Vicent Van Gogh murió en 1890, sumido en la más absoluta pobreza. Los Girasoles o La noche estrellada en el Ródano, dos de sus obras más reconocibles, eran ignoradas por la crítica y por el público. Ahora, en cambio, su valor de tasación supera los 28 millones de euros, se estampan en bloque para decorar tazas, bolsas de tela y camisetas y su autor es considerado como uno de los pintores más importantes del siglo XX. Ambos lienzos llegan este jueves a Bilbao en forma de reproducción de la mano de Van Gogh Experience, la última exposición comisionada por la empresa italiana Next Exhibition. 

Los espacios del antiguo Deusto Expo Center, ubicados en el número 54 de la Calle Blas de Otero, alojan desde este jueves la muestra multimedia Van Gogh Experience. El recinto, que ha sido rebautizado como Next Museum, está concebido para explorar la vida y obra del artista desde un punto de vista multimedia e interactivo. "El objetivo de las exposiciones inmersivas es acercar el arte a un público joven que está acostumbrado a usar las nuevas tecnologías”, explica Javier Gómez, gerente de Next Exhibition, la empresa que comisiona la exposición. 

Según Gómez, el espectador al que se dirige la entidad se muestra reticente a visitar “un museo tradicional”. Así, este nuevo formato pretende acercar a una generación que ha nacido con un dispositivo móvil en la mano la obra de artistas como el propio Van Gogh,  Monet o Klimt, a quienes dedicarán sus propias experiencias inmersivas en ese mismo espacio, el primero que la empresa pone en marcha fuera de Italia, donde ya gestiona dos similares; uno en Roma y otro en Milán.   

La exposición

Todos ellos acogen exposiciones temporales en las que el arte se mezcla con la tecnología. La de Bilbao es, a grandes rasgos, un recorrido virtual e interactivo por la obra del artista neerlandésComienza con una línea de tiempo que narra la vida del artista y sirve para ilustrar los hechos más destacados que influyeron en su producción artística.

El camino continúa en una sala de videomapping de más de 300 metros cuadrados. La experiencia consiste en un vídeo esférico que reproduce los pensamientos del artista y su descenso a la locura. "Narra su tormento y sus estados de ánimo mientras pintaba", explica la organización.

Tras un descenso a los infiernos, la próxima parada refleja las obras más luminosas del artista a través de tres espacios –el campo de trigo, los girasoles y la habitación de Van Gogh–, donde los visitantes pueden sacarse un selfie. "A diferencia de lo que es habitual en los museos, nosotros invitamos a la gente a que fotografíe su experiencia y la comparta en las redes sociales", subraya Lara Martinetto, responsable de la comunicación y las relaciones públicas de la empresa italiana.

El recorrido finaliza con una sección de realidad virtual (a la que solo se accede con una entrada especial) que permite al público ver el mundo en el que vivió el artista a través de sus propios ojos. Para ello, es necesario el uso de los oculus, un visor de realidad aumentada.