El director vasco Asier Altuna compitió por la Concha de Oro del Festival de Donostia con Amama en 2015. Ha tardado nueve años en filmar su nuevo largometraje en solitario, Karmele, para abordar con total libertad una historia de novela que fue real, “de perseverancia, lucha y dignidad”, que “merecía ser contada”.

De la azarosa vida de Karmele Urresti –una enfermera vizcaina que se exilio en Francia al final de la Guerra Civil y que de París huyó a Venezuela para escapar de los nazis– supo por su amigo el escritor Kirmen Uribe, que más tarde la trasladó a su libro Elkarrekin esnatzeko ordua (La hora de despertarnos juntos, en su traducción al castellano), a partir del cual Altuna se ha enfrentado al primer guion adaptado de su carrera.

La historia de Karmele y su marido, Txomin Letamendi, un músico de jazz al que conoció en Francia, “está llena de peripecias, aventuras, de lucha contra la dictadura y de muchos dramas”.

“Me inspiraron mucho los personajes. Mi trabajo fue quitar un poco de aventura y peripecia y centrarme en qué historia iba a contar con esos personajes, incluso inventando conflictos”, explica el realizador.

Un trabajo muy personal

Si en la novela Uribe ya introdujo ficción, él ha decidido hacer de ese relato “de dignidad y de búsqueda de la libertad perdida” en el que también habitaron espías, un trabajo muy personal.

“Esta historia tiene mucho nuestro, del País Vasco, tiene mucho de mí también porque cada uno hemos vivido de una manera esa guerra o nos la han contado en casa de una manera. Me he sentido muy a gusto porque estoy haciendo una película que es muy mía, aunque sea una historia que todos hemos oído y que es universal también a la vez”, comenta.

Investigó por su cuenta la vida de Karmele, que era de Ondarroa, como el escritor vizcaíno afincado en Nueva York. Además de haber leído algunas versiones del guion y de estar al tanto de la marcha del filme, Uribe presenció el último día del rodaje.

También acudió al rodaje Patxi, el hijo pequeño de los tres que tuvieron Txomin y Karmele. Con los tres había hablado durante la escritura del guion, aunque Ikerne, la mayor, murió hace pocos meses.

“Vino un día cuando estábamos rodando en Bilbao y fue emocionante para él y para nosotros. Nos contó todo un montón de historias, fue bonito. Todo lo que hemos recibido ha sido cariño, apoyo, pasión y agradecimiento por parte de la familia y de Kirmen”, destaca Altuna, que ha codirigido junto a Telmo Esnal las comedias Aupa Etxebeste y Agur Etxebeste!, además de varios cortos.

Ahora que ya ha comenzado con el montaje, tras haber filmado hasta finales de mayo, respira satisfecho porque ve que “hay material, hay peli”.

“Hemos tenido un nivel de exigencia de producción muy potente”, señala Altuna, que se ha enfrentado a su proyecto más ambicioso hasta el momento, para el que ha contado con Jone Laspiur y Eneko Sagardoy en los roles protagonistas.

Ha trabajado además “con viejos amigos técnicos que están en un momento de madurez impresionante” y que, al igual que los dos actores, también han sido reconocidos con premios Goya, como el director de fotografía Javier Agirre (Handia), el director de producción Ander Sistiaga (Handia), la responsable de vestuario Nerea Torrijos (Akelarre) y el de los efectos visuales Félix Bergés (La sociedad de la nieve y Un monstruo viene a verme), entre otros.

Para el montaje, se mantiene fiel a Laurent Dufreche, otro de los goyas de Handia, y la idea es que tengan lista una primera copia para poderla presentar a los representantes de la industria en la próxima edición del Zinemaldia y continuar montando en otoño para poderla estrenar en 2025.

“Rodamos poco, pero intentamos hacerlo bien. Llevaba mucho tiempo sin hacer una película que no fuera de encargo y cuidada. Es una película que tiene mucha posproducción, no tengo prisa”, asegura.

La importancia de los incentivos fiscales

Altuna ha tardado en sacar adelante Karmele. “Llevábamos casi 6 años intentando financiar la película, ya estaban en ella el Gobierno Vasco, ETB, Televisión Española, pero nos faltaba el impulso y ese impulso ha sido el de los incentivos fiscales, de manera matemática”, afirma Altuna acerca de las deducciones que han comenzado a aplicar las diputaciones forales sobre los costes de producción de un filme, que puede llegar hasta el 70 %.

“Karmele no se habría hecho si no estuvieran los incentivos fiscales sobre la mesa. Se está rodando un montón porque es mucho más fácil. El cine vasco está en un momento muy interesante”, ha remarcado el cineasta, que como sus otros títulos vuelve a firmar una cinta en euskera.

“Nos ha costado financiarla, pero creo que si esta película hubiera sido financiada antes, no habría sido tan interesante. El rodaje ha llegado en un momento muy bueno y esa es la suerte que hemos tenido”, añade Altuna, que en 2022 participó en el primer encuentro entre inversores internacionales y productoras locales en el marco de la iniciativa Spanish Screenings del Zinemaldia.

Dice que actualmente tampoco se puede financiar una película si no vas a esos foros. “Hace 20 años no era necesario ni había tanto foro. Ahora hay un montón de foros y hay que ir porque te dan un sello, una marca, te dan prestigio”, remarca.