El Esplendor, de Agustín Martínez, es una novela en la que el escritor murciano –uno de los autores de Carmen Mola– narra la historia que una pareja vivió en una isla del Canal de la Mancha a través de un thriller psicológico localizado en Alderney. Según apunta el autor de la novela, la búsqueda de respuestas por parte de la pareja les lleva a la isla que estuvo ocupada por la Alemania nazi. En su paso por Bilbao se reúne con DEIA para analizar la obra publicada y su recorrido en los últimos diez años.
¿Cuánto le ha cambiado la vida desde la primera novela?
—Muchísimo. A mí me cambió la vida mi primera novela, no la primera de Carmen Mola, sino la primera novela mía, que publiqué en 2015, Monteperdido.
Ya han pasado diez años.
—Tenía la suerte de vivir de la escritura y siempre dedicaba a escribir series de televisión. Monteperdido era un proyecto para una serie de televisión que me rechazaron y yo decidí escribir la novela. Ahí sucedieron muchas cosas que cambiaron mi vida. Por un lado, la novela funcionó muy bien, tuvo muchas traducciones, se vendió muy bien en Francia, en Alemania y en varios países más. Y me surgió la oportunidad de hacer la serie de televisión ya no solo como guionista sino como productor ejecutivo. A partir de ahí la verdad que todo me cambió mucho me dio una situación nueva. Profesionalmente fue un gran cambio.
¿Escribir ‘Monteperdido’ entraba en tus planes o fue fruto de la casuística?
—Me gusta mucho la literatura, soy muy lector, pero nunca me había decidido escribir una novela. En ese momento era muy difícil conseguir convencer a una cadena de que rodaras una serie fuera de Madrid y que te fueras a un sitio a la montaña durante un montón de tiempo. Fue cuando dije que me apetecía escribir la novela, no era algo que tuviera en mente.
¿De dónde diría que viene su pasión por la escritura?
—Cuando era muy chaval, con 22 años o así, apareció una prueba en la que empecé a escribir guiones de televisión y ahí fue cuando descubrí que yo disfrutaba mucho escribiendo, más que dirigiendo o montando una película… Me lo pasaba mucho mejor en esta tarea de la escritura, y son accidentes que te marcan la vida.
¿Cuánto ha influido Carmen Mola en su vida?
—Mucho, porque Carmen Mola surge como un juego entre los tres guionistas que estábamos publicando novelas y empezamos una especie de experimento de a ver qué pasa si podemos hacer una novela los tres juntos como hacemos las series de televisión, no esperábamos que funcionara como funcionó. Yo ya escribía novelas mucho antes de que surgiese Carmen Mola. Sin embargo, Carmen Mola se convirtió como en un gran fenómeno editorial por un lado y, luego, además, ganamos el Planeta en el 2021. A partir de ahí te vuelve a cambiar la vida. La idea de un escritor es estar sentado en su ordenador escribiendo, es lo menos glamuroso del mundo. En el caso de Carmen Mola, como no hacíamos promoción ni nada, terminabas una novela y te ponías a escribir la siguiente. A partir del Premio Planeta se multiplican las presentaciones y algo que era como un accesorio, se convierte en el centro de tu vida.
¿Qué significado tiene ‘El Esplendor’?
—El Esplendor es mi novela más madura y la que mejor he escrito. Hay una serie de temas que a mí me interesan, personalmente, sobre la identidad, sobre cómo el ser humano puede convertirse en un monstruo. Son temas que están presentes en Monteperdido, en series que he hecho, en cosas de Carmen Mola también. Creo que aquí he conseguido contarla tal y como quería.
¿Cuál es la diferencia con respecto a las anteriores?
—En el acabado final. Monteperdido es una novela que publiqué hace una década y que funciona muy bien a nivel de personajes y de trama, pero todavía estaba formándome como escritor. Entonces, a raíz de esta publicación, he ido aprendiendo a escribir y creo que como escritor soy mejor, creo que monto mejor las historias, que defino mejor a los personajes y que creo mejor las atmósferas de cara a la lectura.
¿Cómo ha sido el proceso de documentación?
—La novela es contemporánea y no requiere muchísima documentación. Lo que pasa es que la historia me llevó a una isla del Canal de la Mancha y al descubrimiento de que las islas habían estado ocupadas durante la Segunda Guerra Mundial, durante la ocupación nazi. La documentación es complicada porque después de la Segunda Guerra Mundial, el Gobierno británico decidió no investigar lo que había pasado ahí. Se creó una especie de manto de silencio sobre lo que había pasado. Se contó que la ocupación había sido modélica, que no habían pasado grandes dramas pero había muerto gente porque encontraron un cementerio con 400 personas.
Una vez escrita la novela, ¿cuál es el resultado?
—Primero creo que era mentira y lo segundo es que les funcionó porque la gente nunca puso la atención en lo que había pasado en las islas del Canal de la Mancha. Pasó tanto tiempo hasta que se empezó a investigar, que estamos hablando ya de los años 80, que ya era muy difícil encontrarlo. Lo que encontré son dos libros que son más o menos complicados de encontrar. Uno de un preso ruso que había estado allí y contaba su experiencia y luego, en un viaje que hice a la isla, me encontré con un librito que me parece muy especial, que tiene 20 páginas. Lo que hago es recrear cómo fue esa ocupación y el día a día de los presos a través de la voz de los supervivientes. A raíz de la novela, se han puesto en contacto conmigo gente vinculada a las islas que está muy interesada en investigar sobre el tema que se vivió allí.
En pocas palabras, ¿cómo definiría la novela?
—Es un thriller psicológico sobre la identidad y sobre los límites de la moral. Es el viaje de dos jóvenes ambiciosos y buscavidas que se enredan intentando alcanzar el mundo de la élite y acaban prácticamente devorados por esa élite. Este es el significado que tiene El Esplendor.