Cesidio Niño ha tenido inquietudes culturales desde niño. Gran aficionado a la lectura, ya cantaba en el coro de su escuela. “Mi relación con ABAO empezó en 1984 como socio sin localidad porque en aquel momento no había, estaba en la lista de espera. Iba comprando las entradas con las pagas que me daban mis padres y mis abuelos. En 1992 quedaron algunas localidades libres y, en función de lo que podía pagar, me hice con una del último piso del Coliseo Albia. Hasta que empecé a trabajar en nómina de ABAO me veía todos los títulos y funciones que podía económicamente”, explica. En 2002 le nombraron jefe de Producción de la asociación “Cuando me ofrecieron trabajar en ABAO me lo pensé mucho, pero, al final, dejé mi trabajo estable y fiché por ABAO. La ópera era mi gran pasión”, confiesa.

Todos parecen coincidir. ‘Madama Butterfly’ es una gran apuesta para acabar la temporada.

—Ha sido una apuesta segura, un acierto. No podemos dejar de hacer ciertos títulos que son la base del repertorio en el que se construye cualquier temporada de ópera y uno de ellos es Madama Butterfly. Solo se puede programar cuando tienes a la soprano que te va a provocar emociones y te va a desgarrar el corazón. Y la hemos conseguido. Hace ya tres años que comencé a tener conversaciones con María Agresta, que es una de las sopranos tops hoy en día. Su actuación es portentosa, como nos lo ha demostrado en el escenario. Así que contentos todos al cien por cien.

La producción del teatro italiano de Módena tiene 19 años, actualizada con las nuevas tecnologías.

—Para mí son fundamentales estas producciones que cursan una narración como la que estamos acostumbrados siempre a ver, con un ambiente japonés, con unos detalles que al espectador le hacen ver que lo que están cantando está sucediendo en un espacio como el que dice el libreto. Soy más bien tradicional, pero también soy consciente de que tenemos que adaptarnos a las nuevas tecnologías; estamos en el siglo XXI y es indudable que las nuevas formas de hacer teatro, escenografías, iluminación... son muy diferentes a las de hace solo diez o doce años. Para eso tenemos esas nuevas tecnologías, para que el espectador pueda adentrarse en el mundo que nos está contando el libretista y el compositor, pero sin desvirtuar nunca lo que está escrito, ni literariamente ni musicalmente. Por ahí no voy a pasar nunca. Tenemos que ir realizando o alquilando producciones nuevas pero mientras yo sea director artístico y la junta directiva me dé carta blanca, ABAO no va a traer propuestas que desbarren, con las que el público se sienta incómodo.

Se ha dicho siempre que el público de Bilbao es muy tradicional.

—Si el público ve una cosa moderna pero con fundamento le va a gustar, no solo al bilbaino, creo que a la mayoría de los públicos. Si veo Madama Butterfly, una Tosca, una Bohème... hay que hacerlo en el contexto, sin sustituir palabras ni cortar fragmentos musicales porque, en ese momento, a quien fuera eso no le pega y decide quitarlos. Todas las óperas nos hablan de odios, de política, de incestos, de ambición, de corrupción, de adulterio... Cosas que a nadie en estos tiempos que corren nos van a llamar la atención. Pero, por ejemplo, extrapolar Don Carlo, de Verdi, de su momento y concepto histórico y llevarla a otro sitio, o lo haces de maravilla para que el público capte todo eso o déjalo donde está y utiliza los medios que tenemos en la actualidad.

Como director artístico, realiza ese trabajo a la sombra que hace posible que las óperas lleguen al público. ¿Cómo se ha gestado, por ejemplo, el proyecto de ‘Madama Butterfly’ hasta que ha llegado a Bilbao?

—Como he comentado antes, empecé a hablar con María (Agresta) hace tres años y fijamos la fecha de mayo de 2022 para que ella pudiera cantar aquí. El siguiente paso era buscar una producción ad hoc para ABAO y para su público; se vieron en total 12, algunas no eran viables, no porque no cupiesen, sino porque una vez que se montan no se pueden desmontar. En Euskalduna no se puede hacer eso; si tienes un concierto o un evento al día siguiente, nosotros tenemos la obligación de quitar ese espectáculo para que se pueda hacer. Otras eran para nuestro gusto demasiado modernas, otra tenía que viajar desde otro continente y suponía muchísimo dinero... Al final, la producción de Módena reunía todos los requisitos, era un producción visualmente atractiva, de gusto del público al que va destinada. Una vez que ya teníamos a la soprano y a la producción me puse a buscar al elenco. Cada ópera que sube a escena lleva un trabajo previo de varios años. Ahora mismo estamos en contacto con cantantes internacionales y también locales, porque queremos apostar por el talento local, para programar títulos para 2025.

En alguna ocasión, han comentado que muy pocos han declinado la oferta de cantar en Bilbao.

—Es una plaza ya consolidada, de hecho ya están consolidadas con María Agresta dos títulos más en el futuro. Vienen a un teatro en el que se sienten arropados, trabajan a gusto, con profesionalidad... Algunos no han podido venir por problemas de agenda, es el caso de Teresa Berganza, recién fallecida, que solo pudo venir a un ciclo de conferencias. Con Ana Letrenko lo hemos intentado varias veces, aunque no tiramos la toalla. Seguimos intentándolo.

En época de pandemia, además de tener que prescindir de algunos cantantes, han tenido que duplicar repartos para sacar adelante las funciones.

—Así es, ha sido muy complicado. En la Clemenza di Tito, Una tragedia florentina y Alzira tuvimos que hacer un doble reparto ante la incertidumbre de lo que podía pasar por si acaso se infectaban unos o teníamos que doblar funciones. Como no podíamos mezclarlos, teníamos que esperar a que acabaran los ensayos del primer reparto, desinfectar todos los utensilios que habían utilizado, esperar un par de horas y volver a hacerlo igual con el segundo. Seguimos teniendo mucho cuidado y tomando medidas de seguridad; los ensayos, por ejemplo, se siguen haciendo con mascarillas.

Han mencionado en alguna ocasión que representar una ópera puede rondar el millón de euros...

—Entre 550.000 y 600.000 euros son a nivel artístico y a estos hay que añadir el presupuesto estructural del teatro, azafatas, alquileres de iluminación, de proyección que no estén explícitos en esa producción, todas las personas que trabajan en la ópera, en muchos casos el alquiler de vestuario, peluquería... La media ronda el millón de euros; una ópera te puede salir por 780.000 euros y otras, 1.200.000.

Acaban de presentar nueva temporada con cinco títulos, aunque confiesan que siguen soñando con los siete.

—En algún momento tenemos intención de ampliarlos, pero ese momento todavía no llega. Y es solo por una cuestión de dinero. Si no lo tenemos, no podemos hacerlos. Pero ahí está, en nuestro ánimo; Juan Carlos (Matellanes) siempre está buscando alternativas, patrocinadores... En algún momento lo lograremos, pero ahora, con los ojos puestos en lo más inmediato, que es la temporada 2022-23, son cinco títulos. La pandemia ha hecho que se reestructure un poco, por eso empezaremos con I puritani, seguiremos con Ana Bolena, Cosi Fan Tutte, que no estaba prevista, Tosca, que la hemos tenido que reprogramar, y cerraremos con Il Trovatore.

Una temporada en la que se apuesta por los compositores italianos...

—La columna vertebral de la ópera está en los compositores italianos. Tenemos previsto programar más adelante óperas de repertorio alemán, pero el alquiler de las partituras, los derechos de edición, son muy caros. Además, depende de qué versión quiere hacer el maestro, no es lo mismo hacer una integral, que una tradicional, que una que tenga arreglos... Y todo eso hay que pagarlo. ¿La ópera es cara? No, el producto vale lo que cuesta.

¿Cuál recomendaría para iniciarse en el mundo lírico?

—Es como si me dices que me corte un dedo y cuál no me duele. I puritani podría ser perfectamente porque es una ópera que te lleva a rincones maravillosos; Anna Bolena, históricamente resulta muy interesante; qué decir de Cosi fan Tutte o Tosca, un clásico de Puccini, con unas arias muy conocidas, o Il Trovatore. ¡Que vengan a ver todas! l

“Solo se puede programar ‘Madama Butterfly’ cuando tienes a la soprano perfecta y esa es María Agresta”

“ABAO no va a traer nunca propuestas con las que ?el público se sienta incómodo”