Purple Meridians (meridianos morados) son coordenadas geográficas y también el nombre de un proyecto conjunto creado en 2021 del que forman parte cineastas de diferentes países que tienen como objetivo romper las fronteras a las que se han enfrentado y aportar propuestas para avanzar. La asociación Suargi ha organizado, en el marco de la Azoka de Durango, el tercer encuentro anual de esta iniciativa, que este año ha abordado temas como la guerra, la discapacidad y los cuidados.
“La idea es ir creando sinergias y vínculos con diferentes países sobre el papel de la mujer en la cultura y sobre cómo se crean las relaciones con la vida y con el entorno. Uno de los temas principales es ahondar en las dificultades que tenemos las mujeres en la industria cinematográfica. Obviamente, en Italia y en España durante estos años de debate nos hemos encontrado con unos perfiles parecidos, pero en Kurdistán la discriminación es tremenda”, explica una de las ponentes, Lara Vilanova, una reconocida directora de Fotografía y Colorista. Entre sus últimos trabajos, están Cuerdas, de Estibaliz Urresola, o Irrits, de Maider Oleaga.
Del Kurdistán a la Azoka
Por eso resulta tan importante la presencia de cineastas kurdas como, por ejemplo, Lisa Çalan, una reputada directora que tuvo un ataque terrorista del Estado Islámico en 2015 y perdió sus piernas. “Sus relatos y sus historias se convierten en una fuente de inspiración”, asegura esta camarógrafa.
En los encuentros, también ha participado la directora kurda Sevinaz Evdike, fundadora de la Comuna de Cine de Rojava, que busca filmar y contar historias que años atrás estaban prohibidas y formar a una nueva generación de cineastas que contribuyan a la creación de una nueva sociedad. “Estas mujeres son un ejemplo de valentía por defender las comunidades culturales en espacios donde la mujer constantemente tiene que luchar por su derechos”, opina Lara.
En los encuentros anuales también han compartido sus experiencias Ahu Öztürk, otra directora kurda que vive ahora en Estambul, la actriz vasca Itziar Ituño, la cineasta durangarra Ainhoa Olaso, las italianas Claudia Tosi y Orsola Casagrande y la argentina Luciana de Mello. “De alguna manera, se crea una red de apoyo internacional para debatir y compartir, no encontrando respuestas, porque muchas veces no se encuentran, pero sí propuestas para poder construir pilares para futuros proyectos”.
La directora de fotografía ha sido testigo también de las dificultades que supone rodar en países conflictivos y en guerra. En 2021 se estrenó el documental El retorno, la vida después del ISIS, que rodó junto la directora Alba Sotorra y que narraba la historia de un grupo de mujeres occidentales que dedicaron su juventud al ISIS, pero que querían tener la oportunidad de reconstruir sus vidas en casa. “Contamos con la ayuda de Sevinaz Evdike porque cuando estás en otro país queriendo visibilizar una problemática, necesitas un puente para acercarte a su cultura. Eso nos ayudó a que pudiéramos entrar dentro de un espacio donde mujeres viudas residen en tiendas de campaña. No pueden salir de ahí y tampoco pueden volver a sus países porque no las reclaman, no las quieren porque han formado parte del Estado islámico”.
Obviamente, la situación de las cinestas en países como España o Italia es muy distinta, pero todavía queda mucho para conseguir la igualdad. “La unión de las profesionales del sector está dando paso a que cada vez se nos tenga más en cuenta, pero todavía queda camino por recorrer”, explica Lara. Una muestra de ello son las producciones presentadas a los Goya 2022, donde ‘’un 25% de las películas a mejor ficción han estado dirigidas por mujeres y dos de cinco consiguieron la nominación’’. Además, según los departamentos la desigualdad se incrementa. En fotografía ‘’sólo 6 películas de las 68 presentadas estaban fotografiadas por mujeres. Aún hay una falta de confianza en las técnicas ya que no se ha cultivado la mirada femenina en la cultura’’, dice Vilanova.
Cuidados
Entre las ponentes, ha estado también la cineasta durangarra Ainhoa Olaso, que ha abordado la necesidad de tratar el tema de los cuidados en el ámbito del cine. Olaso, que es también militante del movimiento feminista de Euskal Herria, considera que el mundo del audiovisual puede ayudar en este campo de muchas maneras. “Todo lo que está culturalmente construido también se puede deconstruir o construirse de otra manera. El cine también es una herramienta para poder hacerlo, para crear imaginarios nuevos, para determinar dónde queremos ir, qué nos gustaría vivir y qué vidas nos gustaría tener. El sector audiovisual es una buena opción para crear esos mundos, vidas que merezcan ser vividas. Pero, para poder construirlos hay que imaginarlos y es ahí donde podemos entrar las cineastas”.