El artista Manu Arregui hace una parodia de los musicales cinematográficos de la factoría Hollywood entre los años 30 y 50 del pasado siglo en Armonías de senectud (2020), que se expone en el Museo de Bellas Artes de Bilbao dentro de su programa de becas Multiverso, patrocinado por el BBVA. Durante aproximadamente media hora, y a través de tres proyecciones, en las que se mezclan diversas disciplinas como la danza, cine o la escultura, un grupo de veteranas bailarinas, con ritmos sincopados y en ocasiones desnudas, “desafían los estrictos códigos morales establecidos en aquellas décadas y que ahora resuenan nuevamente en las prohibiciones de las grandes plataformas digitales”, según explica el propio artista.

Manu Arregui, considerado una de las figuras clave del audiovisual estatal, es pionero en la aplicación de la animación 3D a sus trabajos de video-creación y escultura, según resaltó el director del Bellas Artes, Miguel Zugaza, que estuvo acompañado en la presentación de la obra por Laura Poderoso, subdirectora de la Fundación BBVA, y Miriam Alzuri, conservadora de Arte Moderno y Contemporáneo del Bellas Artes.

En su obra, Manu Arregui trata de desmontar valores “aparentemente inocuos como el ideal de juventud blanca y atlética, la disciplina de las coreografías sincronizadas, la alegría y el glamour, que transmitían los musicales producidos en Hollywood por el tándem Ziegfeld/Berkeley a mediados del siglo XX”.

En opinión de Arregui, el cine musical producido por estos profesionales “se convirtió en un ejercicio de evasión y propaganda sobre la visión heteropatriarcal del rol de la mujer en una industria activada por el deseo masculino”. Armonías de Senectud busca “analizar y subvertir tanto el lenguaje cinematográfico y coreográfico de los musicales hollywoodienses producidos por Ziegfeld y Berkeley como el de los desfiles gimnásticos propios de los regímenes totalitarios, poniendo en evidencia de esta forma algunos dispositivos de control corporal y construcción de imaginarios vinculados a la femineidad”.

Arregui pretende burlar y celebrar esos valores estéticos con una mirada no misógina, con cuerpos “que no operen en la cosificación impuesta por los hombres, haciendo así una sátira del deseo masculino”, agregan.

Arregui ha señalado, por su parte, que “frente a la visión despolitizada que se ha ofrecido del género musical, debemos plantear que el glamour y la nostalgia romántica en forma de fantasía escapista para distraer a la ciudadanía en tiempos difíciles no estaban exentos de ideología”.

“Al igual que los fascismos, fomentaban la implantación de un único modelo de masculinidad y feminidad, la separación de roles promociona un entorno racista, antiintelectual, antifeminista y LGBTIQ+fóbico”. La instalación se puede ver hasta el 7 de enero.