, está “encantado” de residir ahora en Durango, cerca de su Berriz familiar. El grupo de rock liderado por la voz siempre emotiva de Carolina Nina de Juan, presentará hoy en Euskalduna su cuarto disco, Hotel Morgan (Cultura Rock), que han grabado en tierras noruegas y sigue fiel a su espíritu old school, a una mezcla de rock, folk, soul, blues y funk, cada vez con más temas en castellano. “No solo hacemos rock de los 70, nuestra gente nos permite ser libres”, explica el batería en esta entrevista.

Repiten tras la experiencia conjunta de los estudios franceses Du Manoir, pero ahora en Noruega.

Ya te dije que íbamos a grabar siempre así. Ha sido multiplicar por 10 la experiencia. Hemos vuelto a convivir todos en el mismo espacio y concentrados en grabar. La elección surgió de regreso a Bilbao tras tocar en Gijón, diciendo nombres de estudio al azar, y apareció el Ocean Sound noruego, que tenía yo apuntado.

Es relativamente desconocido.

Sí, pero allí grabaron Arcade Fire, Black Rebel Motorcycle Club… Es el mejor de Noruega, un sitio increíble situado al final del país, en una isla y al borde de unos fiordos. Pedimos información y nos cuadró en fechas y presupuesto.

Allí, molestias cero.

Es una maravilla aunque el tiempo fue regular y nos llovió casi siempre aunque fuimos en agosto. Ya llegar hasta allí fue una aventura porque fuimos en furgoneta, luego dormimos en la parte de arriba del estudio, donde hay habitaciones… Es como una casa noruega donde comíamos también.

La idea de comunidad es la de Du Manoir también.

“Vamos a Euskalduna con el mejor concierto que podemos ofrecer de nuestra carrera”

Exacto, esa era la idea aunque cruzando previamente toda Europa en furgoneta durante una semana. Fue como llegar al fin del mundo antes de pasar allí 10 noches. Y la vuelta fue igual, en la furgo .Una experiencia vital que estará siempre con nosotros, fue mágico porque nos puso en una situación emocional que nos hizo vivir todo intensamente, también tocar y grabar.

Así que el estudio y el viaje acabaron por influir en el disco.

Si una grabación es difícil, cogerás manía a las canciones por buenas que sean cuando las toques. Eso se refleja al subirte al escenario. Fue un viaje no solo físico, también de disfrute, paramos tras tramos cortos para conocer los países que atravesamos y la propia Noruega. Siete días de ida, una decena allí y otra semana para volver.

En la primera canción hablan de “volar libres”. ¿El proceso de grabación les dio alas?

Ese tema, Intro: Delta, habla del cierre de etapa del disco anterior, del río que llega al mar y el pájaro que vuela libre. Aquella época pasó y esta llega fuerte. Había ganas de explorar nuevos terrenos, algo que hemos hecho más que nunca.

El no tener miedo a la desconocido, a lo que se refieren también en otro tema.

Total. Llevamos un par de discos buscando cosas nuevas y retándonos a nosotros mismos. A colación del hotel, viendo qué hay en esas habitaciones, sonoridades y estilos que a veces sí aportan a la banda, haciéndola más divertida y distinta.

¿Cuáles serían esas aportaciones novedosas?

Se trata de dejar fluir las cosas, esa es la filosofía desde el primer momento, al igual que no tener miedo a la hora de componer y dejarse llevar por la creación. Luego, el tiempo dictamina si merece la pena o no.

Siempre desde la fidelidad radical a un estilo muy propio.

Exacto, esto sigue siendo Morgan aunque sonemos con otras paletas de colores y esta vez con la mitad de canciones en castellano. Creo que en el disco hay más protagonismo que antes de las guitarras acústicas, mezcladas con sintetizadores, con baterías más tratadas y no tan naturales, y luego está el contraste entre las canciones.

‘Radio’, por ejemplo, tiene muchos arreglos y cambios de ritmo, mientras que ‘Arena’ es un blues desnudo, solo de voz y guitarra y en una toma.

A eso me refiero, y también hay muchas voces y coros. Para los conciertos vamos con dos coristas: Carolina Ahijado y nuestro exbajista Alejandro Ovejero, que se ha animado para el formato de este tramo de la gira. Somos ocho en escena.

Sin verlo, siento que disfruta mucho tocando ‘Radio’.

(Risas). Nos costó mucho saber cómo afrontarla porque es larga y con partes diferentes. La estamos readaptando para el directo, sigue creciendo. Es de las más importantes del disco, lo tiene todo y lo resume muy bien.

¿Cómo se logra que el mítico Steve Hunter, toque un ‘solo’ de guitarra?

El de Sweet Jane de Lou Reed, un clásico, es suyo, sí. Fue profesor de Paco, nuestro guitarrista, hace como 20 años. Se hicieron amigos y han mantenido la relación ahora que Steve vive en Alicante. Siempre le hemos intentado liar para algún concierto, pero no ha podido ser porque está prácticamente ciego. Vimos la oportunidad de meter su solo en Altar y flipamos cómo lo hizo.

¿La gente se siente cómoda en este hotel?

Totalmente. Siempre hay miedo a hora de publicar un disco, pero llevamos ocho conciertos y son los mejores que hemos hecho, por nuestro nivel y la respuesta del público. Estamos a gusto en auditorios, hemos dado con la manera de enfrentarnos a unos recintos donde hay que tocar muy bien y todo al detalle. Ahora, es el mejor lugar donde tocar aunque es muy exigente y tienes que estar muy concentrado. Es como una obra de teatro.

¿Cómo surgió el concepto del hotel? Es recurrente en el rock: ‘Hotel California’, ‘Morrison Hotel’...

(Risas). No caímos en ello hasta después. Recuerdo ahora el Hearbreak Hotel de Elvis también. Al final, cada canción cuenta una historia diferente pero surgieron en la misma época y se acabaron juntando en el hotel. Son habitaciones distintas, abres sus puertas y te encuentras historias.

El hotel suele ser frío, espacio de paso...

Los hay diferentes. Alguno, como lo imaginamos nosotros, es una casa de madera al lado de un lago y un bosque, con un piano en el salón y el calor del fuego en la chimenea. De camino al estudio estuvimos en uno así. Ese fue el Hotel Morgan.

¿Qué les quedó de compartir gira con Fito y Fitipaldis? ¿A la experiencia personal se unió un crecimiento de público?

Fue alucinante vivir una gira así, de ese tamaño y nivel. Estamos agradecidos y, además, siempre se acerca alguien que nos conoció en esos conciertos. Nos lo dicen en las firmas de discos o cuando salimos al puesto de merchandising a saludar tras los conciertos. Siempre piensas que quien va a ver al artista principal no hará caso al telonero porque no han ido a verte a ti. Pero sí, hay gente que hace caso y que el mensaje llega.

¿Ayuda que su espacio sonoro, deudor de los 60 y 70, esté poco explorado en la escena pop y rock actual?

Sí, es cierto (risas). A veces nos sorprende que venga tanta gente a vernos. No digo que seamos unos marcianos pero sí que estamos bastante solos. Sí, es raro que nos vaya tan bien. Habrá gente con ganas de ver y escuchar música como se hacía antes. Hemos caído en gracia y el público nos permite que seamos libres a la hora crear y explorar. No solo hacemos rock clásico de los 70.

Vuelven a Bilbao, ahora en Euskalduna. Un lujo, ¿no?

Será mi primera vez allí y no negaré que estoy nervioso. Me pasa siempre al tocar en casa, como me sucedió en el Arriaga, por querer hacerlo bien. Lo hemos hecho en el Antzokia, en Santana 27, hasta en San Mamés, pero no en Euskalduna. Me hace ilusión y estará hasta arriba de gente, algo que no esperaba. Vamos con el mejor concierto que podemos ofrecer de nuestra carrera.