Sara Baras (San Fernando, 1971) se refiere a Paco de Lucía (Algeciras, 1947 - México, 2014) como “el maestro”. Rarísima vez cita al músico gaditano por su nombre y, cuando lo hace, sus labios pronuncian su nombre de pila. Puede permitírselo, porque tejió una estrecha amistad con el compositor, considerado como una de las guitarras más virtuosas del flamenco. Por eso, era obligatorio invitarle a la celebración del 25º aniversario de su compañía, que este viernes recala en el Teatro Arriaga con Vuela, el espectáculo con el la troupe celebra un cuarto de siglo y homenajea a este Maestro. "Sin Paco de Lucía el Flamenco sería un arte cojo", sentencia la artista.

La coreógrafa cuenta que no concibe festejar el 25º cumpleaños de su compañía “sin darle las gracias al maestro”. Cuando echa la vista atrás, Baras advierte lo influyente que ha sido Paco de Lucía en su formación como artista y en su carrera profesional: “Su música para nuestra generación ha sido una influencia bestial y, después, vivir y poder estar cerca del maestro, que respeta tanto el trabajo y el público, está muy presente en mí.”, celebra. 

Apostilla que Paco de Lucía no sólo está presente en su manera de sentir el baile, también fue una pieza fundamental en el desarrollo de su propia compañía, que tiene por objetivo llevar la cultura de Andalucía “por todo el mundo”. Ahora, esa misión se cristaliza en el espectáculo Vuela. Dividido en cuatro actos compuestos por 15 piezas únicas, la obra “teje una narrativa poderosa”, según la bailaora. 

Un viaje desde la bahía de Cádiz a la catarsis

El primero de los pasajes, Madera, hace referencia al instrumento, la guitarra. “Yo pienso que los que bailamos flamenco tenemos la suerte de ser músicos. Somos percusionistas. Entonces, la madera es muy importante; por el instrumento, por nuestro suelo, por nuestras raíces. Por todo”, describe Baras. 

La oda a la guitarra da paso al Mar. En ese acto, la compañía habla al patio de butacas del origen: “Representa a la tierra. Paco de Lucía era gaditano, como yo y como muchas de las personas que están sobre el escenario”, apunta. Cuenta que todos ellos se sienten interpelados por ese trozo de océano que divisan desde la bahía de Cádiz, un lugar que reivindican. “ Paco de Lucía decía que era importante ir por el mundo sin olvidar quién eres, sin despegarte de tu origen, de tu tierra”, recuerda la bailarina.

De Lucía, sin embargo, ya no está. Pero su memoria y su legado siguen vivos en las palmas, en las guitarras y en la esencia de la pieza con la que continúa el espectáculo: Muerte. “Las personas que quieres se van y no sólo hay que recordarlos con la tristeza de haberlos perdido, también tenemos que poner en valor la grandeza de haberlos vivido”, apunta Baras. 

Cuando uno digiere una muerte, “lo que queda es volar”. Así se titula el último movimiento, en el que Baras baila quiere llegar a lo más alto en una suerte de baile catártico en el que celebra a su maestro, a su padre y a las personas que ya no están. “Aquí hay una mezcla entre las raíces del flamenco y la propia evolución de la vida. Aquí es donde están cada una de las 15 palabras”, explica. Palabras que no sólo interpreta sobre el escenario, también comparte a través del baile con el público.