Tahúres Zurdos actúa este jueves en el ciclo Warming Up del Bilbao BBK Music Legends Fest. El grupo de Aurora Beltrán, que completan su hermano Lolo a las guitarras, Juanma Ugarte al bajo y Javier ‘Puntxes’ Lizarazu a la batería, hará un repaso a su trayectoria de más de tres décadas y ocho discos de estudio tras su reciente reagrupamiento. “Siempre quise que mi música que no fuera un pestiño con el paso de los años. Lo he logrado y me siento orgullosa”, reivindica Aurora.

Vista la recepción del público, no se equivocaron con el regreso.

-Nunca pensamos, surgió por un tema solidario. Llenamos una sala de casi mil personas en poco tiempo y en verano. Además, empezamos agotando entradas en todos los conciertos excepto uno. Luego llegó la pandemia…

¿Qué había cambiado que facilitó la vuelta?

-La verdad es que nuestro mánager de siempre se casaba tras años compartidos con su pareja y varios hijos. Al preguntarle por el regalo, nos dijo que quería un concierto de Tahúres, que iba a ser privado en principio. Iba a ser un regalo de bodas pero hicimos un concierto solidario en el Zentral de Iruñea y la recaudación fue entera para la Fundación contra del Síndrome de Dravet, una epilepsia infantil muy agresiva que conocemos de cerca. Luego llegó el morbo de los promotores y empezaron a salir fechas. Eso sí, excepto Puntxes y yo, el resto trabajaba, así que actuamos los fines de semana.

Quizás todo se debió a que sus canciones siguen vigentes. Ese el sueño de todo creador.

-Así es, lo han hecho con dignidad y mucha vigencia, lo que me jode porque hablaban de cosas que no solo han quedado atrás sino que han aumentado. Hay cosas, sonidos, canciones y letras atemporales. Eso pasa con Angie, de los Stones, o Wish you were here, de Pink Floyd, que envejecen mejor que sus autores. Hay dos maneras de hacer música: la que se aferra a las modas y la que no. Las primeras son las que se pasan de moda de forma rápida. Empecé oyendo a Bowie en unas casetes, a los 7 años, con Five years, y hoy me sigue pareciendo igual de bueno. Sin compararme con él, que es el más grande, siempre busqué eso, hacer música que no fuera un pestiño con los años. Lo he logrado y me siento orgullosa.

¿Tiene alguna canción favorita propia aunque no tenga que ser de las más conocidas?

-Ajenas me gustaban mucho Because the night, de Springsteen y Patti Smith, y Say it ain´t so, Joe, de Murray Head, pero propias… Una cosa es la comercialidad, y ahí está Tocaré, que no era de mis favoritas y lo petó aunque a mí me gustan más otras como Azul aunque sean menos conocidas. Al final, todo depende del apoyo, como demostraron los Monjes de Silos.

¿Cómo ve el estado de salud del rock, se ha vuelto viejo o para viejos? Lo indudable es que ha perdido la influencia cultural que tenía en el siglo XX.

-Intento evitar los prejuicios y escucho de todo, reggetón incluido. Veo hasta culebrones como La reina del flow y hay música que me gusta, trap y rap incluido. Es como los pantalones vaqueros, que cambian de forma pero no pasan de moda y los llevaremos siempre. A ver qué pasa con estos sonidos. Me gusta lo que me da en las tripas pero es triste que alguien salga a cantar y solo le dé a un botón en un ordenador. ¿Y los músicos y la música, y el componer? Es algo que me entristece.

Entonces, el rock sería como los vaqueros.

-Es un símil, sí. A mí, siempre me dijeron que no iba a la moda, incluso cuando vendíamos mucho. Nos hacían fotos a chicas de éxito y yo era la rara porque no llevaba hombreras heavies o sombreros raros. Ahora, veo que la única que sigue vigente soy yo, que sigo igual. Hay cosas, como la calidad, que sobreviven al tiempo.

Ha participado en el disco de homenaje a Boni. Él y sus compañeros podrían ser el ejemplo de una música que podría resistir el paso del tiempo.

-Le he puesto algo de mi parte a mi versión, pero es un disco que confirma que hay canciones que se pueden escuchar aunque pasen décadas. Suenan bien, no chocan. Sí, es un buen ejemplo.

La vuelta de la banda se la cargó la pandemia. ¿Qué han aprendido de ella, como personas y como músicos?

-Siempre pensé que no íbamos a salir mejores de esto. Llámalo realismo, no pesimismo. Soy de tierra y con los pies en el suelo, y creo que es en los malos tiempos cuando se ve cómo es la gente, la buena y la mala. Empezamos aplaudiendo a los sanitarios y luego echándoles de los pisos por miedo a la infección. Y en lo musical, está todo muy jodido. No he escrito ni una coma en estos dos años aunque lo he llevado bien en lo personal porque venía de diálisis y de un trasplante renal que ya me había llevado a cierto confinamiento. Incluso llevaba mascarilla antes y tenía gel, guantes…

El concierto de Bilbao tiene lugar en el marco de un ciclo previo al festival Music Legends. En cierto sentido, por veteranía, influencia y repertorio ¿se les podría considerar una leyenda del rock vasco y estatal?

-No es algo que haya pensado, vivo al día. Eso sí, miras atrás y han pasado más de 30 años y existe un legado de canciones y mucho sudor.

Y luego está su componente pionero como rockera en unos tiempos en los que la mujer era vista como simple ‘grupi’.

-Al empezar a tocar vi que aquí no había nadie y que la mujer solo hacía coros y tocaba la pandereta, con todo el respeto para ellas; el resto eran las novias de los músicos. Fuera sí había más referentes. Yo pensaba que las tías podíamos cantar y tocar la guitarra, pero no en plan reivindicativo. Siempre me llamaron abanderada, pero no lo fui nunca, solo hacía en lugar de cacarear. Y que se me tome como referencia me parece estupendo, yo lo hice con Smith, Janis Joplin, Chrissie Hynde y Suzi Quatro. Bueno, aquí estaba Mercedes Ferrer.

Gran artista pero siempre olvidada.

-Eso se va a acabar (risas). Hemos grabado una canción a medias para su nuevo disco. Ella y yo no hemos hecho caso a quienes nos decían qué grabar y cómo vestir o actuar. No es llevar la contraria, es no permitir que nadie nos diga cómo hacer nuestro trabajo. No me niego a aprender, pero solo de quien me interesa. Para mí, la comercialidad es cuánto dinero se mete para tal producto. A mí hay cosas que me parecen una mierda y nadie me va a obligar a comérmelas.

¿Qué podremos escuchar en Bilbao? ¿Habrá canciones nuevas?

-Estoy componiendo y habrá alguna cosa que puede sorprender, pero no hay proyecto de grabar. Ahora es algo que me la bufa. La gente compone una canción y la cuelga y las plataformas son una engañifa que nos piratean en lugar del público. El sistema ha cambiado totalmente, y radios y televisiones programan ya sabemos qué. Los discos se han convertido en tarjetas de visita para salir a tocar, ya que no suenan en radios y no tienen apoyo y, por tanto, trascendencia. Yo sí soy indie de verdad (risas). Me mantengo por el boca a boca y porque la gente me quiere.