Ryan Adams y Wilco son dos de las mejores noticias musicales que nos han llegado de Estados Unidos en las últimas tres décadas. El primero, enfant terrible, intenso y frágil caído en desgracia debido a sus dependencias y turbias relaciones con las mujeres, acaba de recuperar, en vivo y crudo, sin cocinar, uno de sus mejores últimos discos, Wednesday, justo antes de su gira estatal. Coincidiendo con el regreso del prolífico adalid del alt–country, Wilco, el vehículo principal de Jeff Tweedy, festeja de manera enciclopédica el 25º aniversario de unas de sus obras maestras, A Ghost Is Born, en una edición de lujo con maquetas, inéditos y directos.
A Ryan Adams cuesta seguirle la pista. Músico que sufrió la cancelación debido a su mala vida –resumimos aludiendo a su periodo de dependencia de la botella y varias denuncias de maltrato emocional por parte de sus ex, Phoebe Bridgers y Mandy Moore–, cuando todos le dieron la espalda y se vio obligado a publicarse sus propios discos, pasando de estrella del country alternativo a apestado post Me Too, dio rienda suelta a su creatividad y optó por dejarse llevar y grabar, sin criba ni selección alguna, (casi) todas las canciones que componía.
El año pasado fue especialmente prolífico, con una propuesta que nos dejó Heatwave, Blackhole, Star Sign, Sword & Stone, el directo de Prisoners, el descarnado 1985… Hay que ser muy fan –y disponer de mucho tiempo– para estar al tanto de la actividad del de Jacksonville, que ha sumado ya su primer medio siglo de vida y que ahora nos sorprende –es un decir– con Another Wednesday, un álbum en formato de vinilo doble en el que el estadounidense, aficionado a las versiones ajenas, revisita su propio Wednesday.
En él se advierte que Adams es hijo de la tradición y los mitos de la música de raíz estadounidense, sobre todo de Neil Young, Dylan y Springsteen… cuando estos se desenchufan. A excepción del último corte del citado álbum, Lost in Time, recrea en directo su obra de hace cinco años y añade un par de excelentes versiones que encajan como guante en mano, que dirían The Smiths, con el espíritu del disco: Tracks of My Tears, de Smokey Robinson & The Miracles, y Moon River, el clásico de Johnny Mercer y Henry Mancini.
Ambas acaban sonando como propias en vivo, con la única ayuda de su guitarra acústica, su voz y su armónica, que únicamente encuentran apoyo de piano y arreglos de teclados y cuerda ocasionales. Con este aparataje instrumental tan básico y espartano se relanza el mensaje –el dolor, la desolación, la tristeza y la culpa, principalmente– que emiten estas canciones confesionales y melancólicas en forma de baladas y medios tiempos a corazón abierto bañados en las caudalosas aguas del folk y el country.
“Lo siento, te quiero”. Así se inicia esta gema con When You Cross Over, a la que siguen algunas de las mejores canciones de Adams de este milenio, como Walk In The Dark, Who is going to love me now, I’m Sorry and I Love You… En el disco de la confesión de sus problemas vuelve a cantar, ahora ante sus fans, sobre “borrar la mentira con la verdad”, se desnuda al entonar “mi vida es solo un túnel hacia la tumba” y ser consciente de su desamparo al admitir que “nadie sabe realmente lo que quieres hasta que el coche está lleno de cajas y lo ves alejarse”.
Extras de Wilco
En un último mes aciago para quienes tenemos (casi) toda nuestra educación sentimental levantada sobre los cimientos de la cultura pop de Estados Unidos, reconforta recuperar a Wilco, de lo mejor que nos ha legado el país en las tres últimas décadas y media. La banda de Jeff Tweddy promocionó en su primera visita a Euskadi, en Gasteiz, uno de sus discos clave, A Ghost Is Born, en el que actualizó sus raíces folk y su gusto por las melodías adhesivas a través de la experimentación, el acople y la distorsión, para exorcizar el infierno que vivía su líder con sus problemas de salud y depresión. Ahora se reedita una caja lujosa con el disco original repleta de añadidos y extras: canciones de la gira posterior en directo; hasta 38 tomas alternativas o descartadas de las sesiones; el trabajo inédito de su composición y maquetas; un libro con de tapa dura de 48 páginas con notas del álbum, fotos desconocidas y nuevas entrevistas con Wilco y el magnífico productor Jim O´Rourke, a cuya labor el grupo debe el Grammy que logró...
Pero lo importante es el disco, al que se debe regresar con asiduidad, ya que Wilco no ha vuelto a grabar algo tan diverso como integrado en su corpus artístico. De la experimentación noise de At Least That´s What You Said a los pianos –hay muchísimos– negroides de Hell is Chrome y la psicodélica Hummingbird, pasando por el krautrock de Spiders (Kidsmoke); delicias acústicas como Company in My Back y Muzzle of Bees; la mezcla de ruidismo y placidez a lo Velvet de Wishful Thinking, pero con la mente en Lennon y McCartney; el rock de I’m a Wheel o el uso del minimalismo, el ruidismo y los silencios en Less Than You Think… Lo dicho, una obra de arte.