En el marco de su 25 aniversario, que se está celebrando este año, el Guggenheim Bilbao exhibe las obras d ediez artsitas participantes en las cinco ediciones que han tenido lugar hasta la fecha del Basque Artist-Progran-Programa de artistas vascos que los museos Guggenheim y Nueva York pusieron en marcha conjuntamente en 2015. La iniciativa surgió en el marco de la renovación del acuerdo del museo bilbaino con la Fundación neoyorquina, según ha explicado el director del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte. El programa permite que cada año dos artistas vascos reciban una orientación intensiva de la escena artística neoyorquina y adquieran una experiencia formativa diseñada para fomentar el intercambio y su desarrollo profesional. Junto a Vidarte, han estado en la exposición las comisarias del programa Lucía Agirre y Geannine Gutiérrez Guimaraes.

Los diez artistas emergentes son Raquel Asensi, Nora Aurrekoetxea, Helena Goñi, Jon Gorospe, Gala Knörr, Maite PInto, KarlaTobar, Alain Urrutia, Cristian Villacencio y Diego Vivanco, que abordan en su trabajo cuestiones como identidad, historia, rpresentación, memoria individual y colectiva a través de medios diversos como la pintura, la escultura, la obra sobre papel, la fotografía, el vídeo, la instalación o la performance. 

Nora Aurrekoetxea (Bilbao, 1989) acaba de ganar ayer el premio Gure Artea 2022, en reconocimiento a la actividad creativa. Ahora se expone en el Guggenheim, su obra Cuharita, unos paneles de pladur que se acoplan mediante varillas, sosteniéndose mutualmente, mientras que los anillos y trenzas "arquetepos que en diferentes culturas representan determinadas relaciones entre personas) funcionan de manera independiente. En su creación, ha influido el aprendizaje que realizó en la ciudad de Nueva York, donde compartió este programa de formación junto con la artista Helena Goñi, cuya obra también está presenta en la exposición. 

Goñi (Bilbao, 1990) retrató con una cámara de 35 mm a personas y escenas de su entorno cuando vivió en la ciudad neoyorquina y de esa experiencia surgió En los pies de Caleb y Lynn sosteniendo libros, en los que explora aspectos como la resistencia, el compromiso y la representación escultórica de la figura humana. 

Junto a ellas expone Alain Urrutia (Bilbao, 1981), quien se centra en la memoria y la identidad. En marcos, a los que llama mementos (memorias) congela recuerdos fragmentados del pasado, presente y futuro, porque el creador bilbaino tiene previsto incrementar una nueva pieza cada año con el fin de denotar el paso del tiempo. 

En las obras de Gala Knörr (Gasteiz 1984) revisa el relato de la historia del Oeste. Joven vaquero y Joven vaquero mirando se basan en las imágenes que la afroamericana Brianna Nobel que a lomos de su caballo fotografió las protestas que surgieron en Estados Unidos tras el homicidio de George Floyd en el movimiento Black Lives matter.

En los aguafuertes de Maite Pinto (Logroño, 1993) aparecen algunos de los miles de menores vascos que fueron enviados a Southampton (Reino Unido) en el barco de vapor Habana en 1937. Completan la muestra Cristian Villlavicencio (Quito, 1984), que aúna historia y memoria colectiva a través de la recuperación de la tradición indígena. Karla Tobar (Quito, 1981) que ha digitalizado las imágenes obtenidas recorriendo las calles de varias ciudades con un escáner en la mochila. Y Diego Vivanco (Bilbao, 1988) que se representa a sí mismo en Bandera humana e invita a reflexionar sobre la importancia que se otorga a los signos identitarios. La exposición Programa de artistas vascos 2015-2019 se puede ver hasta el 6 de septiembre.