A sus 64 años y ya prejubilado, Roberto Moso, voz mítica de la escena musical y cultural euskaldun de las últimas décadas al frente del grupo Zarama y periodista de EITB, ha decidido mirar por su retrovisor y publicar Puto Boomer (Liburak), un libro apasionante, chispeante, musical, fabulado, divertido y emotivo, además de un viaje por su vida y, de paso, la de aquellos niños y niñas del desarrollismo de finales de los 50 y primeros 60. “No es conveniente olvidar los malos recuerdos, sirven de lección”, explica Moso en esta entrevista.
No ha parado en 64 años y ahora, ya jubilado, nos llega ‘Puto Boomer’. ¿No puede parar quieto, se aburre en casa?
Recuerdo a un profesor que solía decir: “¿se aburre?, pues no sea burro”. Es muy raro que yo sienta la sensación esa del aburrimiento, la verdad, ni en casa ni en la calle. Pero sí, me gusta practicar las cosas que me gustan, soy así de original.
¿Superviviente del Pleistoceno o cronista oficial de una generación? ¿O ambos?
Los que llegamos a ciertas edades tenemos algo de supervivientes, qué duda cabe, pero ¿cronista oficial? !Agggg! Eso suena muy mal. Yo no represento a nadie más allá de mí mismo. Me limito a dar mi versión de lo vivido y además, intento hacer con ello un producto interesante y entretenido. También trato de sacar conclusiones que puedan ser de utilidad.
No es un libro de memorias –que también– al uso. Parte de la memoria, que es muy juguetona y selectiva, por cierto, pero incluye pasajes ficcionados o realidad transmitida con apariencia de cuentos.
Así es. He incluido recuerdos, vivencias, reflexiones y no poca fantasía. Mi intención es la de ofrecer un puzzle de treinta piezas que pretenden completar un retrato de época. Intento que sea una visión tierna pero no complaciente. Y desde luego huyo como de la peste de dar lecciones o situar a los boomers como grandes protagonistas de la historia.
De ‘boomber’ a ‘boomer’ que también compró el ‘Lou Reed Live’ en cinta casete y que vio a Ramones en Anoeta, ¿a quién le puede interesar este libro? Hay hasta un capítulo sobre la mili. Son cosas ya de abuelos cebolletas ¿no cree?
En realidad no diría que sea un capítulo sobre la mili, sino una historia de amistad con la mili y otros escenarios como telón de fondo. Cuando publiqué Flores en Basura hubo varios padres y madres de mi entorno que me dijeron que por fin habían visto a sus hijos leyendo un libro con interés. Es algo que me gustó mucho, no lo niego. Yo leía también de joven a escritores mayores que me enseñaron mucho. Como dejó escrito Millás: “los libros que no leímos, estaban llenos de advertencias”.
El título es muy Moso, muy gamberro. ¿Lo eligió porque ‘Vida’, la magnífica autobiografía de Keith Richards, estaba ya cogido?
Al principio barajé otros títulos como Boomer Blues, Baby Boomer o Rock&Roll Boomer, pero cuando pregunté entre gente conocida, Puto Boomer ganaba por goleada. Entre los más jóvenes con especial entusiasmo, por cierto.
El libro almacena muchos recuerdos. ¿Cuáles hubiese querido olvidar?
Sinceramente, no creo que sea recomendable olvidar los malos recuerdos. Es mejor que sirvan de lección. Como cantaba Ruben Blades: “prohibido olvidar”. Otra cosa es estar constantemente regodeándose en ellos. Por suerte, muchas malas experiencias que he vivido han tenido fecha de caducidad y creo que no me han dejado heridas irreversibles, aunque igual un día algún profesional me demuestra lo contrario.
Las memorias pivotan sobre su experiencia musical con Zarama, el trabajo en la radio y la familia y los colegas. ¿Los puntales de su vida?
Pues sí. Familia, trabajo, aficiones y amistades suelen ser puntales en muchas vidas. En eso no soy original. Los vividos en Zarama y en la radio me han permitido moverme mucho por Euskal Herria y me han dado una perspectiva bastante amplia sobre este país nuestro tan particular.
¿Cree que la música le/nos salvó?
Sí lo creo, sí. La radio musical y mi tocadiscos jugaron un papel clave en los tortuosos días de la pubertad/adolescencia. Eran el país al que huía y en el que me sentía a salvo. Con el tiempo acabó siendo fuente de relaciones, de lecturas, de experiencias y hasta de trabajo.
Hábleme de Zarama. ¿Su embrión fue el punk en aquel viaje a Londres?
En buena medida sí. El viaje no fue exactamente a Londres. Dos amigos fuimos a trabajar en la recogida de la fruta a dos pueblos remotos de la Inglaterra rural. Londres era el destino del fin de semana y allí, en 1977, se estaba cociendo la cultura punk y el Do It Yourself. Una nueva generación, harta de ser público pasivo, quería coger el relevo y ser protagonista de su tiempo. El planteamiento musical era directo, potente y -sobre todo- asequible. Ya no hacía falta ser un virtuoso para subir a un escenario, bastaba con tener ganas de gritarle al mundo tu rabia. Volvimos predicando la verdad.
Hay un capítulo titulado ‘Boomer Blues’, pero la ‘playlist’ del libro sonaría muy ecléctica: los Stones, The Beatles, Ramones, Lou Reed, Leño, Fórmula V, José Feliciano y hasta Jorge Cafrune.
Esos y otros muchos son nuestra banda sonora vital. No todas las citas musicales parten de la admiración. También las hay para abominar de las malditas canciones de amor baboso con las que nos amargaban los domingos por la tarde, por ejemplo.
En Radio Euskadi ha metido más horas que en la bajera y en los escenarios. Y curró casi de todo.
Cierto. En la radio creo que solo me faltan los deportes, aunque estuve en la retransmisión de la gabarra del 84, junto a Patxi Alonso y Kike Martín. He sido reportero de calle, conductor de programas, compañía nocturna, madrugador, humorista, machaca y también, claro, he hecho mucha radio musical.
Allí, además, surgió Liserio Laubost, su personaje más famoso y querido, un trasunto de usted mismo y, al mismo tiempo, la personalización de cierta derrota.
Lisergio quiso ser, en un principio, un homenaje a los pinchadiscos locos de las primeras emisoras musicales. Por eso lo diseñé como un abanderado de los singles de vinilo. Lo gracioso del caso es que, en los últimos años, parte de la audiencia y de los estudiantes en prácticas ni siquiera conocían el formato. Lisergio se enfadó mucho conmigo cuando me jubilé. De hecho me exigió una explicación al respecto, lo cuento con detalle en uno de los capítulos.
Llegó a ponerle los cuernos a la radio con la televisión. Incluso ejerció de directivo. ¿Le dejó mal cuerpo?
Para nada, la experiencia no fue muy larga pero sí intensa. En la tele, especialmente en las productoras, se vive a un ritmo muy frenético y diría que bastante insano. En la radio las audiencias aparecen de Pascuas a Ramos y no influyen demasiado en tu vida cotidiana. En la tele se miden al minuto y producen auténticos terremotos. Esto acaba traduciéndose en una vida cotidiana evaluada hasta el infarto. Se mueve mucho dinero y eso lo condiciona todo.
Ejerce de santurtziarra, pero ¿le pusimos los cuernos a Ezkerraldea al cruzar la ría?
Nah!, en eso al menos, practicamos el poliamor. Uno puede irse de su pueblo, pero el pueblo no se va de uno así como así.
Estas páginas dejan la reflexión de lo fugaz que es la vida. Se advierte un día al mirarte al espejo y recordar a tu aita, o al comprobar que nuestra descendencia repite actos, no siempre laudatorios, de nuestra juventud.
Cierto. Nos lo advierten desde que somos muy pequeños al decirnos que la vida se pasa muy rápido, pero no somos conscientes hasta que lo vemos nosotros mismos. Y sí, nadie escarmienta en cabeza ajena. Somos así.
El libro desprende también cierto desaliento sobre el discurrir político en Euskadi, partiendo de la propia experiencia ¿no?
En el libro hablo de mi experiencia militante, que no fue larga pero sí intensa. En general, el discurrir político en Euskadi es mejor ahora que hace unos años, hay menos sectarismo y la política no es tanto un arma arrojadiza.
Ni radiada, ni televisada. ¿Ya no espera ninguna revolución?
Confío en las pequeñas revoluciones del día a día. Nuestros actos, nuestras compras, nuestros posicionamientos, nuestros apoyos...
De ‘boomer’ a ‘boomer’ que sigue con “más dudas que certezas” y a quien “no hay que hacer mucho caso”, como escribe. ¿Peter Pan hasta la muerte?
Solo en lo bueno: fantasía, creatividad y visión lúdica de la vida. La inmadurez es mejor evitarla en las cosas importantes
¿Qué vislumbra si mira hacia adelante?
El barranco está más cerca. aumenta el vértigo. Pero como decían en la película Gladiator: “si la muerte te enseña su cara, devuélvela la sonrisa”.