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Obra gráfica de Maria Franciska Dapena y fotografías del mundo rural de Manterola, entre las donaciones realizadas al Bellas Artes

El museo bilbaino presenta una exposición con seis conjuntos documentales incorporados a sus fondos

Obra gráfica de Maria Franciska Dapena y fotografías del mundo rural de Manterola, entre las donaciones realizadas al Bellas ArtesOskar Gonzalez

Son seis pequeñas exposiciones que conforman una gran exposición. El Museo Bellas Artes de Bilbao exhibe, bajo el título de Nuevos fondos, una selección de piezas de los archivos y fondos de seis conjuntos documentales incorporados por la pinacoteca pertenecientes al pintor Eduardo Zamacois, el fotógrafo Alphonse Guiard y su hijo, el pintor Adolfo Guiard, el fotógrafo Felipe Manterola, la fábrica Patricio Echeverría S.A., el ilustrador Saul Steinberg y la pintora y grabadora María Franciska Dapena.

“Esta exposición da visibilidad y ensalza una labor fundamental del Bellas Artes, como es el estudio de las trayectorias vitales y profesionales de las y los artistas, que quizás pueda pasar desapercibida para el gran público. Las donaciones nos permiten conocer mejor estas trayectorias artísticas”, ha explicado la diputada general de Bizkaia y presidenta de la Fundación del Museo, Elixabete Etxanobe, que ha estado acompañada en la presentación por el director del museo, Miguel Zugaza; el director general de la Fundación BBK, patrocinadora de la exposición, Gorka Martínez; el conservador jefe, Gillermo Zuaznabar; el coordinador de Conservación e Investigación, Javier Novo; y la conservadora de Arte Moderno y Contemporáneo, Miriam Alzuri.

Tal y como ha destacado Zugaza en su intervención, “los archivos y fondos documentales de los artistas son fundamentales para comprender tanto su contexto creativo como el interés y las motivaciones de quienes los reunieron”.

De esta forma, este material, desde bocetos y correspondencias hasta fotografías, escritos y otros materiales que pertenecieron a las y los artistas o a su entorno más cercano, “sirven para profundizar en su itinerario vital y arrojar luz sobre sus inquietudes más personales”, ha añadido.

Un momento de la presentación de la exposción.

Un 70% de donaciones

La colección del museo está compuesta por más de 20.000 obras, de las que aproximadamente 70% han llegado a la pinacoteca a través de donaciones, "lo que demuestra la fuerte identificación de la ciudadanía con un museo que tiene una firme vocación de servicio a la sociedad, explica Gillermo Zuaznabar.

La reciente incorporación es producto de las donaciones efectuadas por parte de herederos y de otras colecciones privadas, que se suman, así, “al caudal de donaciones y legados que históricamente han enriquecido las colecciones del museo”.

En concreto, la representatividad de los fondos artísticos del pintor Eduardo Zamacois que conserva el museo -9 pinturas y 4 dibujos-, se amplía ahora con importantes materiales documentales procedentes de sus descendientes.

De manera similar, se amplía la ya excelente representación de Adolfo Guiard -11 pinturas y 17 dibujos- con el ingreso de documentos, cartas, 50 fotografías y 46 bocetos de sus obras, las albúminas de su padre, Alphonse Guiard, pionero de la fotografía en el País Vasco, así como correspondencia con su hermano, el historiador y escritor Teófilo Guiard.  Junto a estos legados, el Museo de Bellas Artes ha incorpora también el fondo fotográfico completo de Felipe Manterola y el de la empresa Patricio Echeverría.

El primero recoge la visión genuina del medio rural vasco a través de las fotografías tomadas por Manterola en las tres primeras décadas del siglo pasado en el valle de Arratia.

De formación autodidacta, y aunque él mismo nunca se consideró un fotógrafo profesional, la actividad de Manterola trasciende el mero amateurismo ya que, a lo largo de su vida, compaginó su pasión por la fotografía con la gestión de una tienda, fonda y estanco en Zeanuri, su localidad natal.

En este establecimiento familiar vendía también sus fotos, editadas en formato postal en Alemania, Francia y Bilbao, y estas imágenes que, con el paso del tiempo han adquirido valor etnográfico, fueron reproducidas en el ensayo Los vascos (1949), de Julio Caro Baroja y sirven para documentar los cambios sociológicos y los avances que propiciaron “el tránsito de una sociedad rural tradicional a una moderna y fuertemente industrializada”.

Los descendientes de Manterola han donado más de mil placas de vidrio, 160 postales y 323 fotografías fechadas entre 1904 y 1936, así como el archivo documental y diversos utensilios propios de la práctica fotográfica.

A su vez, las fotografías propiedad de la empresa Patricio Echeverría explican la pujanza de la industria del país a lo largo del siglo XX. La donación procede del fotógrafo Gorka Salmerón (Legazpi, 1969), quien ha legado al museo bilbaino un “importante” fondo que documenta gráficamente la historia de Patricio Echeverría S.A. en Legazpi entre 1918 y 1960.

La donación se compone de 209 fotografías en blanco y negro, gelatina de plata, de formatos diversos. Este material se encargó a varios estudios y diferentes profesionales -Photito, Koch y Pando, entre otros-, con el objetivo de mostrar la actividad de la fábrica en ferias e ilustrar los catálogos para la venta de sus productos.

Asimismo, durante varias décadas, Salmerón ha fotografiado el paisaje de su localidad natal y su comarca. El resultado es un registro documental de “gran calidad técnica” con el que en 1995 editó un libro compuesto por 70 imágenes.

Dapena, una artista comprometida

La donación de The Saul Steinberg Foundation permite representar en la colección a uno de los mejores ilustradores del siglo XX. También se ha donado un importante fondo artístico y documental relacionado con María Franciska Dapena, amiga y colaboradora de Agustín Ibarrola, que sirve para redescubrir su figura y su gran compromiso político y social. Hasta ahora el museo no contaba con ninguna obra de esta artista, 

Mari Dapena fue una de esas artistas sobresalientes y comprometidas que se forjaron a lo largo de la dictadura franquista. Una artista establecida en Balmaseda que hoy en día ha quedado parcialmente relegada al olvido.

Como otros de su época, Dapena entremezcló su amor al arte y su compromiso político de manera natural y constante. Y, como tantos otros, utilizó el arte no sólo para crear obras artísticas, sino para luchar sin tregua contra el franquismo y el totalitarismo. 

La donación incluye obra gráfica fechada entre 1963 –incluidas algunas obras realizadas en la cárcel– y comienzos de la década de 1980, junto con la totalidad de las planchas de linóleo y madera conservadas.

Además, reúne un valioso archivo documental de gran interés para el arte vasco y el conocimiento de la trayectoria de Dapena. Este archivo incluye los escritos de Dapena que, por primera vez, ven la luz gracias a un libro publicado por el museo con edición a cargo de David Fuente.

La exposición Nuevos fondos se puede ver hasta el próximo 8 de junio.