A Van Gogh el reconocimiento le llegó tarde, cuando ya no podía disfrutar de él; a Bach sólo se le consideraba un buen clavecinista, pero casi dos siglos después de su muerte los historiadores sitúan sus piezas en la cima de la música barroca. Como ellos, Clemente (1873-1952) y Jesús Arraiz (1898-1980) fueron poco conocidos en vida y su obra –en este caso pictórica– ha pasado desapercibida para el gran público. Hasta ahora. Con el propósito de contribuir al conocimiento del pasado artístico vasco, la Diputación Foral de Bizkaia ha inaugurado Clemente & Jesús Arraiz, una exposición temporal en la que el dúo artístico exhibe de manera póstuma 84 de sus obras en la Sala Ondare de Bilbao. Podrán visitarse hasta el próximo 29 de junio.

Nacidos en Gasteiz, padre e hijo produjeron una prolífica obra que aborda desde la intimidad familiar hasta los motivos naturales, marinos y urbanos. En ese sentido, el recorrido expositivo que ofrece la Diputación propone “un diálogo fluido entre las obras de ambos artistas, permite al espectador conocer sus temas y cualidades, apreciar similitudes e influencias mutuas o, incluso, apreciar las divergencias creativas”.

Este recorrido arranca con las escenas intimistas que recrean el salón de la casa de la calle Olaguibel, donde residía la familia Arraiz Ibarra, para conducir al espectador a la cornisa cantábrica, que Clemente plasmó en algunos cuadros pintados en sus viajes a Biarritz y Ferrol. El camino también hace alto en Araba. El patriarca de los Arraiz pintó inicialmente el paisaje alavés, como se refleja en Río Zadorra a su paso por Trespuentes (1895). La exposición, además, también da su lugar al entorno urbano con pasajes “que capturan la esencia y la atmósfera del día a día en la ciudad”, según destaca la institución foral. Precisa, además, que representan lugares de “sociabilidad y ocio, y transmiten emociones y experiencias que cada artista asociaba a su propia existencia urbana”.

Por otro lado, el bodegón es un género artístico que el padre trabajó con asiduidad a lo largo de su carrera. Así, las flores, floreros y bodegones ocupan un lugar muy importante en la obra de Clemente Arraiz, especialmente durante su último periodo de actividad. Estos temas están vinculados al contexto artístico local y al gusto de la época y, tras la Guerra Civil y junto a los retratos, se convirtieron en los géneros predominantes en la pintura producida en la CAV.

LA FIGURA HUMANA

En el caso del menor de los Arraiz, la figura humana ocupa un lugar central de su obra. Tras cerrar su empresa y retirarse, Jesús inició una fase de intensa actividad. En su domicilio de la calle Manuel Allende de Bilbao se dedicó por completo a la pintura sobre lienzo. Creó entonces numerosos cuadros de pequeño formato que transmiten alegría en temas muy variados, escenas infantiles y grupos.

Completó, también, una pintura mural de grandes dimensiones del palacio de la familia Ajuria, el mismo que hoy ocupa el lehendakari. Esta es, quizá, una de las obras más reconocibles de Jesús, quien regentó, junto a su padre, varios negocios de decoración de interiores en Gasteiz (su ciudad natal) y en la capital vizcaina. Los Arraiz también trabajaron para algunas de las empresas más importantes de su contexto y se movían con resolución por los entornos de la élite social gasteiztarra, donde eran venerados.

Al Detalle

Hasta el 29 de junio. Con el fin de dar a conocer el legado artístico vasco, la Sala Ondare acoge la exposición temporal ‘Clemente & Jesús Arraiz’. Comisionada por la Diputación Foral, puede visitarse hasta el 29 de junio.

84 obras. La muestra que ofrece la Sala Ondare de Bilbao recoge 84 pinturas de los autores, que giran en torno a temas tan diversos como la naturaleza, la ciudad o la intimidad familiar.

Bodegón. Padre e hijo, Clemente y Jesús Arraiz recibieron escaso reconocimiento en vida. El progenitor se desempeñó, principalmente, como pintor de bodegones, mientras que el benjamín de la familia centró gran parte de su producción artística en el retrato de la figura humana.