El público que se acerque al Itsasmuseum se va a encontrar en la entrada con el cuadro Mal tiempo. Holanda, del pintor Álvaro Alcalá Galiano, prestado por el Bellas Artes de Bilbao en el marco de La Obra invitada. Nacido en el seno de una familia aristocrática en Bilbao –el día 21 se cumplirán 150 años– Álvaro Alcalá Galiano inició en 1900 un viaje artístico por Bretaña y Holanda a la búsqueda de nuevos motivos. Dos años más tarde, concluida la larga campaña, expuso dieciocho de aquellas pinturas en su estudio madrileño, entre las que se encontraba Mal tiempo. Holanda, una representación del puerto de Volendam, que reúne varias de las características que pueden apreciarse en otras de sus escenas portuarias norteñas, como el gusto por las tintas grises y los cielos plomizos, los contraluces que recortan las figuras de los pescadores y las siluetas de las embarcaciones o la elegancia de la línea sinuosa de los velámenes y sus reflejos. El lienzo fue donado al Bellas Artes en 1916 por el propio artista bilbaino.

El cuadro ha sido presentado esta mañana por Lorea Bilbao, presidenta de Itsasmuseum Bilbao y diputada foral de Euskera, Cultura y Deporte; Miguel Zugaza, director del Bellas Artes; Javier Novo, coordinador de Conservación e Investigación del Bellas Artes y el director de Itsasmuseum, Jon Ruigómez. Además, ha asistido la nieta del artista, Begoña Alcalá-Galiano. Ruigómez ha destacado, por su parte, que el programa de La Obra invitada aporta dinamismo a la exposición permanente del Itsasmuseum y “permite contemplar algunas de las obras del Bellas Artes en otro contexto, dentro de nuestro relato”. Una relación que viene de lejos ya que Mal tiempo. Holanda es la quinta obra que llega al Itsasmuseum de la colección del Bellas Artes después de la escultura El timonel, de Quintín de Torre, y las pinturas El grumete blanco de Julián de Tellaeche, Bilbo MMX, de Jesús Mari Lazkano y El barco azul, de Mari Puri Herrero. 

El cuadro 'Mal tiempo. Holanda', de Alcalá Galiano Oskar Gonzalez

Aportación única

Álvaro Alcalá Galiano es, quizás, una figura menos conocida con respecto al resto de la generación de artistas vascos, “pero tuvo un movimiento audaz a principios del siglo XX solo equiparable al que había hecho de manera interna Zuloaga a finales de la década de 1890 de acercarse a los pueblos, pero en su caso a los de Europa”, ha explicado Javier Novo.

“Alcalá Galiano hace una aportación única para el País vasco, que permite a nuestros artistas no sólo entender la realidad de la costa y de su gente, sino también a nivel nacional va a ser un auténtico pionero como lo fue Zuloaga. Acudió a Holanda y a Bretaña, dos mecas, dos peregrinajes que los artistas buscaban en ese momento para entender esa realidad, esa visión espiritual que parece que las grandes ciudades como París o Munich estaban perdiendo”.

Bilbao, Madrid, Holanda

La juventud del artista transcurrió en Bilbao, donde recibió clases de su primer maestro, Adolfo Guiard, el introductor del impresionismo en el País Vasco, que tras pasar por Barcelona y París se estableció en Bilbao, abriendo un taller en la calle Correo. El progreso en sus estudios artísticos hace que su familia decida que los amplíe en Madrid, comenzando su formación como discípulo de Jiménez Aranda primero, cuando el artista contaba con 18 años de edad, aprendiendo el vigor y la escrupulosidad del dibujo, y posteriormente bajo la tutela de Joaquín Sorolla, quien fuera Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores, destacando como uno de sus más notables alumnos. Con Sorolla descubrió el color impetuoso, se enamoró del arte al aire libre.

La primera vez que Alcalá Galiano expuso fue a los veintiún años, en 1894 y en el Salón que el Círculo de Bellas Artes tenía entonces en la calle de la Libertad. Alrededor de 1900 viajó por la Bretaña francesa, Holanda y Alemania, ampliando sus estudios y conocimientos y desarrollando su técnica paisajista y mural. 

En 1902, en su estudio madrileño de la calle Villanueva, hizo una exposición con cuadros que había traído fruto de ese viaje, con pintorescos tipos holandeses y bretones, entre ellos Mal tiempo. Holanda, que luego donaría al Bellas Artes de Bilbao y que ahora se puede ver en el Bellas Artes.

En la década de los años veinte, Alcalá Galiano centró su atención en la decoración, pintando un techo y un friso destinado a la mansión madrileña de Tomás Allende, donde hizo cinco paneles para la capilla, representando la llegada de San Carlos Borroneo a Milán y otros episodios de la vida del santo.

Concluida la obra, Alcalá Galiano emprendió la realización de los techos del Palacio de Justicia de Madrid, hoy sede del Tribunal Supremo.

Fue detenido y fusilado en las matanzas de Paracuellos de Jarama, en otoño de 1936, por el bando republicano