Antes de cobijarse en el calor del hogar para poner en práctica uno de los vicios más solitarios -el de la lectura, por si cabe alguna duda-, el Día Internacional del Libro propone a los feligreses de la literatura el acto colectivo de echarse a la calle para hojear nuevos objetivos. Con paraguas en mano, cientos de bilbainos han paseado por las casetas instaladas en El Arenal, donde se ha respirado la normalidad inexistente en los dos años precedentes. Ya sin mascarillas, el inconfundible olor que despide un libro nuevo ha funcionado como estímulo extra durante una feria en la que lectores, libreros y escritores han compartido su pasión por las letras. Porque los unos sin los otros no son nada. “Un autor, por muy bueno que sea, si no tiene lectores, mejor que se dedique a hacer calceta”, ha reflexionado, con humor, Toti Martínez de Lezea, fiel a la feria.

A diferencia de las características rosas que se regalan durante el Sant Jordi catalán, en la feria de El Arenal se han despachado claveles rojos con la compra de libros, que, además, ha estado bonificada con un 10% de descuento. La bilbaina Sarín portaba Una historia ridícula, en la tote bag que con la que obsequiaban a los compradores. “Durante el año suelo participar en un taller de lectura en la Librería Cámara”, ha asegurado para corroborar su afición. Así, ha explicado que intercala algunas lecturas propuestas por la dinamizadora del taller -centrado en esta ocasión en obras escritas a partir de la II Guerra Mundial, como El proceso, de Franz Kafka, o La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela-, con novedades editoriales. “Lo interesante, además del libro, son las conversaciones que surgen en las reuniones”, ha considerado esta bilbaina, acompañada por María Jesús, que ha adquirido La vida contada por un sapiens a un neandertal, escrito a cuatro manos por Juan José Millas y Juan Luis Arsuaga, y por Carlos, que portaba un ejemplar nuevo de Roma soy yo, de Santiago Posteguillo.

Más allá de las novedades que centellean en los mostradores de las librerías, la feria tiene lugar también para los libros de segunda mano. Josu Mazas, propietario de Librobilbao -antigua librería Kirikiño-, ha explicado que poseen libros de varias editoriales desaparecidas en Bilbao, además de los clásicos que siempre se hallan en esta tipología de establecimientos. “Trabajamos con libros viejos por lo que la mayoría de mis clientes ya son lectores”, ha afirmado el librero, quien en la última temporada ha advertido “con sorpresa y gozo” una mayor presencia de gente joven en busca de clásicos. “En mi caso, de libros relacionados con el marxismo”, ha revelado Mazas, quien ha apuntado que autores como Cervantes o Quevedo siguen entre lo más demandado en su librería. Sin embargo, ha matizado que las polémicas también insuflan las ventas. “Hemos vendido todo lo que teníamos de Almudena Grandes”, ha explicado en referencia a la polvareda que se levantó en Madrid tras el fallecimiento de la escritora.

JÓVENES LECTORES

A pesar de que el Observatorio Vasco de la Juventud desvelara ayer que el 48,8% de los jóvenes vascos de entre 15 y 29 años leen libros en su tiempo libre, la categórica afirmación, consecuencia de una encuesta, levanta sospechas en muchos progenitores con hijos de esa edad. Esa misma suspicacia comparten Laia Guerra y María Climent, dos bilbainas de 15 años, que tienen la lectura como afición, además de la conciencia de ser unas rara avis entre los adolescentes de su edad. “El autor que más me gusta es Federico García Lorca. Me gustaría estudiar artes escénicas, como mi hermana, que es actriz”, ha asegurado María Climent, después de adquirir un ejemplar antiguo de Poesía completa, de William Shakespeare, y Las flores del mal, de Charles Baudelaire.

Tras publicar a finales de año Muerte en el Carlton, el escritor vizcaino Javier Sagastiberri firmaba ejemplares de la segunda edición al otro lado del mostrador. “He empezado el día atendiendo a una mujer que ya tenía todas mis novelas anteriores”, ha declarado con satisfacción el autor, que acostumbra a ambientar sus obras en el territorio, en localidades como Bilbao, Getxo o Plentzia. “Neguri, por ejemplo, sirve como telón de fondo para muchos delitos económicos, delitos de sangre, aunque sean inventados”, ha explicado el escritor, quien tras su participación en las ferias cuenta con la ventaja de poder poner cara a sus lectores. “Me he dado cuenta de que leen mucho más las mujeres, lo dicen las encuestas, pero también se percibe a pie de calle”, ha declarado.

Sobre el necesario encuentro con los lectores también se ha manifestado Toti Martínez de Lezea, una autora asidua a este tipo de ferias en las que interactúa mucho con el público. “El trabajo del escritor es solitario, se trabaja en casa, se siente, se piensa... y hasta que no vemos los libros en manos de los lectores sigue siendo una experiencia sin más. Una vez que los libros están puestos, los lectores los compran y tenemos la oportunidad de hablar con ellos, es una placer que no se puede explicar muy claramente”, ha afirmado la autora alavesa. A su lado, el escritor vizcaino Félix G. Modroño, que acaba de publicar Sol de brujas al reencontrarse con libreros y lectores “después de muchísimos meses, e incluso años, encerrados”.

Tras un breve acto se ha dado por inaugurada la jornada en la que Asier Muniategi, presidente de la Cámara del Libro de Euskadi, ha animado a los asistentes a comprar y leer libros, pero también a regalarlos. “Celebramos el día con ilusión y optimismo”, ha declarado, por su parte, Kepa Torrealdai, presidente de la Asociación de Libreros de Bizkaia, quien ha aseverado que “hay un montón de gente” desde primera hora de la mañana. “Después de la pandemia nos hemos dado cuenta de la importancia que tienen los libros y de las infinitas razones que tenemos para seguir leyendo”, ha manifestado. Por último, Nekane Alonso, concejala de Igualdad y tercera teniente de alcalde, ha recalcado la “buena noticia” de poder celebrar la feria con normalidad. “Leer nos hace personas más sabias y más libres, nos ayuda a aprender y a comprender. Y comprender nos ayuda a cambiar el mundo o por lo menos a verlo de diferentes maneras”, ha argumentado la edil.