Llegar a las lanzaderas para subir a Kobetamendi fue igual de emocionante que en 2019. En ese momento el llamado efecto Rosalía tenía a todo Bizkaia de cabeza. Todos debíamos ir para ver a la proeza del momento que nos había envuelto en sus originales mezclas de reggaeton con flamenco. Ahora, The Killers tuvo ese puesto. Poco importó que el recinto fuera inmenso, al final de la tarde, justo como antes, todos acudimos al concierto, mientras sus canciones llenaban cada rincón del festival.

Si hablamos del BBK Live 2022, no se puede dejar de lado a la edición del 2019. Esta última marcó un antes y un después, no solo porque la intérprete de El mal querer revolucionó las emociones de los festivaleros, sino porque fue la última antes de que la pandemia se llevara por delante las muestras de cultura que hacen del verano algo inolvidable.

Bus, caminata, bolso abierto sin bebidas ni comida y brazalete puesto, en cuestión de minutos estabas dentro y ni te habías dado cuenta. Los gritos se escuchaban desde la entrada. Horas antes de que el cuarteto estadounidense llegara al escenario Nagusia, el público ya los estaba reclamando. Kobetamendi se alimentó de la fuerza de todos los amigos que subían la colina entre risas y anécdotas de su largo viaje a Euskadi, solo para ese evento.

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Los primeros asistentes al Bilbao BBK Live empiezan a acampar en Kobetamendi Maider Goikoetxea

Una cuarentena y tres dosis de vacunas después, Bilbao por fin estuvo listo para ser el punto de encuentro entre turistas y ciudadanos locales, que se juntaron frente a los escenarios para disfrutar de los géneros musicales que mueven la industria. Desde el primer momento, el ambiente estuvo cargado de una energía inminente. Se respiraba aire fresco y la noche prometía mucho. No decepcionó. Con cada presentación, las ondas de sonido, más que atravesar el cuerpo, parecían que te atravesaban el alma.

Sentir la música en la piel

Pocas veces se tiene esa sensación de no solo escuchar la música, sino literalmente sentirla en la piel, y eso exactamente fue Bilbao BBK Live 2022, pero sobre todo la actuación de The Killers.

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La actuación de Stromae en el BBK Live: formidable e invencible Juan Lazkano

Esta decimoquinta edición fue incluso más intensa que la anterior, la gente echaba de menos el sabor de las cervezas y los kalimotxos mezclados con el calor de la tarde de verano y la sensación de libertad y juventud frente a un escenario colmado de espíritu y arte. Turistas llegados de todas las partes del mundo y locales cantaron juntos en inglés, en castellano, en francés y en otros idiomas, como dijo uno de los asistentes llegado desde Estados Unidos, la música es un idioma que no se limita a las palabras.

El ambiente internacional impregnaba Kobetamendi. En la fila del baño te hacías amiga de alemanas, inglesas o brasileñas, no sabías cómo o incluso en qué idioma, pero les hablabas como si fueran tus amigas de toda la vida.

Los chiringuitos por sí solos eran un show que no necesitaban escenario. Estuvieron repletos de sedientos fans que pedían tan rápido como el sistema de pago electrónico se lo permitía. Mis amigos estaban empeñados en ir por unas cañas. No era mi caso, pero cuando estás en un festival como éste la sed puede más y te conformas con lo que haya, o mejor dicho, con lo que puedas pagar. Quizás por esto había tanta gente con sus propias bebidas antes de llegar a la entrada, porque como yo, no estaban dispuestos a pagar cuatro euros por una cerveza. Spoiler alert: todos acabamos cediendo y recargando más de lo que quisiéramos en nuestras pulseras.

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Un BBK Live que va de lo hippie a lo 'piji' Oskar González

Los puestos de empresas proponían actividades interesantes, porque además de música, Bilbao BBK Live es una fiesta. Incluso puedes jugar al trivial y te llevas una bolsa y hacer una instantánea, para recordar el momento. Al llegar te inventas un nombre, respondes preguntas y aunque pierdas, te dan una fotografía. Para mi grupo esa foto marcó el inicio de una noche sin precedentes llena de leyendas del rock y la electrónica.

Encontrarse fuera de las aulas de clase para tomar algo ya es una cosa, pero ¿verse por sorpresa en uno de los eventos musicales más grandes del año? Eso no tuvo precio. Fue mi caso y el de muchos. Casi sin pretenderlo, publicas una historia en Instagram mostrando que estás a punto de escuchar a The Killers y esa chica con la que conversabas algo en clase te responde que también está ahí, se suma a tu grupo y te acompaña en una experiencia inigualable.

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Kobetamendi vibra en la primera jornada del Bilbao BBK Live Juan Lazkano

Esta buena experiencia no quita uno de los mayores problemas de la visita, la poca señal. Si te ibas al lugar incorrecto, tu móvil se convertía en un aparato inútil que más allá de fotografías y vídeos, no te servía de mucho.

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Para mí y creo que para todos, pasarlo bien significaba estar juntos. Incluso cuando el mar de cabezas te abruma y te ves a tí mismo gritando para encontrar a tu compañero, lo esencial era estar bien.

Por eso no fueron solamente las bebidas con sobreprecio, las hamburguesas veganas o la oportunidad de descubrir artistas nuevos. Lo mejor fue el cosquilleo en la piel por el ruido de los altavoces, la voz ronca por cantar -o gritar, lo que quiera recordarse primero-, las huellas de los zapatos marcados en la tierra de tanto saltar y los reencuentros con amigos. Todas esas experiencias marcaron un BBK Live memorable, al que sin duda, si esta nueva realidad pospandémica me lo permite, pienso regresar.