Al igual que bandas exitosas como En Tol Sarmiento (ETS), Guda Dantza partió en su juventud de su querencia por los sonidos caribeños del ska–reggae y el rock, para ir abriéndose a otros ritmos, como consolida su nuevo disco, Esan gabekoak (Baga Biga), en el que confirma su viraje hacia territorios pop y negroides, a la vez que investigan añadiendo a cada canción un código QR que da acceso a material adicional y visual. “Es un trabajo distinto que ponemos encima de la mesa”, asegura el grupo bizkaitarra, que cuenta con la colaboración de Lide Hernando, cantante de Liher.

Guda Dantza (Leioa, Getxo, 2012) cumple una década desde que se subió a los escenarios. Los rostros del sexteto, que sigue liderado por el vocalista Alain Beraza, todavía no habían abandonado el acné cuando publicaron Lainoak eta Oskarbiak, dos años después. Su columna vertebral, al igual que la de Labarraren ertzean, eran los ritmos caribeños, que se fueron animando con influencias del funk, el rap, la cumbia y el rock en su tercer álbum, Argibideak, que cumple ahora cuatro años.

El sexteto –que completan Iker Maguregi (batería), Ander Basañez (saxofón), Jon Basañez (trompeta), Jon Maguregi (guitarra) y Eneko Ajangiz (bajo)– acaba de publicar su cuarto trabajo, Esan gabekoak, un mini–álbum de cinco canciones que consolida el viraje de la banda hacia el ámbito de la música negra, con picotazos de los ritmos del funk, el pop y el soul. “Sabemos que sería recomendable buscar una etiqueta para nuestra propuesta, pero, por fortuna, en este momento no es posible. Después de publicar tres discos que se mueven alrededor de los ritmos ska y rock, ahora ponemos un trabajo distinto encima de la mesa”, reconoce el sexteto.

Código QR

Esta ciaboga estilística de Guda Dantza no es la única de Esan gabekoak, ya que el compacto que incluye las cinco nuevas canciones “no es un CD al uso, a pesar de su apariencia”, destaca la banda, porque “las canciones van en códigos QR y a cada una de ellas se le han añadido complementos como imágenes y entrevistas”, apostillan. “El disco físico ha perdido todo su sentido, aunque admitamos el encanto del formato presencial, en la medida en la que somos oyentes románticos. Partiendo de esta idea, presentamos un producto que tiene forma de disco, pero no es un disco” al uso, explican.

¿Qué añade el cuarto trabajo de Guda Dantza? A través del soporte físico, cada canción ofrece un código QR diferente. Y mediante cada código, se puede acceder a un pequeño documental exclusivo de la canción que ofrece imágenes del estudio y el local, muestra de todo el proceso, entrevistas a los integrantes de la banda… “Definitivamente, con esto pretendemos mostrar todo aquello que no se dice o se enseña”, indica el grupo aludiendo al título del mini–álbum.

“Son muchas las cosas que no hemos contado a lo largo de estos años. No sabemos cómo llegamos a ese punto, pero en 2019 nos percatamos de que en algunos momentos de nuestra trayectoria no habíamos sido del todo honestos”, indican respecto al título. “Bueno, igual no es para ponernos así de dramáticos, pero la verdad es que, en ocasiones, hemos dejado muchas cosas en el tintero, tal vez por vergüenza. Así es como comenzamos a darle vueltas al proyecto que ahora presentamos y que incluye una pequeña colección de todas esas cosas que no hemos dicho hasta ahora, conversaciones que jamás tendrán lugar recogidas en canciones”, aclaran.

Pop y funk

Esas “cosas no dichas” se traducen en cinco canciones que se abren con Pizten doa, un tema fruto de una digestión de “una pizza blandita” comida de madrugada, que se mueve “entre el funk, el disco y el pop, y fue el primer ladrillo de este trabajo”. El funk vuelve a agitar Nekaturik, que “ha tenido siete estribillos diferentes, es una de nuestras favoritas y habla sobre los dramas baratos que surgen en una noche sin dormir, con un toque humorístico”.

Hiroshima, que se centra en el temor de que “todo saltará por los aires” a pesar de “estar un momento dulce”, partió de homenajear al rock suave de Fleetwood Mac, mientras que Zazpi bala nació de la necesidad de “aligerar” el repertorio con sólidos bajos funk y la colaboración de Lide Hernando (vocalista de Liher), “lo que nos hace una ilusión especial”. El cierre llega de la mano de Nora noa?, una reflexión sobre los momentos duros de los músicos con guiños a los Bulego más calmos. “Escuchamos en alguna parte que el fracaso es la más noble de las victorias. Estas palabras podrían resumir la canción”, concluye el grupo.