Muchos de los seguidores londinenses de Banksy han configurado alertas en sus teléfonos para ser los primeros en apreciar sus últimas obras. El artista británico ha logrado mantener en vilo a toda la ciudad con una serie, que ya han bautizado como Zoo de Londres, pintando con su característico estilo un animal diferente, todos los días, durante una semana. Tras plasmar cada una de sus creaciones, el grafitero reivindicaba la obra en cuestión subiendo una nueva publicación a Instagram. Una de esas pinturas, de hecho, apenas duró unos minutos después de que el artista urbano reconociera su autoría. No hay que olvidar que el valor que ha llegado a alcanzar Bansky en el mercado, con una obra autodestruida tras su subasta, es de 21 millones de euros. Con sus últimas intervenciones se confirma la vuelta del artista anónimo a uno de sus lienzos predilectos: las calles de Londres.

Hasta el pasado lunes, la última de las pinturas del popular grafitero de Bristol que se conocía era de marzo. En aquella ocasión, roció pintura verde en una pared, detrás de un árbol podado, creando la ilusión óptica del follaje, con una plantilla de una persona sosteniendo un rociador junto a ella. Desde entonces, solo había publicado dos entradas en su cuenta de Instagram, pero para censurar las políticas europeas ante la crisis migratoria. De hecho, una de las claves que hacen que sus obras sean tan populares es que se caracteriza por visibilizar problemas sociales, políticos y medioambientales en sus obras. Por este motivo, no han sido pocos los significados que se les ha atribuido a los animales que ha pintado en la última semana. Ese interés por teorizar acerca de la conceptualización de las obras va de la mano, además, con la peculiar imprevisibilidad del autor. Es imposible anticipar de cuántas obras estará formada la serie Zoo de Londres. ¿Continuará a partir de hoy?

Serie zoológica

La primera creación de su nueva colección comenzó el pasado lunes, con una cabra en lo alto de un cornisa de la que se desprendían varias rocas mientras una cámara real de vigilancia apuntaba a ella. La obra se realizó en la pared de un edificio de Richmond, en el suroeste de Londres. Tras la publicación de la imagen en sus redes, las especulaciones no se hicieron esperar. Algunos apuntaron a que se trataba de una representación de la raza humana “al borde de la extinción”, mientras otros interpretaron que el artista británico pretendía hablar de la falta de privacidad en los espacios públicos. El descubrimiento de una segunda obra, al día siguiente, no dio tiempo para llevar a cabo más conjeturas sobre la cabra, porque había que hablar sobre dos paquidermos.

Banksy subió el martes, para sus 12 millones de seguidores de Instagram, otra creación en la que se observaba a dos elefantes asomando la cabeza y mirándose entre sí a través de dos ventanas tapiadas de un edificio del barrio londinense de Chelsea. Como es habitual, el artista dejó que sus seguidores teorizaran sobre el sentido de la obra, lo que no tardó en suceder. Algunos fans sugirieron que se podía tratar de la representación gráfica de la expresión metafórica del “elefante en la habitación”, que hace referencia a una verdad evidente que es ignorada o pasa inadvertida. A partir de entonces, además, comenzó a especularse que podía tratarse de una serie, lo que quedó confirmado al día siguiente. El miércoles emergieron tres monos colgando de una pequeña repisa en el puente de la estación de metro de Shoreditch High Street. Según insinuaron sus seguidores, podría tratarse de la representación de los tres monos sabios japoneses y su famoso proverbio “no ver el mal, no oír el mal, no hablar el mal”, aunque en esta ocasión no aparecen tapándose los ojos, los oídos ni la boca.

Robo anunciado

Para cuando la cuarta obra se confirmó, muchos de los seguidores de Banksy estaban pendientes de su siguiente aparición. Se trataba de un lobo aullando en una antena parabólica colocada sobre un tejado del barrio de Peckham, en el sureste de la capital. Solo unos pocos pudieron verla en directo, ya que unos encapuchados llegaron, aún cuando la pintura debía estar sin secarse del todo, con una escalera metálica que colocaron sobre la pared del local. Uno de ellos, ni corto ni perezoso, se encaramó al tejado con el objetivo de llevarse la antena parabólica ante la atónita mirada de los transeúntes, en silencio mientras se cometía el robo. Nadie detuvo a los ladrones en lo que se consideró la crónica de un robo anunciado. Y es que ya había antecedentes. La última vez que Banksy había actuado en Peckham, en diciembre de 2023, su creación, una señal de STOP con aviones militares para reivindicar el no a la guerra, también fue sustraída al de pocas horas.

Ajeno al robo, el artista callejero volvió al ruedo al día siguiente, en un fish and chips del barrio de Walthamstow. Dos pelícanos emergieron pescando dos peces, uno de ellos integrado en el propio cartel del local de comida. En esta ocasión, horas antes de que confirmara su autoría, se filtraron varias fotografías de la pintura en redes sociales. Posteriormente, Banksy lo confirmó en una entrada en la que sus seguidores insinuaban la revalorización del local tras su intervención. El misterioso creador continuó con su serie, al día siguiente, en el barrio de Cricklewood, donde pintó a un felino sobre una dilapidada valla publicitaria. No obstante, algunos seguidores apuntaban ayer que la valla había sido eliminada y, con ella, los vestigios de la obra de Banksy.

Tampoco esto desanimó al artista, que ayer reivindicó la última de las obras de la serie Zoo de Londres, a falta de que a partir de hoy se confirmen sus intenciones de continuar. Una garita acristalada de la policía se convirtió ayer en la pecera improvisada de unos peces para la última obra. Según las fotografías, Banksy parece haber utilizado un aerosol translúcido para transformar la marquesina en una gran pecera en la que los peces, que parecen pirañas, están pintados con más detalle que en sus anteriores creaciones. Difieren así de las siluetas negras con las que ha dado vida en la capital durante la semana a una cabra, elefantes, un lobo, pelícanos y un gato. La nueva obra apareció en la calle Ludgate Hill, en el corazón del Londres antiguo, a donde se desplazaron agentes del orden para tomar fotos y abrir expediente. En un comunicado, remitido a los medios antes de que el propio Banksy confirmara su autoría, la policía informó de que estaba “al tanto” de los “daños criminales” causados a una garita en Ludgate Hill.

Cotización

A pesar de las múltiples teorías al respecto, uno de los grandes misterios en torno al célebre autor es su verdadera identidad. Ello no ha impedido su popularidad, sino que, de alguna forma, ha contribuido a aumentar el mito en relación al artista que prefiere escabullirse de la prensa y, sobre todo, de la policía. No en vano, muchas de sus obras son controvertidas y hay quien las considera actos vandálicos. Por ello, sus propias obras también han sufrido vandalismo. Un ejemplo de ello es la pieza Chica con tímpano perforado, ubicada en Bristol, que fue manchada de pintura negra como crítica al artista. Otras de sus obras, sin embargo, han sido destruidas accidentalmente, como parte del peaje de trabajar en la calle. En ese sentido, se podría citar Rata con paracaidas, pintada en Melbourne a finales de lo 90 y pulverizada por unos fontaneros al instalar unas tuberías nuevas.

Durante una época, además, Banksy, que ha participado en muestras de pinacotecas como el MoMa de Nueva York o el Museo Británico de Londres, se convirtió en uno de los artistas favoritos de las casas de subastas internacionales. De hecho es muy conocido el caso de Niña con globo, obra que se subastó en 2018 por Sotheby’s, por el triple de lo previsto y fue autodestruida al momento. El propio autor difundió una fotografía del momento en el que el lienzo se hacía trizas tras pasar por una trituradora de papel instalada en la parte inferior del marco. Posteriormente, en 2021, la obra fue revendida por 21 millones de euros, después de que fuera renombrada por el artista como El amor está en la papelera.