Salió de su casa con 20 años y ha viajado mucho hasta convertirse en una artista multidisciplinar. Se describe como una persona muy curiosa y una apasionada de todo lo que hace. Decidió crear Zinetika, un festival de videodanza que ha ido evolucionando hasta acoger performances, instalaciones, masterclass y talleres en torno a esta temática y que este año celebra su sexta edición.
Este año se celebra por sexto año consecutivo Zinetika Festival, ¿cómo afronta esta edición?
—Con mucha ilusión. Aunque la quinta edición también la llevamos a cabo en plena pandemia, en esta ocasión ya no hay limitación de aforo ni restricciones de horario, por lo que estamos muy ilusionados de poder seguir con el festival y de volver a las tres sedes haciendo que el público disfrute de la cultura.
¿Qué nos vamos a encontrar este año en el festival?
—Este año hemos recibido 1.160 películas para su emisión en la programación cinematográfica en la que el lenguaje principal de las películas es la danza, el movimiento del cuerpo. De esa cantidad se ha hecho la selección para la sección Oficial y la sección de Open Screen. Como todos los años hay una parte de formación. Tenemos dos masterclasson line, una con Iris Martín, directora de cine español en Italia, y otra con Derek Pedrós, en la que se habla sobre danza y arquitectura. También contamos con la instalación Acqua Alta, en la que se trabaja la simbiosis entre tecnología y danza. Se utilizan libros y tablets en las que aparecen personajes de realidad virtual y a medida que se van pasando las páginas del libro, los personajes avanzan en la historia. Además, este año tenemos como novedad un taller para niños migrantes que han vivido en sus propias carnes la realidad de una frontera enfocada a esta temática.
Habla de danza unida a la arquitectura, a la tecnología... ¿Se puede unir con cualquier cosa?
—Por supuesto. La danza es movimiento y nosotros nos movemos constantemente, incluso en el momento en el que creemos que estamos parados nuestro cuerpo está en movimiento, respiramos, la sangre sigue corriendo por nuestras venas. Al final, movimiento es vida, todo lo que tenga vida tiene movimiento, por lo tanto, la danza se puede entrelazar con todo.
Y, ¿es fácil juntar la danza con el cine?
—Yo creo que sí porque el cine es movimiento y la danza también lo es, entonces los conceptos y las ideas que manejamos en diferentes disciplinas son las mismas, lo que pasa es que desde otro punto de vista, pero son puntos de vista complementarios.
Zinetika se creó como un festival de videodanza, ¿cómo ha evolucionado?
—Yo soy una gran admiradora del movimiento y no creo que las cosas sean estáticas, por lo tanto para mí el festival evoluciona cada año. No tengo un objetivo de que el festival llegue a ser algo inamovible. El festival tiene que ir transformándose al mismo tiempo que van pasando los años y al mismo tiempo que la vida va transformándose. Empezó como un festival de videodanza y ahora tiene performances, instalaciones, talleres... La misma curiosidad que yo quiero provocar en el público es la que me mueve a mí; mi propia curiosidad hace que el festival vaya transformándose de año en año.
Además de ser un festival dedicado al cine y a la danza, ¿hay algo más que lo hace ser especial?
—Además de que las películas que proyectamos tienen ese componente que no necesitan la palabra y que el centro del lenguaje es el cuerpo y la danza, es un festival multidisciplinar que aboga por la hibridación de las artes. Es distintivo que el festival se desarrolle en tres ciudades, en Iruñea, Donostia y Bilbao. Esto hace que los artistas fluctúen de una ciudad a otra. Creo que es un festival que aúna muchas actividades diferentes y ese componente tan variado en un festival no es tan usual.
¿Qué consigue transmitir Zinetika al público?
—Todas las actividades que Zinetika propone están enfocadas desde una visión muy personal que tiene como componente la sorpresa. Por lo tanto, Zinetika siempre quiere atraer cosas diferentes y sorprender al público.
¿Considera que salir de casa a los 20 años y viajar ha influido a la hora de desarrollar el festival?
—Yo creo que para ser artista, o para vivir en general, hay que ser curioso y esto te hace moverte de un lado a otro. Ser curioso desde tu casa es muy poco común y poco factible; la curiosidad te hace moverte de un país a otro, de un centro a otro, de una cuadrilla a otra, de un festival a otro... Así que creo que es importantísimo alimentar esa curiosidad y para ello es necesario conocer diferentes cosas y estar abierto a lo que pueda llegar. Obviamente viajar es clave par conocer diferentes formas no solo de vida sino también diferentes formas de ver el mundo.
Además de directora de Zinetika, baila, actúa... Es una artista multidisciplinar, ¿hay algo que se le resista?
—Muchas cosas, la cocina por ejemplo, no soy muy buena cocinera (risas). Hay muchas cosas que se me resisten, pero yo soy una apasionada de lo que hago y aunque nuestro medio sea duro y difícil, esa pasión me mueve a crear diferentes proyectos. Si algún proyecto llega un momento que se acaba, hay una fila innumerable de ideas en mi cabeza para hacer nuevas cosas.
Por lo tanto, ¿tenemos Laida para rato?
—Sí, yo creo que sí. De hecho el año pasado creé un performance itinerante con estudiantes, uníamos danza y arquitectura y utilizábamos toda la arquitectura del lugar para hacer la coreografía in situ. Fue una experiencia muy bonita, quedó precioso y a la gente le inspiró mucho. Así que ahora estoy también muy centrada en ese trabajo.
"Si algún proyecto llega a su fin hay una fila innumerable de ideas en mi cabeza para hacer nuevas cosas"
"Las actividades de Zinetika Festival están enfocadas desde una visión muy personal"