En la que ahora parece una vida anterior, Alaitz Leceaga (Bilbao, 1982) trabajaba como agente inmobiliario. Entonces no imaginaba el éxito que iba a tener al cabo de unos años. Desde que publicó su primera novela en 2018, su ascenso ha sido fulgurante. Tanto que a veces le cuesta mantener a raya el síndrome de la impostora. Cuando eso ocurre se apoya en su marido, pero también observa una estantería repleta de publicaciones que llevan su nombre y que le recuerdan que tiene “el mejor trabajo del mundo”. Y junto a esa consciencia, a veces necesaria para disfrutar de lo que hace, tiene muy claro cuál es su faro: “Nunca pierdo de vista lo que los lectores esperan de mí”.

¿De dónde viene ese interés por el espiritismo?

En la época de la novela, a finales del siglo XIX, causaba absoluta fascinación, sobre todo entre las clases altas. Cuando tuve claro el tipo de personaje que iba a ser Mina, supe que tenía que ser espiritista, porque le iba a permitir una libertad de movimiento en ese círculo lleno de lujo y glamour que no tenían ni las mujeres de clase alta.

¿Por qué cree que se ha perdido esa predisposición por comunicarse con el más allá?

Es cierto que hoy lo entendemos un poco diferente. En aquel momento se vivía casi como las nuevas ciencias y tecnologías que empezaron a surgir. Ejercía la fascinación de lo nuevo, de algo en lo que explorar. Por eso tuvo tanto auge en aquel momento.

¿Y por qué el término médium tiene hoy en día una connotación despectiva casi cómica, de burla?

Es verdad que nuestra perspectiva sobre las médium ha cambiado mucho. A día de hoy se las ve como charlatanas o timadoras, pero en ese momento estaban muy bien consideradas. Se les preguntaba por matrimonios importantes, asociaciones empresariales, folletos políticos…

Los protagonistas principales de la novela son la médium Mina Índigo y el forense Black Ellis. ¿Contrapone lo espiritual con la ciencia?

Sí, esa era mi intención. Mientras Mina es una persona totalmente espiritual, que se deja llevar por sus impulsos, el doctor Ellis, que será su compañero, es médico forense, un hombre de ciencia. Representa esa modernidad del siglo XX que está a punto de llegar. Entre ellos se produce ese pequeño choque a pesar de que luego se van a entender muy bien.

De ahí la subtrama romántica...

Puede que de mis cuatro novelas sea la que más carga romántica tenga. Entre Mina y el forense primero establecen una sociedad para resolver el crimen, pero esa relación va a ir evolucionando hacia algo más romántico. Y van a tener que encontrar la forma de superar esa manera tan distinta que tienen de ver el mundo.

Reniega de la etiqueta “realismo mágico” en la que la incluyen.

Como lectora por supuesto que aprecio el realismo mágico, pero es verdad que a mí me gusta considerar que mis historias son de misterio. Esta, por ejemplo, es un thriller histórico. Tiene una parte de ambientación muy fuerte en Barcelona y hay un misterio, un crimen que resolver.

Afirma que siempre ha sido admiradora de las novelas de misterio clásicas. ¿De qué autores bebe?

Es muy evidente que Carlos Ruiz Zafón y esa Barcelona misteriosa con sus callejuelas góticas está muy presente en esta novela. Leí las novelas de Zafón cuando era muy jovencita y me causaron mucho impacto.

¿Y es su inclinación por Zafón la que ha motivado que haya optado por Barcelona como escenario?

Hasta ahora había ambientado mis novelas más por el Cantábrico. Me di cuenta de eso después. En un primer momento buscaba ese contexto rico, esa Barcelona en la que se asoma la Modernidad con la Exposición Universal de 1888. Me parecía muy jugoso para escribir sobre ello. Fue escoger ese paisaje y contexto.

Destacan su capacidad para hacer que aquello que parece mágico tenga una explicación racional.

Mina navega entre esos dos mundos. Su propio trabajo como espiritista consiste en navegar en lo paranormal, pero también conocer los secretos reales de sus clientes precisamente para después poder seguir haciendo su trabajo y tener esa ventaja que le dan los secretos.

Planifica mucho sus novelas y realiza esquemas para tener presentes los giros de la historia. Imagino la pared de su escritorio como la de quien lleva a cabo una investigación policial.

Sí, aparte, confieso que lleno muchos cuadernos. Cuando escribo una novela de misterio, con tramas diferentes, siento que al lector le debo dar respuesta a todas las preguntas que he ido planteando a lo largo de la novela. Para estar segura de que eso es así, el proceso de documentación y planificación es importante.

Empezó publicando ‘on line’, pero ¿cuándo comenzó a dedicarse en exclusiva a la escritura?

Publicaba relatos por capítulos en internet. El bosque sabe tu nombre fue mi primera novela, que tuvo un éxito absoluto y casi al instante. Se publicó en España y en otros países. Eso me permitió el privilegio de poder dedicarme solo a escribir.

¿Cómo consigue una autora prácticamente desconocida publicar con una editorial como Ediciones B?

Es difícil. He tenido mucha suerte, porque tanto cuando publicaba en Ediciones B como ahora, en Planeta, siempre he encontrado gente que ha creído en mis historias. Siempre me apoyo mucho en mis editoras, agentes... porque considero que la novela no es solo un trabajo mío. Igual que considero que hasta que los lectores no empiezan a leer, no sé si realmente he hecho bien mi trabajo.

¿Siente que ha habido un antes y un después tras del premio Fernando Lara con ‘Hasta donde termina el mar’ en 2021?

Recuerdo ese momento como uno de los más emocionantes de mi carrera. Para mí supuso el poder acercarme a más lectores que a lo mejor hasta ese momento no les hubiera apetecido leer mis historias.

Junto a otras exponentes vascas del género de intriga, como Dolores Redondo o Eva García Sáenz de Urturi, ¿se imaginaría pertenecer a lo considerado como clásico dentro de unas décadas?

Para mí es tan increíble, a día de hoy, estar formando parte de algo que me entusiasma, como es escribir, que siempre me concentro en el presente. Soy consciente del privilegio que supone poder dedicarme en exclusiva a tiempo completo a escribir. Tengo el mejor trabajo del mundo.

¿Hay algo del síndrome de la impostora en esa incredulidad?

Siempre intento mantenerlo a raya, pero cuando noto que llama a la puerta hablo con mi marido. En mi despacho tengo todas las ediciones en España y extranjeras. Cuando las miro sí que pienso: Está sucediendo. He experimentado mucho éxito en poco tiempo y con pocos libros. Por eso estoy especialmente agradecida a los lectores que han querido conocer a mis personajes. Nunca pierdo de vista lo que los lectores esperan de mí.

¿Cuáles son sus fantasmas?

Esta novela es de misterio y como en toda novela de misterio tiene que haber muchos secretos. Creo que la equivalencia de fantasmas y secretos es sencilla. Mientras iba escribiendo iba asimilando que esos fantasmas que atormentan a los personajes, también nos atormentan a todos nosotros. Forman parte de nuestra vida, el miedo al fracaso, que se descubran nuestros secretos…

¿Y es posible desprenderse de los fantasmas?

Creo que en la novela, como en la vida, hay dos enfoques diferentes. Hay personajes que aprenden a vivir con ellos y otros que se pasan el día luchando contra sus fantasmas.

¿Cómo casan sus novelas con el formato audiovisual?

Están desarrollando una serie de El bosque sabe tu nombre. Estoy muy contenta pero no puedo comentar ningún detalle más. Cuando es un proyecto audiovisual, siempre me consultan, pero es un proceso independiente y me gusta confiar en las personas que lo están haciendo.