El documental Cenizas, ópera prima del cineasta vasco Oier Plaza que trata sobre el destino de españoles asesinados en un campo de concentración nazi situado a las afueras de Praga, fue estrenado ayer en un cine de la capital checa, con la presencia del ministro de Exteriores de España, José Manuel Albares.

La cinta rescata historias de víctimas españolas de la persecución nazi, así como la de una familia checa que arriesgó su vida para crear listas secretas de ellas, preservar sus cenizas, y de esta manera la memoria individual.

Además de asistir al estreno en el cine Dablocov de la capital checa, Albares mantuvo un encuentro con familiares de esos exiliados republicanos asesinados en el campo de concentración de Hradi¡tko, a 50 kilómetros al sur de Praga, durante el protectorado alemán sobre Bohemia (1939-1945).

El trabajo de Plaza está basado en la búsqueda realizada por Unai Egia, un profesor de Plástica de Lauro Ikastola, que siguió la pista desde Bilbao a Praga, a lo largo de Europa, de un deportado, Enric Moner, desaparecido en la Segunda Guerra Mundial, y que le llevó al hallazgo de un relato singular, que ha tenido aún poco eco.

Tirando de ese hilo, Egia también entró en contacto con el relato de Angel Lekuona, casi idéntico al de Moner, y que era investigado paralelamente por sus familiares: son dos vidas que convergen de manera dramática, pero con destellos de esperanza y heroísmo, en Praga, entonces capital de Checoslovaquia.

El documental revela cómo el responsable de la cremación de cadáveres del cementerio de Strasnice en Praga, Frantisek Suchy, desoyó las órdenes de los nazis y preservó las cenizas de casi 2.200 víctimas desafectas al nazismo en urnas individuales, para que pudieran recibir el respeto a los muertos.

“La historia era tan rocambolesca que no me lo podía creer: que una persona pudiera tener el coraje de contravenir las órdenes expresas de la Gestapo (la policía secreta del régimen nazi de Adolf Hitler) y, arriesgando su vida y la de toda su familia, el administrador del crematorio logró esconder las cenizas, entre las urnas que había cremado durante el día”, explicó a Efe Egia.

Suchy logró, gracias también a su hijo, pasar a limpio listas secretas de asesinados y crear así un registro propio para salvar la memoria de esas víctimas.

“Esa resistencia personal, fuera de los héroes que podemos encontrar y sus hazañas heroicas, es una pequeña acción de una persona que me parece elogiable y hay que conocerla, reconocerla, por hacer un trabajo de conciencia”, añadió el profesor, que ahora intenta lograr el reconocimiento de Frantisek Suchy y los suyos en España y en la República Checa.

Egia llegó a Praga con una comitiva de unos 40 españoles y ahora espera reunir hasta un centenar de personas para, además de asistir al estreno del documental, inaugurar en el crematorio de Strasnice una placa conmemorativa de Suchy, protagonista del relato.

“Me ha aportado experiencia, pero también es el ver cómo esas pequeñas acciones pueden crear algo grande, porque este relato está lleno de pequeñas acciones: son como acciones del bien y la bondad, de humanidad, y me siento edificado”, dijo a Efe Plaza sobre su documental, que usa la animación y en algunos momentos adquiere el ritmo e intensidad del thriller.