Cuando David Bowie le puso música al distópico ‘1984’ de Orwell
Hoy se cumplen 49 años del conceptual ‘Diamond Dogs’, el disco que incluía clásicos como ‘Sweet Thing’ y ‘Rebel Rebel’
Hoy se cumplen 49 años de la publicación de Diamond Dogs, el audaz y arriesgado disco de David Bowie, el que algunos consideran el primero conceptual de su larga y fructífera carrera aunque venía de inventarse a Ziggy Stardust como su alter ego y estrella rockera alienígena. Este audaz álbum, que incluyó clásicos como Sweet Thing y Rebel Rebel, gira en su lírica en torno al distópico libro 1984 de George Orwell.
Diamond Dogs fue el octavo disco del genio británico, fallecido en enero de 2016. Venía de lograr el éxito mundial con Hunky Dory y de inventarse uno de sus múltiples personajes icónicos, el Ziggy Stardust alienígena y glam, uno de los más sexis y arrebatadores de la historia del rock´n´roll. Editado el 24 de mayo de 1974, fue n.º uno en Gran Bretaña y cinco en Estados Unidos. El compositor francés Benoit Clerc, fan y autor del volumen enciclopédico Bowie. La historia detrás de sus 456 canciones (Blume), habla del álbum como “un tratado conceptual” basado en el libro 1984 de George Orwell.
La intención de Bowie en aquellos años era llevar a escena sendos espectáculos musicales sobre el libro de Orwell y el personaje de Ziggy, pero no logró cumplir su sueño. ¿Qué hizo ante tal fracaso, al no conseguir los derechos de adaptación del libro? Optó por trasladar la distopía de Orwell a una ciudad imaginaria y totalitaria, Hunger City, que recorren los “perros de diamante” del título del disco, jóvenes desesperanzados que siembran el terror en sus calles. Aprovechó también como alimento artístico el universo de Burroughs –y la técnica del cut up en la composición– y el cine de ciencia ficción y terror.
Diamond Dogs dejó definitivamente atrás el personaje, universo y estética de Ziggy al ser el primero de su obra que no contó con la guitarra del ‘araña de Marte’ Mick Ronson, atareado en su lanzamiento fallido en solitario. Grabó sus 10 canciones en Olympic Studios de Barnes, localidad cercana a Londres, y se mostró influido por los sonidos soul y r&b de Motown, que después confirmó en su posterior Young Americans espoleado por su novia del momento, Ava Cherry.
Carátula icónica
El álbum se convirtió en una de las múltiples gemas artísticas de Bowie desde desde su atrayente carátula, firmada por el arista belga Guy Peelaert y basada en una fotografía de Josephine Baker de Paul Colin. Con un aerógrafo, transformó a Bowie en un inquietante hombre–perro que se despatarraba cuan largo era en la contraportada, con sus atributos al aire, lo que originó problemas con la censura en Estados Unidos. Las sesiones de fotografía realizadas para la promoción han dejado para la historia al músico sentado, impertérrito, mientras un perrazo salta junto a él para intentar morder la luz del flash de la cámara.
El contenido de Diamond Dogs se abre con una introducción sintetizada y futurista en la que Bowie describe su ciudad apocalíptica inventada, que une al tema titular con una grabación en vivo –tomada de un concierto de Rod Stewart– antes de presentar a la banda de facinerosos que atemoriza a la distópica urbe entre un tributo al Keith Richards de los Stones. Y luego llega una de las cumbres del álbum, Sweet Thing, con su letra fruto del ‘corta y pega’ y su aspecto de balada sexy con voz grave, distorsión, fantástico piano de Mike Garson y citas a la cocaína, Charles Manson y Cassius Clay.
Tras escuchar el verso “la esperanza, chicos, es algo barato”, Bowie se ayuda de su saxofón para entregar Candidate y recuperar Sweet Thing en un reprise que anticipa la influencia del krautrock de su trilogía a tumba abierta en Berlín. En el epicentro colocó Rebel Rebel, clásico de su repertorio versionado de forma recurrente, de Springsteen a Rickie Lee Jones. Primer tema que grabó para el disco y de sonido stoniano en su repetitivo riff, ofrece guiños a su etapa glam –“tienes a tu madre como loca porque no está segura de si eres un chico o una chica”– en una inolvidable oda a la libertad y la emancipación sexual.
La segunda parte del álbum se abre con Rock´n´roll With Me, un agradecimiento al piano a sus fans –“estallo en lágrimas cuando rockeas conmigo, no me gustaría ser nadie más”– de final épico, y condensa varias de las canciones escritas para el musical de Orwell, de la teatral y oscura We Are the Dead –“somos los muertos”, contestó cuando el protagonista del libro fue arrestado por la Policía del Pensamiento– al funk endiablado heredero de Isaac Hayes y Papa Was a Rolling Stone de 1984, pasando por el moog de Big Brother, con su entrega al Gran Hermano –“alguien a quien seguir… aunque nos engañe”– antes de la despedida con el experimental y robótico Chant of the Ever Circling Skeletal Family.